51. Maletas, sueños y Te amo.

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51. Maletas, sueños y Te amo.

—¡Allie! ¡Baja ya!— aquel grito de Sam proveniente del piso de abajo me hizo moverme más rápido. Hoy era nuestro último día en España y había olvidado por completo hacer la maleta. Me puse de puntillas para tratar de alcanzar el libro del último estante, pero no llegaba. Maldita estatura de minion. Pegué un pequeño salto, y antes de volver a pisar el suelo, noté cómo unas manos se posaban en mis caderas y me elevaban unos centímetros para poder alcanzar el estante.

—¿Necesitabas ayuda, princesa?—preguntó Peter, con una tierna sonrisa en el rostro.

—No te lo voy a negar— dije, al tiempo que esbozaba una sonrisa. Entrelacé mis manos tras su cuello y me acerqué a él hasta poder besarle. Peter me devolvió el beso y sonrió contra mis labios.

—Aún sigo sin poder creerme que esto sea real— admitió Peter con total sinceridad en cuanto me separé de él. Fruncí el ceño y le miré a los ojos.

—¿El qué?— pregunté bastante confusa.

—Que seas mi novia— admitió, causando que sus mejillas se tornaran rojo neón.

—¿Todavía sigues con eso?—pregunté con una sonrisa en mis labios. Todas las chicas del universo deberían tener su propio Peter. Pero este, este es mío.

Volví a besarle, al tiempo que pasaba mis manos por detrás de su cuello y las entrelazaba.

—Babosos, separaos. Debemos irnos— soltó Kendall, quien acababa de aparecer en el marco de la puerta— Tanta cursilería va a matarme — susurró, más para sí misma.

Peter se encogió de hombros sin perder la sonrisa, y se dio la vuelta para salir de la habitación.

—¡Espera!— grité, cuando ya se hallaba casi fuera— ¿Me ayudarías a hacer la maleta?—estiré mi labio inferior en forma de puchero. Peter asintió rápidamente y se acercó a mí.

—Manos a la obra.

...

Después de varios intentos para cerrar la pesada maleta, decidimos que lo mejor sería que Peter se sentara encima para tratar de cerrarla.

Peter se abalanzó sobre ella, dándome el tiempo justo para cerrar rápidamente la cremallera y suspirar aliviada.

Peter rió, y se bajó del objeto, para luego acompañarme escaleras abajo.

—¿Quieres que te ayude?—preguntó al verme levantar el pesado objeto dispuesta a llevarlo hasta abajo.

—No. Lo de antes fue una excepción— dije, al tiempo que cogía la maleta por el asa y la arrastraba escaleras abajo.

—No seas cabezota— sentenció, mientras me arrancaba la maleta de mis manos y corría hacia el piso de abajo con ella.

—¡Me las pagarás!— grité.

—¡Lo dudo mucho!— contraatacó.

Rodé los ojos, y bajé los escalones que me quedaban.

Todos estaban reunidos en el salón, desperdigados por los sofás y medio muertos de sueño, ya que eran las 6 de la mañana. El vuelo salía a las 7:30 pero había que estar allí a las 6:30 si no queríamos perder el avión, así que mejor darse prisa.

Hey, AllieWhere stories live. Discover now