3.Capítulos interrumpidos secadores explosivos y ponis sensuales

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3. Capítulos interrumpidos, secadores explosivos y ponis sensuales.

Seguí caminando lentamente, más bien, seguí arrastrándome lentamente por el pasillo hasta llegar al aula de química. Busqué a Zoe con la mirada, y la encontré sentada en la mesa junto a la ventana. Corrí a su lado y por fin me senté en la silla.

Por fin era última hora, la última y bendita hora del horario escolar.

Cuando creía que me iba a dormir de aburrimiento por la sumamente aburrida explicación del profesor, el timbré por fin sonó. Me levanté como un resorte, y eché a correr hacia la puerta de salida, junto con Zoe.

—Libre soy, libre soy—canturreé mientras caminaba por el pasillo hacia la salida, provocándole a Zoe una leve risita.

—¡Hasta mañana, cosa amorfa!- le grité al llegar al aparcamiento, donde me esperaba el coche de mi padre. Agité  la mano en forma de despedida y subí al coche. Me abroché el cinturón mientras tatareaba una melodía muy pegadiza que había oído cantar a Zoe.

Un fuerte golpe nos asustó a Dylan y a mí, y sincronizadamente, giramos la cabeza en dirección a donde había provenido el golpe.

Un Matt bastante mareado y confuso se levantó del suelo. Probablemente se habría resbalado. Palpó el aire en busca de la puerta del coche, pero de tal golpe que se había llevado, no abrió la puerta, y se dio un fuerte cabezazo contra la ventanilla.

Abrí la puerta del coche lentamente, y tiré de su brazo para ayudarle a entrar. Me miró confundido, y al instante se quedó dormido.

—Parece que el golpe ha sido más fuerte de lo que parecía— dijo Dylan, mirando al chico inconsciente.

Sam acababa de subir al coche por la otra puerta, miró a su hermano inconsciente, se encogió de hombros y se sentó en el asiento libre. 

Papá, acostumbrado a este tipo de cosas, no hizo ninguna pregunta, y arrancó el coche con un sonoro acelerón.

...

Corrí hacia la casa, y en seguida recordé que tenía examen de historia al día siguiente y no había abierto el libro. Susurré un "mierda" y corrí escaleras arriba.

Realmente, historia es una de mis asignaturas favoritas, pero el hecho de que tenga un examen de un tema tan largo, me hacía odiar un poco más la asignatura.

Leí el primer párrafo, y en seguida se me fueron los ojos al mando de la televisión que descansaba encima de la cama.

No, no enciendas la tele. No, no la enciendas. No... ¡Joder no la enciendas!

Pero la tentación fue mayor y acabé encendiéndola. Comprobé la hora y, ¡oh yeah!, ahora echaban "American Horror Story".

Desconecté el móvil y apagué las luces. Me acomodé en el sofá y el nuevo episodio comenzó. Un cántico para nada celestial me obligó a salir de mi cuarto para buscar al engendro que estaba cantando a pleno pulmón.

—¡La la la la la!—cantaba Dylan, desde su habitación—¡Dylan es un poni sensual! ¡Oh si! ¡Oh sí! ¡Ponii, po-po- po poni!

Y... Esto no me sorprende en absoluto.

—¡Dylan!— golpeé su pared—¿qué te dije de cantar a estas horas? ¡Deja tus momentos "high school musical" para cuando no estén echando un nuevo episodio de "American Horror Story", gilipollas!

Hey, AllieWhere stories live. Discover now