t r e i n t a i t r é s

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El olor a antiséptico llena mis fosas nasales en cuanto abro la puerta unos cuantos centímetros antes de abrirla lo suficiente para poder adentrarme de lleno en la habitación. El ruido de las máquinas médicas es lo que –además del olor– llena la habitación de paredes pulcras y blancas. Espero que mis pasos no sean ruidosos mientras camino dentro y me pregunto si así fue como se sintió Niall al tener que entrar día tras día para verme postrada en una cama.

La enfermera me indicó antes que podría ser posible que Zach se encontrara dormido, debido a la cantidad de calmantes para el dolor que tienen que administrársele para aminorar las molestias que su acto heroico causaron.

Miro a mis zapatos y luego a mis manos, entrelazando mis dedos.

—Es verdaderamente grato que por fin alguien entre aquí, que no se trate de mi madre, la enfermera o el fastidioso de William. —la voz calmada y cansada de Zach llega a mis oídos, ganando mi atención y provocando que sonría un poco al elevar la vista. —No pensé que se tratara de ti, Maiah.

Frunzo el ceño ligeramente.

— ¿Por qué? ¿Es tan raro? —carraspeo debido a la extraña manera en que mi voz suena. Zach sonríe.

—Oh vamos, hemos hablado contadas veces y bueno... la mayoría de esas ocasiones no han terminado bien.

¿Por qué suena como si tratara de echarme?

Sacudo la cabeza y lo miro. Pero no abro la boca para decir mis pensamientos, cosa que sería un gran error, porque podría interpretarlo de la manera equivocada.

Tomo la silla y me siento ahí, mirando a la pared de enfrente y buscando una imperfección en la misma. No sé cuánto tiempo pasa.

—Oye, lamento ser tan cortante. Yo... esto me tiene de malas todo el tiempo. Necesito moverme y es lo que menos puedo hacer ahora. ¿Sabías cuánto exactamente tarda en sanar una herida de bala que perforó un pulmón? —su voz llega como un murmuro suave. Conozco de antemano la sensación de permanecer en cama a causa del dolor, intentar a toda costa no causar un inmenso sufrimiento físico a la más mínima acción.

Palidezco ante sus palabras, trago saliva y muerdo mis labios.

—No lo sé, supongo que de seis a ocho semanas... depende. —mascullo incómoda. —Perdón por causar esto.

— ¡No!, ¿Qué estás diciendo? Fui yo quien corrió como imbécil al peligro, pero valió la pena, Maiah. Estás a salvo, todo está bien ahora. Tu novio y otro policía me visitaron ayer, cuando me retiraron el respirador artificial, y me pusieron al tanto de la situación. Mierda, no me siento tan cómodo diciendo que estoy contento con el hecho de que ese tipo finalmente ha recibido la muerte, pero joder, él no hacía ningún bien a la sociedad y ni hablar de ti. —Zach dice y para el momento en que termina de hablar, se encuentra agotado y tiene que cerrar los ojos mientras inspira lentamente, tratando de recuperar la respiración.

—Necesito llamar al médico. —musito, poniéndome de pie con la intención de hacerlo, pero su mano se enreda con más fuerza de la esperada en mi muñeca. —Zach, tengo que-

—No. —exhala. —Ellos volverán a sedarme y me colocarán esa horrenda mascarilla de nuevo. —suena angustiado.

—Está bien, no iré, tranquilízate por favor. Tengo miedo que algo pase-

— ¿Tenías miedo de que muriera, Maiah? —me interrumpe con un último aliento y cierra los ojos, dejando ir mi mano al notar que no voy a irme.

—Pensé que estabas muerto todo este tiempo, Zach. Y me sentía culpable, lo sigo siendo... quiero decir, ¿por qué harías algo así por mí? ¿Por qué todos piensan que tienen la obligación de estar poniendo su vida en peligro por mí, cuando es posible que yo hiciera todo lo contrario? —Y es así como me doy cuenta cuán egoísta soy. La mera idea jamás pasó mi mente antes y ya no sé qué pensar ahora.

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