v e i n t i s i e t e

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—Tu madre también ha desaparecido estos días, raramente la he visto. ¿Sabes qué le ocurre?

—Papá. —digo llamando su atención. Sé que le duele mirar en mi dirección debido a la manera en que luzco, para él es difícil ver a su hija pequeña así. Entonces, mi mente comienza a regañarme antes de que suelte la bomba, antes de que destruya su corazón por completo. Porque Keith Collins es un hombre fuerte, pero ha soportado mucho en su vida y puede que en algún momento, llegue el último viento que derrumbe por completo su coraza. —Lo sé todo.

Primero; su ceño se frunce profundamente, sus ojos se achican en mí y de repente todos sus años son visibles a simple vista, después; su rostro palidece y tiene que poner los codos sobre la mesa para sostener su rostro entre sus manos. Él sabe de qué estoy hablando.

—Por eso es que Julia no se ha acercado aquí. —susurra para él y lo escucho. —No queríamos que te atormentaras, por eso nunca te lo dijimos. Honestamente, para mí hay muchas cosas que desconozco, pero que he preferido no saber y está más que claro que tu madre jamás se sinceraría conmigo... ni con nadie, apuesto a que fue Niall quien te lo dijo. —afirmo con la cabeza a sus palabras. —Maiah, quiero dejar en claro una sola cosa; siempre vas a ser mi hija, sin importar nada. ¿De acuerdo? Tú y Rebecca... y su pequeña hija, ustedes son todo lo que me queda, porque ahora que sabes la verdad, es posible que Julia no vuelva acercarse a mi vida. Ella me prometió que lo haría, porque ella no quería perderte a ti cuando te enteraras de todo. —sus ojos se cristalizan y no quiero verlo llorar. Sería la primera vez que presenciaría eso y me parece la cosa más triste del mundo. —De acuerdo, ¿hay alguna cosa que quisieras preguntar o...?

—Pienso dejar la escuela. Yo... el derecho y esas cosas no son lo mío. —confieso y una sonrisa cruza sus labios.

—Agradezco tu interés en ello, de cualquier manera. Me hacía ilusión que te graduaras, pero ya que no va a ser así... cualquier cosa que decidas hacer con tu vida, va a estar bien para mí. Siempre y cuando te alejes del peligro, Maiah.

Sus palabras me hacen sonreír con tristeza porque suena como si esta fuera una despedida. Él piensa no volver a verme nunca más... quizá imagina que yo no deseo verlo, pero está equivocado.

—No es una despedida, papá. —la mención de mis palabras iluminan sus facciones y me siento bien por haberlo hecho.

—Entonces ve a casa, descansa. Vi todo en las noticias, pero imaginé que lo mejor era mantenerme al margen, ya que no había sido notificado del accidente. —muerdo mis labios culpable.

—No quería preocuparte.

— ¿Bromeas? Rebecca, tu madre y tú me dan preocupación constante y excesiva. Cada una a su manera, por supuesto.

Sonrío, él ha empezado a bromear y ese es un signo positivo de la situación.

La campana que está sujeta a la puerta del restaurante suena, avisando que un nuevo cliente ha llegado y siento que debo volver a casa. Niall tenía algunos asuntos por atender, pero conociéndole, eso no durará mucho. El ruido de los zapatos de tacón se hace escuchar por encima del suave murmullo de la gente, el espeso aroma dulzón de un perfume mezclado con el aroma del humo de los cigarrillos llega a mis fosas nasales y se instala en mi garganta, asfixiándome.

—Maiah, ¿no es aquel tu auto? —papá murmura, intentando no llamar la atención de la rubia que ha entrado en el restaurante. No quiero siquiera mirar, pero me es inevitable mirar en el reflejo del cristal de un cuadro el pequeño auto que está hecho trizas del frente y también noto a un hombre saliendo de él, una vez que su joven ayudante se ha encargado de revisar que no hay un oficial de policía o alguien que pueda presenciar lo que sea que intenta hacer y que con seguridad lo lleve a prisión inmediatamente.

Brave | niall horanWhere stories live. Discover now