Capítulo 50

6.6K 264 23
                                    

     Mientras lo abrazaba, no sabía que era esto tan grande, ¿Acaso el amor es tan inmenso? Sí, si no era amor no sabía que era entonces.
     —¿Por que me dejaste?  —pregunté al hilo de la voz. Sentía nostalgia, ahogo y desesperación por algunos mareos.
     —No lo haré mas...
     —Por favor, vamos ya...
     —Creeme Lott, ¿vamos a mi departamento?
     —Sí, tienes mucho que contarme.
     —Tengo mucho por besarte, ¿eso quisiste decir?
     Negué sonriendo, no entendía como Tyler tan fácil olvidaba el tema, claro que quería besarle, pero antes quería saber donde estaba y poner una maldita denuncia, lo que sea, era necesaria la justicia. Empezamos a caminar pero pedí tomar un taxi, se veía muy cansado, por mas que insistió en caminar algo no iba bien, lo veía en su expresión de dolor que hacía cada ciertos pasos. Entrelazó su mano con la mía en el taxi, me giré y lo observé, él lo hacía conmigo mientras una sonrisa coqueta se asomaba de sus labios.
     —No sabes lo mucho que te extrañé —susurró, sonreí ampliamente, el corazón no dejaba su frenesí—. Lo siento pero no puedo dejar de verte. No se como decir esto, como explicarlo, no se como darle la razón al corazón.
     Sonreí aun mas, su brazo disponible me rodeó y recoste mi cabeza en su hombro. Pidió al taxista que diera vueltas por varías calles, sabía que quería hacer tiempo y lo agradecía ya que no quería estar un solo segundo separada de el, ya había sido mucho el tiempo, se qué no fueron años pero llegué a entender que amar implica tener miedo de perder a la otra persona, si no es así es porque no hay suficiente amor.
     —Quiero que me enseñes a ser un buen novio, quiero lo mejor para ti, pero yo quiero ser ese mejor. Soy egoísta —gruñó—, porque no quiero perderte y no quiero que otro sea el que ocupe éste lugar.
     —¿El lugar del taxi?
     —El lugar de tu corazón.
     —Porque me dices esto, ¿te irás otra vez? —pregunté mas que triste. Pensar que me haría lo de ese dia en el hospital me angustiaba.
     —Porque ya viví con la incertidumbre de no poder hacer nada estando tú en peligro, el dolor que experimenté cuando pensé que ya no estabas me hizo ver lo mierda que fui, que no valía la pena seguir si había dañado tu corazón. Perdón por no quererte como debía. Perdón preciosa.
      —No tengo que perdonarte. —Murmuré antes de atacar sus labios con un beso necesitado, siempre había necesidad de algo, esta vez era de sentirlo cerca apesar de estar a nada de centímetros.
     No demoró tanto al escuchar salir de sus labios un gemido de dolor. Me separé y donde había recargado mi brazo Tyler intentaba quitarlo. Lo moví rápido y observé bajo su camisa, había una gaza, con cinta blanca. Había un punto rojo o eso se podía ver. Lo que era de sospechar que estaba herido y yo lo había lastimado.
     Empecé a sudar, me sentía muy nerviosa, ansiosa y tenía miedo de salir con una chorrada como las que ahora me pasan, una maldita crisis. Negué con la cabeza rechazando ese pensamiento, no podía darle un dolor de cabeza ahora, pedí al taxista que nos llevara al hospital, Tyler se peleó porque ya avanzábamos por las calles del hospital y le ordenó que nos regresara por donde ibamos a su departamento.
      Apenas llegamos entré echa la furia, me sentía mas que enojada y estúpida.
     —¡Charlotte háblame! ¡Maldita sea!
     —¡¿Por que me prometes un futuro si no tienes ganas de quedarte?!
      —Es lo mas quiero en la vida, anda grita o golpea pero no me iré.
      Cerré los ojos con fuerza, las lágrimas no podían ir peor, estaba tan mal el rollo en mi cabeza. Me sentí mareada y me senté.
     —Tyler no...
     —¡¿No qué, maldita sea?!
      Lo observé fijamente mientras el me quemaba con su mirada. Antes de decir algo él habló.
    —He esperado tanto verte y solo quería besarte pero... ¿por qué pelear? ¿por qué no querernos? Anda nena, no te pongas así.
      Lo observé caminar hacia mí y antes de que pudiese alcanzarme yo lo hice, lo abracé por el cuello y seguí llorando. No podía evitarlo, el dolor había regresado, pensar que algo mal le pasaría ya estando conmigo era peor, eran todas las emociones juntas, el recordar. Pensamientos inmaduros, todo estaba encima mío que no quería desquitarme más con él,  llorar era el único escape. Sacar todo lo malo para darle paso a algo mejor.
     Pasaron los minutos que parecían horas en los que no podía parar, su cuerpo fue dándome consuelo poco a poco. Lo llevé a su habitación y saqué el botiquín de primeros auxilios. Me hinque en la cama mientras el cerraba sus ojos, empecé a limpiarle la sangre que salía a gotas, hice todo para que parara y el solo parecía dormido. Era una herida de mediano tamaño, se veía cicatrizada de un lado y de otro no.
     —He pensado que al ser un buen novio debo decirte amor, cielo, cariño, tal vez eso de conejita y así... pero tu serías una tigresilla... —susurró de repente.
     —Me gusta como me hablas, eso de amor no me gusta, es muy cursi, además yo no soy el amor.
      —Eres el mío. —Terminé de curarlo y retiré las últimas lágrimas que se escaparon.
      —Tu eres muy cursi ahora —dije y me recoste a su lado.
       —Debes decirme novio, no amigo. Tienes que aceptar mis celos, mis llamadas debes contestarlas, no ser una fiera cuando andes en tus días, vas a regañarme cuando vea a otra chica... aún que no creo que suceda o lleguemos a estar en esa situación, tienes  que cuidarme porque soy un idiota, debes decirme cuanto me quieres a diario, solo quererme a mí y mas que nada; tus labios me pertenecen total y exclusivamente.
     Reí un poco, ya había planeado y yo tan solo no había pensado nada en concreto de lo nuestro.
     —Pensaste mucho...
     —La muerte no siempre está cerca.
     —No hables mas de muerte— sonreí triste.
     —No te molestes mas conmigo.
     —No lo hago, simplemente que no se si pueda volver a llorarte...
      —Shh... —besó mi frente, se recostó en un codo, yo miraba el techo y él a mi —Anda dime que hay de eso.
       —¿Qué? —pregunté sin saber de que habla, su mano recorrió mi brazo hasta mis dedos.
       —Tienes un tatuaje en el dedo.
       —No es nada.
     Besó mis nudillos, y recorrió mi brazo hasta llegar a mi hombro. Sus cálidos besos en esa noche fría fueron lo mejor.
     —¿Un corazón no es nada?
     Sus suaves labios recorrían mi piel hasta encontrar la perfecta combinación de ambas bocas, recorriendo mis clavículas dejando plasmados cada uno de sus besos como símbolo de esto que sentimos.

¡Como dos amigos! [+18]Where stories live. Discover now