16. Espacio personal, besos en la mejilla y Los cuatro Starktásticos

855 82 16
                                    

16. Espacio personal, besos en la mejilla y Los cuatro Starktásticos.


-Oh...,em..... En realidad no somos novios ni nada por el estilo- se apresuró a decir Peter.

- Oh, qué lástima. Hacéis buena pareja- miré a la señora con los ojos muy abiertos y una mueca de horror en el rostro.

- Yo solo digo la verdad- se encogió de hombros y se marchó, alejándose por e pasillo, no sin antes susurrar- Jóvenes. No hay quien les entienda.

Solté un suspiro de alivio, y por fin me atreví a mirar a Peter. Sus mejillas habían adquirido un tono rosado, haciéndole parecer tierno y adorable.

- ¿Nos vamos?- asentí. Por suerte, aún llegábamos a la próxima clase.
Corrimos como si unos pingüinos violadores nos persiguiesen hasta llegar allí. Todavía faltaban 10 minutos para que tocase el timbre, 10 minutos que aproveché para estudiar sociales, ya que al día siguiente tenía examen y no había estudiado. Crucé mis piernas, al estilo indio y me recosté en la pared.

El timbré sonó, haciéndome saltar como un resorte, alejándome de la puerta. Peter me imitó, apartándose justo a tiempo y evitando de que la puerta le rompiese la nariz.

...

Un sonido ensordecedor resonó en mis oídos, dejándome medio sorda. El timbre escolar.

No había caído en la cuenta de que estábamos a ultima hora, pero me alegraba de ello.

Recogí mis cosas, metiéndolas en la mochila. Me la cargué al hombro y me ajusté las correas.

Salí de allí, en dirección al aparcamiento. Divisé el coche de mi padre allí, aparcado en la esquina.

Alguien me tocó el brazo, y me giré, un tanto confundida al ver a Peter tan cerca mío.

- Espacio personal, por favor- le dije, a la vez que le apartaba con un leve empujón. Soltó una carcajada y se apartó un poco de mi cuerpo.

- Sólo venía a agradecerte que te hubieses quedado en la enfermería, conmigo.- sonrió de lado.

- ¡Que menos! Casi te rompo la nariz- soltó una carcajada.

- Bueno, yo ya me voy- lentamente se acercó a mí. En un rápido movimiento, posó sus labios sobre mi mejilla y me dio un tierno beso. No me dio tiempo a decirle nada, ya que había huido tan rápido que ni le vi alejarse. Por acto reflejo, llevé el dorso de mi mano a mi mejilla, suponiendo que ésta debía estar teñida de rojo neón- ¡que tengas un buen día!- gritó desde lejos.

Sonreí como idiota y me puse a juguetear con mis dedos. Intuía que me estaba olvidando de algo, pero no recordaba el que, ¡mierda mi padre! Caminé, a paso rápido y ligero hasta el coche, ideando una excusa de por qué había tardado tanto, por si acaso lo preguntaba.

Abrí la puerta y me senté en el asiento del medio. Sam y Matt me sonrieron, pero eran dos sonrisas muy diferentes. La de Matt era amplia, y dejaba al descubierto todos sus dientes. Irradiaba felicidad. Mientras que la de Sam no pintaba nada bien. Tenía la típica sonrisa que te aparece en el rostro cuando estás a punto de llorar, y si mi vista no fallaba, los ojos aguados. Decidí no preguntar en ese momento, ya que mi padre se encontraba a menos de un metro de nosotras.

...

El coche fue frenando hasta que finalmente lo consiguió.

- Quedaos aquí. No os mováis. Si le hacéis algo a mi coche, os castro, ¿entendido?- todos asentimos asustados y volvimos a nuestros asientos.

- Tú y yo tenemos que hablar- le dije a Sam. Ella asintió, cabizbaja, en respuesta y salimos del vehículo. Cuatro metros calle abajo había un banco de madera desgastado y alargado, en el que nos sentamos.

- Sam, ¿qué te pasa?- ella me miró, con lágrimas en los ojos.

