Capítulo 24

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Narración por Charlotte

     Había pasado el peor día, no sabía que pasaba con Tyler, no sabía que tenía que ver su madre y no sabía porque ese hombre habló de confianza. Para colmo Patrick había llegado a ver algo con mis padres los cuales no le avisaron que salían de ultima hora, por cortesía lo acompañé a la puerta y el infeliz me besó. Estaba tan confusa, no sabía que hacer. Y por mi maldita maña de no importarme lo que pasaba a mi alrededor le seguí el beso cuando tan solo deseaba que fuera Tyler, que me hubiese llamado esa noche y hoy por la mañana en cambio solo había desaparecido.
     —No se si te he dado alguna esperanza pero hay otro chico, es decir te dije que no quería que me buscarán mas chicos mis amigos pero él tan solo llegó. 
     —Si no te habías dado cuenta, me gustas. Y siento tanto haber llegado tan tarde.
     Las palabras de Patrick resonaron en mi cabeza, estaba haciendo muy mal por jugar con el. Era una total perra y por eso quería dejar las cosas en claro. Se subió a su auto y se fue. Me dejé caer en los escalones de la entrada mientras suspiraba.
     —¿Lo quieres de verdad? —salté al escuchar su voz, lo invoqué.
     —¿Por qué esa pregunta nuevamente? —la primera vez que la hizo fue cuando me dejó. No por mucho pero si.
      —Lo besaste, lo miras con amor.
      —¿Y qué sabes tu del amor?, cuando andas por el mundo tirándote a cualquiera.
      —Tienes razón, no se nada del amor.
     Empezó a caminar y pude ver su motocicleta. Me dejó allí otra vez como estúpida. Al pasar por mi lado le grité:
      —¡Eres un maldito imbécil, eres un cobarde!
     No se detuvo y tan solo se fue. No entendía que acababa de pasar, solo vino a aumentar mas mis locura. Estaba siendo egoísta ya que yo lo quería y él solo jugaba. Bueno tampoco me quedaba atrás era una maldita con los hombres y con el que menos era así, era el peor conmigo.
     No me iba a dejar caer por ese idiota. Me valía una mierda mis padres en ese momento. Me bañé y me vestí como muchos me llamaban, una ramera en aquel antro que tan solo me trajo mala influencia, malas pasiones y lujuria insaciable. O era yo que simplemente me gustaba la putería. Me maquille y puse labial rojo en mis labios.
     Tomé dinero y salí tomando el primer taxi. No dejaría mi auto allí en esas calles llenas de maleantes. No duraría ni un minuto en el lugar que lo dejase.
     Llegué la música me recibió como un golpe, quería tan solo olvidar pero no podía ya que a unos metros, él, ahí estaba. Ignoré verlo y me acerqué a la barra.
     Pedí un whisky y apenas me senté en un taburete ya tenía a un chico a mi lado invitándome a bailar. Tomé el tragó rápido quemando mi garganta y sin ver a dirección de Tyler caminé para bailar con el chico.
      —Me sorprende que alguien como tú, esté sola.
      —¿Alguien como yo?
      —Sí, tan guapa.
     Asentí y empecé a bailar, me preguntó si podía tomarme de la cintura y acepté. Tyler me había dejado, pues que le duela al infeliz. Y aunque mas me duele a mi, no puede tan solo un día decir que quiere estar conmigo y al otro que siempre no. Estúpido bipolar.
     Cerré mis ojos un momento para intentar dejar de pensar pero cuando los abrí Tyler estaba en la pista bailando de igual forma con una rubia, ¿Por qué siempre es con rubias? No quitaba sus ojos de mí, yo tampoco lo hice, no le demostraría que estaba mal por sus malditas palabras de no saber que es el amor. ¿Quién se ha creído? ¡Gilipollas!
     Seguí bailando ignorándole pero de pronto vi que le besó el cuello mientras me miraba, no podía soportar más, si él no estaba celoso yo si lo estaba.
      —Necesito un poco de aire. —Le dije al chico, asintió y me tomó la mano y me ayudó a salir de entre tanta gente. No quería que notara mi estado de animo, es decir no me importaba que fuera un desconocido, odiaba verme tan vulnerable.
     Cuando salíamos me hizo conversación. Me dijo que se llamaba Simón, que era la primera vez en el antro y que venía con unos amigos. Tenía veinte años y estudiaba una carrera técnica, no quise preguntar mas ya que el me preguntó sobre mi. Estaba mas relajada había podido sacarme de la mente a Tyler hasta que salió y su mirada se encontró con la mía. Le dije a Simón que quería entrar y él me invitó a tomar su mano una vez mas. La tomé y entramos bailando, nos sentamos y seguimos tomando mientras platicaba de diversas cosas. No quise mirar a otro lado ya que sabía que podía encontrar esos ojos acosadores observándome. Todo iba bien hasta que me llegaron aquellas infinitas ganas por ir a orinar. Me bajé del taburete un poco mareada y me puse a hacer cola hasta que me tocó pasar y salí. Unas manos me tomaron la cintura, sabía quien era y sabía sus intenciones desde que me vio entrar. Maldito. Sabía que era él, conocía tanto su forma de tocarme y claro que nadie lo hacía como el.
     —¡Suéltame!
     —¿Por qué haces esto?
     —¿Qué?
     —Provocarme cuando mas quiero alejarme.
     —Yo hago lo que quiero y no me importa lo que te provoco. ¡Suéltame, ya!
     —No quiero, no quiero verte con otro.
     —¡Eres un maldito bipolar! —intenté zafar su agarre pero me fue peor, me tomó por la cintura y me subió a su hombro. Le golpeé la espalda todo lo que pude —¡me están viendo todo!
     —¡Que vean todo lo que no pueden tener y yo lo tengo!
     Cuando salimos del antro me bajó y me subió delante suyo en la motocicleta, no tenía forma de escapar sus malditos brazos eran mas fuertes y apenas llevaba una semana en aquél gimnasio. Ya lo era y ahora peor.  Al llegar al edificio de su departamento me bajé tan enojada con el. No podía hacer lo que a él se le diera la gana, tan solo por sus malditos celos.
      —¿Qué es lo que quieres Tyler? ¿Qué maldita sea quieres?
      —Te quiero a ti, a ti...
      —Eres un maldito bipolar, estoy harta de esto. —¿acababa de decir que me quería? No te dejes manipular estúpida. No más.
      —Y entonces porqué lo haces, ¿porqué asistes a ese lugar de mala muerte donde yo suelo ir? ¿Por qué sabiendo que yo estaré allí? ¿Por qué no vas a esos lugares pijos donde ibas antes de conocerme?
      —Porque hago lo que se me da la gana, y me importa una mierda que tu estés ahí.
       —¿Por qué no entiendes que estoy malditamente celoso?

¡Como dos amigos! [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora