59. Bocinas, tortitas y Puede ser

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Créditos a northwestyles  por el hermoso gif, ¡muchísimas gracias! ❤️❤️❤️

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59. Bocinas, tortitas y Puede ser

El horrible y estridente sonido de una bocina me hizo despertar sobresaltada y pegar un salto que me hizo caer del sofá. Me froté la nuca dolorida, y alcé la mirada con intención de descubrir quién era el estúpido (o estúpida) que me había despertado y al que torturaría de 1001 formas posibles.

Matt reía como histérico, mientras volvía a apretar la bocina y daba saltitos como una niña emocionada.

Peter gruñó, cambió de posición y abrió los ojos lentamente. Se incorporó, y tuve que tragarme una carcajada al ver su pelo revuelto cual nido de pájaros.

—Hoy hay clases, ¿recordáis? Instituto, profesores, clases... ¿Os suena de algo?— le lancé a Matt una mirada cargada de todo el odio que fui capaz de reunir, y me levanté, haciendo una mueca de dolor al comprobar que se me había dormido el brazo.

Un olor delicioso me hizo levantar la cabeza como suricato. En un rápido movimiento, eché un vistazo por la puerta entrecerrada de la cocina. Derek estaba cocinando algo que no llegaba a ver, pero que debía de saber genial a juzgar por su olor. Un momento... ¡¿Derek?!

Peter reaccionó casi al mismo tiempo que yo. Nos levantamos rápidamente, desconcertando a Matt, quien nos miró confundidos. Abrí la puerta de un golpe. Derek dio un pequeño salto del susto, y se giró hacia nosotros

—Casi me da un infarto. Podría haberme muerto. Habríais privado a toda la población de esto— hizo énfasis en "esto" al tiempo que se señalaba de arriba a abajo y asentía con la cabeza. Reparé en que llevaba un mandil para no mancharse de color rosa fucsia en el que se leía "La mejor mamá del mundo". Solté una carcajada sin poder contenerme. Derek se fijó en el mandil, y algo avergonzado, se lo desató y lo dejó encima de la silla de madera.

—¿Qué estás haciendo?— preguntó Matt con voz infantil, mientras se acercaba a la cocina.

—Tortitas, ¿quieres?— preguntó, ofreciéndole. Matt asintió rápidamente, y podría jurar que se le estaba cayendo la baba— Pues para ti no hay— sentenció. Dejó la sartén de nuevo en el fuego y la Matt puso cara de estreñido, se cruzó de brazos e hizo un puchero.

—No hagas eso, te saldrán arrugas— dijo Derek, mientras le pellizcaba el brazo y esbozaba una sonrisa de oreja a oreja.

Unos pasos rápidos se oyeron en las escaleras. Kendall, medio dormida, con el pelo enmarañado y un pijama azul con camiseta blanca, bajó las escaleras. Se sentó en la silla de madera, vio el delantal, enarcó las cejas y prefirió no hacer comentarios.

Hey, AllieWhere stories live. Discover now