d o c e

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Las palabras de Niall se repiten una y otra vez en mi mente, martillean con fuerza, obstinadas por no permitirme pensar en otra cosa. Trato de prestar atención al profesor, pero no me es posible entender sus palabras. Es tan frustrante. Justo ahora tengo mi mente en tantas cosas que temo volverme loca en poco tiempo.

Pienso en la preocupación constante de Niall por mí, todos sus consejos y sus disculpas por no haberme dicho antes que Joe estaba fuera de prisión. Y su más grande excusa es el hecho de que no quería causar el lío mental que tengo en estos momentos. Así que no me molesté con él, simplemente lo abracé por la cintura fuerte y sollocé silenciosamente hasta quedarme.

Estuve en un pequeño ataque de histeria interno, aunque solo pude depurarlo con ese llanto que sé de antemano a Niall le lastima tanto.

— ¿Señorita Collins? ¿Puede repetir lo último que he dicho?

Parpadeo, dándome cuenta de lo aterradora que pude lucir con la mirada perdida en un punto cercano a la pizarra, pero a la vez tan lejano a ella. Me siento recta y miro al profesor, que espera con molestia a mi respuesta.

—Bien, eso creí. ¿Recuerda lo que le dije antes? Sigue en pie, no me hace falta en clase. —habla duramente, yo miro abajo a mi cuaderno que en lugar de apuntes tiene un montón de garabatos y algunas notas sobre mis sospechas. Suelto un suspiro y medito antes de marcharme. Ya no estoy en la secundaria, el profesor no debería echarme de la clase, pero bueno, no son mis reglas.

Salgo del aula y voy directo a la salida. Ya no quiero estar aquí. No creo poder alcanzar la capacidad de prestar atención y no necesito que el incidente de mi clase de sociología se repita en las demás.

— ¿Maiah? ¿A dónde vas? —Daisy se apresura a espaldas mías, el tacón de sus zapatos hace bastante ruido y me detengo para esperarla.

—A casa, no me siento muy bien, a decir verdad. —digo haciendo una mueca de disculpa y encogiéndome de hombros a la vez.

—Oh. ¿Quieres que te lleve a casa? —ofrece amablemente y me sonríe.

—No, estoy bien. Gracias. Tengo un auto provisional. —sí, porque Niall ni loco iba a dejarme tomar el transporte público después de decirme el riesgo que estoy corriendo.

—Puedo acompañarte de todas maneras. —sugiere.

—Pero... ¿Qué hay de tu auto? No puedes dejarlo aquí. —insisto, pero sé que he perdido esto cuando una brillante sonrisa se dibuja en sus labios color rosa chicle.

—Zach podría recogerlo por mí. Me debe un par de favores, y bueno... a él le encanta conducir mi auto. No creo que se niegue. —se encoge de hombros y me mira, esperando una respuesta afirmativa.

Cierro los ojos y suelto un suspiro.

—De verdad, Daisy. Creo que estaré mejor por mi cuenta, ¿nos vemos mañana? —tajo de inmediato sus esperanzas, quizá no de la mejor manera en que podría haberlo hecho. Después, no espero a que ella me dé una respuesta y comienzo a caminar hacia el exterior. Miro a mis manos, el barniz de uñas gris que puse el otro día está cayéndose poco a poco, las mismas uñas están mordidas debido a mi nerviosismo y en general, luzco tan descuidada que me pregunto por qué Niall se esfuerza tanto por quererme cuando le causo tantos problemas.

Es algo que no debería cuestionarme, tal vez. Al final del día, tú amas a quien amas y no hay manera de dar vuelta atrás o preguntarte por qué eso sucede.

Suelto un suspiro y me subo a la camioneta de Niall, un poco desconcertada al momento en que tengo que conducir. Enciendo la radio y la coloco al volumen mínimo, solo la necesito para no sentirme sola y embargada por todos mis pensamientos porque eso es lo último que quiero en estos momentos.

Brave | niall horanWhere stories live. Discover now