s e i s

1.2K 94 10
                                    

Para llegar a casa tomo el último autobús de la ruta que creí no alcanzaría. Las calles están oscuras y húmedas debido a la llovizna que comenzó justo en el momento en que abordé el transporte público, sin embargo, tengo que enfrentarme a las gotas de agua, la oscuridad y el silencio interrumpido por algunos ladridos de los perros, ya que la ruta no llega al vecindario donde vivo con Niall. Me encojo en mi delgado intento de suéter y camino con los brazos cruzados, sujetando fuertemente mi bolso que funciona bastante bien como mochila.

Las palabras de mi madre no dejan de repetirse en mi mente una y otra y otra vez. Yo sé que no debería darles importancia, ella estaba ebria, ella sólo estaba desahogándose. Pero no puedo dejar de considerar su significado y el hecho de que ella sabe aún más de lo que yo imaginaba. Sé, al final de cuentas, que mamá no va a hablar conmigo de ello.

Me fastidia eso y se une al golpeteo que mis zapatos hacen sobre la banqueta húmeda provocan que mi cabeza duela. Agradezco que finalmente la llovizna ha cesado en el momento en que desbloqueo la puerta y entro a mi cálido hogar... o el que comparto con Niall.

Tiro mis cosas sobre el sofá y después de prepararme una simple ensalada para cenar, me siento en el comedor, sola, bajo la tenue luz de la lámpara que está colocada a un par de metros sobre la mesa. De mi bolsillo saco el pequeño y viejo teléfono que había conservado por años sin saber por qué. No tiene wifi, cámara ni reproductor de música, nada de esas cosas tecnológicas y nuevas. Este aparato analógico con suerte encendió. Apenas y puedo enviar mensajes y recibir llamadas, tengo dificultades para que capte la señal y la batería es un asco, pero es lo único que tengo y gracias al cielo encontré el viejo chip con el mismo número del teléfono que perdí junto mi automóvil.

No lo he encendido, pero en el momento en que lo hago, todas las llamadas comienzan a registrarse como llamadas perdidas –mayormente de Niall– y mensajes que no han sido leídos. Hay correos de voz que no tendré la oportunidad de escuchar, también.

Lo que me da a pensar que mi otro teléfono se ha apagado y quien robó mi auto realmente no está interesado en ello.

Había dobles intenciones en su acto.

Pico las teclas con fuerza para desplazarme a través de los mensajes, ignorando los mensajes de mis padres que son solo dos, hay tres de Marcie y algunos de un número desconocido. Voy directamente hacia los de Niall:

"Hola linda, he llegado a Ennis. El lugar donde estoy quedándome te encantaría, tiene una vista asombrosa."

"Vale, entiendo, debes estar muy ocupada en tu trabajo y con las cosas de la escuela."

"Maiah, joder, ¿te hice algo aún a distancia? No contestas mis llamadas."

"¿Es enserio?"

"Nena, lo siento por los mensajes que dejé en tu buzón de voz. Estoy frustrado por todo aquí, parece que es un laberinto sin salida."

"¿Maiah?"

Son algunos de los que puedo leer. El último mensaje me lo envió justo esta mañana. Trato de devolverle las llamadas pero no puedo obtener recepción con este cacharro que finalmente termino lanzando hasta el sofá, con el corazón en mi mano, porque es lo único que tengo para contactarme con el mundo.

Como desganada mi cena, mirando el reloj marcar las once de la noche. Aún tengo algunos deberes que hacer y tengo que permitirme las horas suficientes de sueño para no ser expulsada de alguna de mis clases. Tal vez debería dejar mi empleo de medio tiempo en el restaurante, solo hasta que logre acostumbrarme al ritmo de vida de una estudiante universitaria.

Brave | niall horanDove le storie prendono vita. Scoprilo ora