Capítulo 16

8.2K 365 8
                                    

     Claro que no la obligaría, nunca lo haría. Necesitaba sentir su piel contra la mía.
     —Entonces hazlo. —Susurró aun en la misma posición. Aprecié mas su vagina, tan perfectamente depilada y al pasar mis dedos por ahí sentir su suavidad, sus deseosas ganas de ser penetrada. Su humedad, el aroma embriagante de su excitación, sus gemidos. Toda ella me decía que lo necesitaba. Introduje dos de mis dedos en su interior, la acaricié con entusiasmo, excitación y fervor. Recorrí mis dedos por su clítoris estimulándola, después me seguí el camino hasta llegar a su orificio anal acariciándolo. Deseaba tener a Charlotte de todas las maneras posibles. Aunque no sabía si ella iba a estar de acuerdo con ello.
    —¿Usas un método anticonceptivo, ya? —pregunté ya que no llevaba conmigo condones, no estaba en mis planes, tan solo iba a nadar y pasarla bien tranquilamente.
    —Fui con la ginecóloga y como soy tan olvidadiza accedí a inyectarme una vez al mes, y las pastillas dicen que engordan. —Dijo con gracia mientras me veía. Le sonreí, que bueno. Odiaba tener que usar condones con ella.
     Me bajé el pantalón y el bóxer y me subí a la cama junto con ella que yacía acostada al sentir la cama hundirse se levantó y me encaró besándome voraz, atendí sus labios con ambición y deseo. Deseaba que solo fuera mía, que no existiera alguien mas que la tocara, era tan egoísta pero no podía evitar que esos pensamientos me invadieran. Al acabar el beso se dejó caer en la cama con sus piernas levemente abiertas, aun sentía pena mostrarme su cuerpo pero yo me encargaría de que no lo hiciera, era preciosa con todo y honores.
     Me posicioné entre sus piernas y ella gimió al sentir mi duro pene en su entrada, su clítoris hinchado me atraía, me hacía jadear con su belleza, me acerqué a sus pechos que se endurecieron apenas mi lengua los tocó. Los envolví con ella y disfruté el dulce sabor que emanaba en toda su piel.

     Le abrí mas las piernas y besé sus muslos internos, con cortos besos saqué mi lengua y recorrí desde sus rodillas hasta sus labios vaginales, de su clítoris hasta el otro extremo, abrí cuidadosamente sus labios con mi boca e introduje mi lengua saboreándola, un rico sabor salado el cual me enloquecía, metí  mi lengua tantas veces se me dio la gana, Lott gemía y apretaba mi cabello con cada roce, la sentí contraerse regalándome su primer orgasmo. Con avidez tomé mi pene y lo posicioné en su entrada. Gimió. Moviéndolo por todo su sexo. Sus ojos se cerraron junto con un jadeo.
     —Mírame —susurré —, quiero ver el placer que reflejan tus ojos al sentirme. Quiero saber si te satisfago tanto como tu lo haces conmigo y mas que nada quiero saber si atiendo tus necesidades.
     Sus labios se curvaron en una sonrisa entonces abrió sus ojos dilatados por la pasión, se conectaron con los míos danzando en una gran deseo. Entre en ella lentamente, sus ojos brillaron, no podía perderme gesto alguno de su rostro, su nariz se dilataba con cada respiración sus ojos parpadeaban y su boca estaba entreabierta haciendo que absorbiera su aliento, me excitaba tanto. Entraba y salía de ella con desden, sentir su piel contra la mía era embriagador, fascinante. Sentir como el deseo crecía mas, como me extasiaba con sus gemidos de placer. Como ella me deseaba de la misma forma, sin importar que hayamos discutido no podíamos estar enojados en la cama. Sin importar que fuera de la cama nos aventaríamos cualquier cosa con intención de saciar nuestros enojos. No importaba nada de eso cuando nos amábamos, saciando el uno por el otro, porque lo queríamos y nos atendíamos mutuamente.
     Por mas que quería fingir que no me importaba Charlotte, no podía simplemente no podía estar lejos de ella. Me importaba mas de lo que otra chica llegó a hacerlo. 
     Avivados por la situación, nos besamos terminando el contacto visual. Se arqueó al sentir que iba mas rápido y paró de besarme mientras cerraba los ojos y enterraba sus uñas en mi espalda. Me detuve pensando en que le había hecho daño, sin embargo ella hacía eso porque el placer era tan grande que no quería olvidarlo y cada vez al cerrar los ojos recordarlo.
    —¿Por qué has parado?
    —Dime lo que quieres, estoy dispuesto a hacer lo que mas te complazca.
    —Sabes lo que quiero... —susurró sonrojada mientras me veía.
    —Dímelo. —Pedí.
    —Que me hagas tuya una y otra vez hasta que nuestros cuerpos fallen de cansancio.

¡Como dos amigos! [+18]Where stories live. Discover now