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Tres días pasaron y Adam no volvió a ver a Dione, pasó todo ese tiempo en la heladería, esquivando a Billie y sólo asistiendo en horarios en donde ella no estuviese o anduviera muy ocupada como para prestarle la mínima atención. El cuarto día era importante porque sucedieron dos cosas: [uno] Billie había ido a una hora diferente por lo que se la encontró apenas entró a la heladería y [dos] volvió a ver a Dione.

La vio entrar y se sintió de la misma forma que la primera vez, estaba impresionado por ella, no sabía lo que era, no sabía qué tenía, sólo que era una chica que le hacía sentir diferente. Ella lo miró y le sonrió, pero no se acercó, pasó directo a la barra para pedir.

Adam sacó su celular y le mandó un mensaje a su mejor amigo indicando que lo necesitaba urgente en Sunny Ice y luego miró a la chica de pelo corto acercarse en cámara lenta a su mesa y mover la boca mientras lo miraba. Adam sacudió cortamente su cabeza.

—Disculpa, ¿qué dijiste? —preguntó, ella rió.

— ¿Puedo sentarme contigo? Eres la única persona que conozco a parte de mis abuelos y el club de dominó que se reúne todos los días en nuestra casa—Adam asintió y ella sonrió para sentarse—. Y dime, Adam, ¿cierto? —él asintió—. ¿Qué haces para divertirte?

—Escribir—ella lo miró interesada.

—Vaya, es fascinante eso—respondió—. Es la primera vez que alguien responde de esa forma a esa pregunta.

— ¿Haces mucho esa pregunta?

—Es una buena forma para romper el hielo, ¿no crees?

—Funcionó conmigo—se encogió de hombros—. Ambos chicos sonrieron—. ¿Y tú que haces para divertirte?

—Bailo—el corazón del pelinegro se aceleró al notar que tenía la misma respuesta que en su libro.

—Bailas—repitió—. ¿Bailas ballet?

— ¿Se nota mucho? —rió, y Adam se sintió mucho más eclipsado que antes. Tenía muchas coincidencias que se rehusaba a admitir.

—Sólo me diste esa sensación—respondió y le dio una sonrisa—. Miró por encima del hombro y logró apreciar a Billie parada detrás de la caja registradora.

Ella lo miró y luego vio a la chica para luego dirigir nuevamente su mirada en él, le sonrió como de costumbre pero algo había cambiado, no sabía si era de parte de él, de ella o de ambos, pero no era la misma sonrisa y no era la misma sensación que tenía cuando se la daba.

— ¿Siempre vienes a este lugar? —le preguntó la castaña logrando que él la mirara y dejara a Billie de un lado. Él asintió.

—Llevo más de un año en esto, ya conocía la heladería pero no conocía las ventajas de venir y sentarte para lograr conseguir inspiración para escribir—le dijo—. Este lugar es mágico, los empleados te dan el mejor trato y el ambiente es tranquilo y a pesar de que hay mucha gente, tiende a ser bastante tranquilo.

—Sí, me gustó este lugar cuando llegué porque me transmitía una buena vibra. No tenía pensado pasar por esta calle pero crucé donde no tenía y pues te encontré. ¿Lo llamamos destino? —ella sonrió, Adam le devolvió la sonrisa.

Destino o magia. Ambas parecían buenas posibilidades.

Martin llegó a la heladería y caminó a largos pasos a su mesa, le dio una mirada a la chica y Adam sintió que estaba escaneándola por completo.

—Soy Martin, diecisiete años, y futuro psicólogo humanista. Ah, y también amigo de este ser humano—se presentó y saludó a la chica. Dione sonrió.

—Psicología Humanista, vaya que es interesante—respondió—. Yo soy Dione, diecisiete años y posible diseñadora de interiores; conocí a este ser humano hace un par de días pero es la segunda vez que lo veo. Un ser humano bastante agradable.

Adam sintió sonrojarse y se insultó mentalmente por ello. Martin volteó a ver a su mejor amigo y le guiñó el ojo haciéndole saber que aprobaba a la chica.

—Sabes, esto sonará muy loco, pero cuando hablo contigo siento como si te conociera desde antes—dijo Dione, Martin y Adam se miraron entre sí, ambos habían pensado en lo mismo—. ¿Qué pasó? —preguntó un tanto confusa, no sabía si era por lo que había dicho hace unos segundos o era otra cosa.

—No nada—respondió Adam—. Créeme que te entiendo, también siento como si te conociera desde antes.

Ella sonrió, lo que no se le pasaba por la cabeza era la loca idea que Adam tenía sobre ella saliendo prácticamente de su historia. Quizás las palabras correctas que Adam tuvo que haber dicho eran: Siento como si te conociera desde antes porque escribo un libro sobre ello.


Fuera De TextoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora