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La nada es todo lo que tengo en mis sueños. Ese interminable espacio en blanco y la constante voz de mis más profundos pensamientos atormentándome. Reconozco que no es mi voz, el volumen va disminuyendo poco a poco y yo me veo más desesperada mientras esta se aleja. Quiero recuperarla, quiero escucharla más fuerte. Porque no es mi voz, es la voz de Niall y él se escucha alarmado.

De repente, siento mi cuerpo impactar contra algo. Está duro y frío, y me obliga a abrir los ojos, despertándome del sueño más desesperante en toda mi vida. Fue peor que mis pesadillas, porque no veía, solo escuchaba. Y eso era lo peor del caso.

Cuando logro enfocar mi vista, puedo ver debajo de la cama. Un par de calcetines de Niall y una de las botas que estaba buscando el otro día. Eso me recuerda que debo limpiar. En mi intento por levantarme del suelo, golpeo mi frente contra la manija del cajón de la mesita de noche, provocando un estruendo y por poco tirando la lámpara que permanece encima. Me quejo silenciosamente y me siento en el suelo, observando el desastre de sábanas a mí alrededor, en las que seguramente estaba enredada hasta caer de la cama. Puedo sentir las gotas de sudor a través de mi cuello y mi clavícula. Me estremezco y busco encima de la cama para terminar con la esperanza de encontrar a Niall ahí.

Pequeños trozos de la noche anterior comienzan a surgir en mi mente como las burbujas progresivas del agua hirviente. Sé que lo arruiné, sé que no estará todo bien. Empezando por el intenso dolor de cabeza –adicional al golpe– que puedo sentir en cuanto la luz del sol impacta mi rostro. Odio la resaca. Es lo peor. Y me pone de mal humor. Ugh.

Levanto el desastre de sábanas y las enrollo para ponerlas sobre la cama, me tambaleo y camino hasta encontrar la puerta del baño de la habitación. El espejo es lo primero que me recibe y mi reflejo parece pertenecer a otra persona. Visto mi habitual pijama, pero aún conservo el maquillaje que está esparcido sin forma alguna por mi rostro, especialmente en el área de los ojos, que además, están ligeramente rojos. Mi cabello está en todas direcciones y una curiosa mancha rojiza que comienza a teñirse de violeta en el lugar entre la frente y las primeras raíces de mi cabello, comienza a hacerme sentir más dolor de cabeza que antes.

Tomo una profunda respiración y me apoyo en el lavamanos, el intenso dolor de cabeza aumenta cuando recuerdo que en la cama no había nadie más. ¿Dónde está Niall?

Mi extraño sueño –si es que puede llamarse así–, vuelve a mi mente. Sacudo la cabeza y después de limpiar mi rostro y arreglar el desastre que es mi cabello, camino por la casa, sintiéndome como si fuera la primera vez que estoy aquí. Estoy tan desorientada por el dolor punzante en mi cabeza que tengo que detenerme un par de veces para saber a dónde voy. No es como si la casa estuviera enorme, simplemente, el sol está fumigándome.

¿Así es como se sienten los insectos cuando son rociados con esos aerosoles?

Llego a la cocina y bebo un vaso de agua completo de un solo trago, se siente como la gloria después de haber pasado una noche agotadora.

—Buenas tardes, Maiah. —el agua que bebía ahora se desparrama al escucharlo. Su voz carece de emoción, lo escucho colocar las llaves sobre la barra de la cocina y después su presencia llena la cocina cuando abre el refrigerador para tomar una lata de cerveza.

Me seco el rastro de agua de mi barbilla y cuello antes de girarme para enfrentarlo. Antes de mirarle, veo el reloj del horno de microondas. Son las 4:26 de la tarde.

¿De qué me perdí? ¿Estoy en el futuro ahora?

No. No exactamente. Sin embargo, deseo encontrar algo para aligerar la presión. Para que la mirada acusadora que el rubio frente a mí me da no sea tan pesada.

Brave | niall horanWhere stories live. Discover now