Capítulo 20

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    —¿Estas seguro Tyler? —asentí hacía Rey, me empezó a vendar los nudillos mientras Landon me miraba con odio. No tenía el porque hacerlo ya que nunca me había metido con el. Pero ya que el había empezado yo le seguiría estaba claro.
     Cuando fue el tiempo, nos miramos. Su labio superior estaba roto y le sangraba, fuera de eso no se le notaba ningún golpe.
     Nos acercamos pero ninguno de los dos intentó golpear al otro. Se desesperaba lo notaba en la mirada pero yo no cedería. Al pasar un largo minuto todos empezaron a gritar que eramos unos maricas y cobardes, no dejaría que me nombraran así, de ninguna manera, hice lo que no debía hacer, lo golpeé primero y ya que no se esperaba  que lo hiciera se confió y tambaleó al sentir mi puño en su estómago. No había reglas así que haría todo lo posible por hacerlo sufrir, por haber atentado contra mí y mi amigo, mas que nada por Charlotte. Por humillar a el Güero, porque aunque tuviéramos nuestra diferencias me agradaba y Landon le había jugado chueco. Aproveché la situación de debilidad y volví a golpear hasta que estuvo en el suelo.
    —¡Levantate! —le grité, no podía dejarme ganar tan fácil. No cuando se dice que es el mejor y peor, no podía hacerlo cuando tuvo las pelotas para hacernos la mala jugada en las calles.
     Se levantó con esa sonrisa tan burlona en su rostro, no sabía  como era que siempre lo hacía. ¿Por qué sonreír cuando algo iba mal? ¡Gilipollas! Me ponía las pelotas a jugar.
     Me golpeó por primera vez en la quijada, sentí como tronó alguno de mis huesos, eso era traía algo en los nudillos que lo hacía golpear más fuerte, al regresar el rostro me golpeó el estomago. Iba a hacerlo nuevamente cuando lo jale del brazo y metí mi rodilla en su estómago. Un gemido de dolor lo acompañó, le había sacado el aire. Al caer me jaló del pie haciendo que cayera y él subirse encima mío. Me empezó a golpear el rostro pero antes de sentir algún dolor penetrante empujé mi pierna a modo de que se fuera de frente, me levanté rápidamente y por idiota empecé a golpearlo con patadas. Había sido un hijo de la calle y había aprendido del modo mas salvaje, a golpes. Juré nunca dejarme de nadie y lo haría siempre y cuando esté en mis manos.
     Sentía perder la cabeza, todo me daba vueltas, como si hubiera estado sumido en un transe y al darme cuenta de ello, mis oídos pedían a gritos salir corriendo de ese lugar, todos gritaban y algunos me tomaban de los brazos. Me sentía perdido, no sabía que estaba haciendo, la venganza me estaba cegando. Salí de ese lugar tropezando con todos y al único lugar que se me ocurrió ir fue en donde vivía la única persona que me daba calma. Que me hacía ser mejor.
Me subí por el árbol que estaba junto a su habitación y toqué a su ventana. Sus pasos se escucharon y su rostro espantando me observó de arriba abajo.
    Abrió y lo único que hice fue abrazarla. Sentir su corazón latir contra mi pecho de manera desbocada me encantaba. No dijo nada y se lo agradecía, quería dejar de estar enojado con toda la vida y ella hacía de las cosas más mínimas diferentes.
     —No sé como explicarte...
     —¿Te quedas? —agradecía que fuera su única pregunta.
     Asentí y mientras tomaba mi mano se dio cuenta de que llevaba aun las vendas. Me senté en la esquina de su cama y ella se hincó frente a mí. Empezó a deshacerse de las vendas rojas por la sangre mía y de Landon, ya que a pesar de las vendas mis nudillos se veían al rojo vivo. Trajo un botiquín de primeros auxilios, empezó a a limpiarme con un algodón y lo que sea que fuera eso que ardía una mierda.
     Me quejé y ella sonrió llamándome llorón. Al acabar la tomé por los hombros e hice que se levantara, se sentó en mis piernas y me observó el rostro detenidamente. Sus cejas se juntaron, seguro tenía algún moretón. Besé la esquina de sus labios y me dejé caer de espaldas llevándola conmigo. Nos miramos un largo tiempo a los ojos. Trataba de descifrar que era lo que ella estaba pensando de mi en estos momentos. Ya no podría hacer mi repertorio mas grande. A cambio su sonrisa me decía que a pesar de todo le alegraba que estuviera allí con ella. 
     —¿Cómo te sientes? —me preguntó mirando mi quijada, seguro ahí estaba el moretón.
     —Mejor contigo —dije, la abracé a modo de que quedara recostada en mi pecho, su castaño cabello se esparcía por todos lados.
     —Tienes que dejar de hacerlo, odio ver que estés mal.
     —¿Por qué alguien como yo te importo? —pregunté tratando de encontrar una buena razón para que ella estuviera conmigo. Si supiera que fue una pelea bruta y no una callejera.
     —Simplemente lo haces, no quiero que esto sea pasajero. Y tu lo haces cada vez mas difícil cuando arriesgas tu vida.
     —Me conociste siendo así...
     —Y no te cambiaría ¿lo sabes? —Sonreí, eso estaba claro.
     —Lo sé —susurré, si algo nunca me había reprochado era mi forma salvaje de ser. — ¿Ni por alguien mas?
     —No se que decir porque no se que es lo que estamos haciendo... con esto.
     Ambos nos quedamos callados y nos acomodamos de forma mas cómoda ya que nuestros pies colgaban.
     Al otro día desperté demasiado temprano, no quise despertar a Charlotte y no la quería meter en mas problemas así que me fui, después de darle un casto beso sobre su cabeza. Murmuró algo dormida pero nada entendible.
     Fui en busca de mi motocicleta, ojala estuviera allí. Y bueno que era una zona muy prestigiosa claro que era seguro. Me subí y empecé a andar hasta el departamento. Quedé dormido a los minutos de tocar la cama.

¡Como dos amigos! [+18]Where stories live. Discover now