- Matthew me engañó- soltó, para luego romper en una ola de sonoros y sollozos y hacer que una cascada de lágrimas saliesen de sus ojos, deslizándose sobre sus mejillas. Me acerqué vacilante hacia ella, pero al ver que era ella la que me abrazaba con fuerza, me relajé. No soportaba verla así, y supongo que ella tampoco.

Sam y yo somos muy parecidas en cuanto a carácter. Éramos cabezotas, sarcásticas, poco cariñosas, poco fiesteras, lectoras y un montón de adjetivos más. Y en cuanto a la música, podríamos decir que amábamos el mismo tipo. Teníamos la misma tendencia a no dejarnos llevar por las modas y también, con el tiempo, habíamos aprendido a ignorar los insultos. Habíamos levantado un muro inquebrantable alrededor de nuestro corazón, cuya llave para abrir la puerta solo conservábamos nosotras.

Mi corazón se desgarraba al oír sus lastimeros sollozos.

- Tranquila, tranquila, ¿quieres hablar de ello?

- Sí, me ayudaría a desahogarme- hice un gesto con la mano incitándola a continuar.

- Ayer por la noche, hacia las 12, Mathew me mandó un mensaje. Decía que se encontraba muy mal, y que al día siguiente no iba a ir a clase. Le dije que deseaba que se mejorase, que le quería y que me iba a dormir. Luego, esta mañana, me extrañé al verle conectado y que no me hablase, pero decidí ignorarlo. En clase de francés, el profesor me mandó ir a conserjería a por unas tizas. Yo bajé, emocionada por saltarme las clases- asentí, dándole a entender que lo estaba entendiendo todo- Cuando llegué allí, el conserje me dijo que no tenía ninguna en ese momento, pero que tenía unas cuantas en el armario. Fui hasta allí, en busca de las tizas, y cuando abrí la puerta vi en primera persona como Elisabeth le metía la lengua hasta la garganta a mi novio, y para más detalles diré que ambos estaban casi desnudos.

La abracé de nuevo. Ese tío era un gilipollas. Mi hermana y él llevaban saliendo más de dos años, y no me extrañaría nada que la hubiese engañado en otra ocasión. Apreté mis puños y tensé mi mandíbula.

- Ese gilipollas no te merece, Sam.

- Lo sé- suspiró y soltó un sonido, una mezcla entre carcajada y sollozo

- No te deprimas- una brillante idea iluminó mi mente. Ella sonrió, apartándose el pelo de la cara, dejando a la vista sus preciosos ojos verde esmeralda, ahora rojos e hinchados de llorar- ¿Sabes qué? ¡Los cuatro Starktásticos* se reúnen de nuevo!

Una sonrisa radiante e ilusionada se dibujó en su cara, y no pude evitar sonreír.

- ¿De verdad?

- Oh yeah, baby. Y esta vez,
los cuatros Starktásticos lucharán contra el malvado Doctor Marmota.

Soltó una carcajada y de la mano, fuimos hasta el coche, observando como los niños corrían hacia los brazos de sus padres, felices de haber terminado las clases del día.

...

Cerré el cajón con un golpe seco. Apreté el botón de la izquierda del walquitolkie azul que tenía en la mano, haciéndolo sonar.

- Aquí suricato a mapache, ¿me recibes?- comuniqué por el altavoz. La respuesta no se hizo esperar, acompañado por una carcajada limpia, al escuchar los ridículos nombres que nos habíamos puesto.

- Alto y claro, suricato.

- Avisa a Pony. Los cuatro Starktásticos regresan. Regresan con fuerza, y esta vez, la víctima será Matthew.

***********************

N/A:

Bueno, bueno, bueno ¡aquí otro cap!

¿Que loco no? ¡Ya son mas de 900 leídas! Gracias ♥️♥️♥️ Y en nada 200 votos ♥️♥️♥️

Decidme que alguien pilló lo de los cuatro Starktásticos

Puede que al acabar la novela suba  episodios de cuando ellos eran pequeños, ¿qué os parecería? Serían como capítulos, sin ninguna relación unos con otros pero bueno.

Más adelante os contaré los planes que tengo para la familia Stark


Bye!!!!

Hey, AllieWhere stories live. Discover now