28. Dragones, skates y Wow

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28. Dragones, skates y Wow

Ya con la bolsa de la librería en la mano, salimos fuera a por nuestro próximo objetivo. El peluche para Grace.

Había una gran juguetería en el cuarto piso, así que cogimos el ascensor y subimos a la siguiente planta. Los dragones no habían desaparecido, y ya estaba comenzando a entrar en pánico. Le miré. Estaba de perfil a mí, se rascaba la nuca nervioso, y miraba fijamente la lámpara a través del cristal. Sus labios estaban entreabiertos... «Si no te gusta, qué haces mirando sus labios, eh?» Cállate, estúpida conciencia.

Me miró. Me había pillado mirándolo. No pude evitar sonrojarme, él estaba sonriendo. Me encantaba su sonrisa. Peter me estaba mirando a los ojos, con esos ojos azules tan bonitos. Habría querido recordar ese momento para siempre, pero eso era imposible. Y lo supe cuando el ascensor se detuvo finalmente. Por suerte, la juguetería estaba enfrente. Yo también era bastante vaga.

La juguetería era enorme. Había todo tipo peluches y muñecos de  por todas partes, ¿cómo demonios íbamos a encontrar ese peluche en específico? Miré a Peter, que parecía estar pensando exactamente lo mismo.

— Hay un dependiente allí al fondo, podemos preguntarle— me encogí de hombros. Peter tenía razón, no había otra manera, a no ser que quisiéramos pasarnos horas horas buscando el peluche entre todos los demás. En cuanto me acerqué al dependiente, mi corazón dio un vuelco. El chico era guapísimo. Yo diría que es el hermano gemelo perdido de Chace Crawford. «Grrrr»

—Perdone, ¿sabe dónde podemos encontrar este peluche?— le señalé la foto que aparecía en la pantalla de mi móvil. Era un bonito peluche de Golden Retriever que, según la etiqueta, era de esta tienda.

—Mira nena, soy nuevo. No tengo ni puta idea de dónde pueden estar los jodidos peluches— parpadeé, perpleja al igual que enfadada por su comportamiento, ¿no se suponía que los empleados (sobre todo de las jugueterías) debían ser amables? Digo yo.— Me gustan tus tetas, ¿tienes novio, bebé?— levanté mi rodilla, y con toda fuerza que tenía la impacté contra la parte débil de todo hombre. Sí, en la entrepierna. Gimió de dolor, llevándose las manos a la parte afectada por mi rodilla. Parecía que no pudo soportarlo, y calló al suelo de rodillas.

Carcajeé al ver cómo se retorcía en el suelo. Maldito gilipollas.

— Nunca, jamás le digas a una mujer que le gustan sus tetas. — le apunté con el dedo. Lentamente, me fui agachando y acercando.m a su oído Me agaché, hasta quedar a su altura, me acerqué a su oído, y le susurré: "Si no quieres que esto se vuelva a repetir, tú y tu culo deberías marcharos muy lejos"

Tragó saliva sonoramente, a la vez que asentía con la cabeza.

Me levanté de un salto, y con el ego bien inflado, me alejé de allí. Los pasos de Peter resonaban por detrás, y no fue hasta que se puso a mi lado que decidió hablar.

— Wow. Eso ha sido muy Wow.

— ¿Qué esperabas que hiciese? ¿Qué me sonrojase como haría cualquier zorra del instituto?— pregunté, todavía enfadada por el comportamiento del chico de antes.

—No, tú no eres así. Tú eres mejor que ellas, Allie— ahora sí que me sonrojé. Y los dragones acaban de regresar a mi estómago.

Casi como una acción divina, contemplé el gran estante en el que mis ojos se habían posado con rapidez. Lo repasé varias veces con la mirada, buscando la razón por la cual me había fijado en él. Y lo vi. El maldito peluche.

Hey, AllieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora