v e i n t e

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Está lloviendo a cántaros. De vez en cuando, uno que otro relámpago cruza el cielo y sé cuánto odia Maiah las tormentas eléctricas. Y cuando eso ocurre, yo procuro estar cerca para reconfortarla, porque sé lo difícil que puede ser lidiar con fobias que tienen que ver con la naturaleza y con cosas que no está entre tus manos detener.

Miro a mis manos que no dejan de temblar y las aprieto en puños para detener el movimiento involuntario. Inhalo profundamente y siento como Marcie coloca suavemente su mano sobre mi hombro.

—Ella va a estar bien, tranquilo. —masculla con tranquilidad fingida que por poco me convence. Ella va a ser un buen médico, tiene toda la habilidad para detectar qué está mal en las personas y sobre todo, tiene la capacidad para infundir tranquilidad. Y eso está bien. Porque eso es lo que necesito, pero ella no puede darme la tranquilidad que quiero tener. No cuando no me dejan verla, no cuando el médico está tardando un montón de tiempo en llegar a la oficina para hablar conmigo sobre el estado de Maiah. —Niall, confía en mí. Ella necesita que estés en todos tus sentidos en estos momentos, no te enloquezcas, puedes ser la única persona que podrá ayudarla.

—Quizá tienes razón. —es lo único que puedo decirle en un murmuro. De mi boca no sale otra palabra y Marcie entiende mi silencio como la señal de marcharse. Cinco minutos después, un hombre robusto y de mediana edad toma asiento frente a mí.

—Señor Horan, ¿qué parentesco tiene con la señorita Collins? —imaginé que era lo primero que preguntaría, y yo tenía preparada mi respuesta a eso con anticipación.

—Mi prometida, nos casaríamos en un par de meses. —hablo con pesar y lo miro atentamente. Sus rasgos se descomponen en tristeza y aclara su garganta, porque lo he tomado por sorpresa.

—Um, yo- mi recomendación es que esos planes se aplacen hasta que ella se encuentre totalmente recuperada. —baja su vista a sus apuntes y los lee, buscando la manera de explicarme sus términos médicos en la forma más mundana posible. —Maiah tiene tres costillas izquierdas rotas y un trozo de metal del asiento se incrustó y causó una hemorragia muy grande que nos tomó mucho tiempo contener, ha perdido mucha sangre pero afortunadamente no alcanzó a perforar algún órgano vital. Presenta un síndrome compartimental en su brazo y pierna, ambas izquierdas. Como el golpe fue directo, la mayor parte de las afectaciones se encuentran de ese lado. En el quirófano nos dimos a la tarea de solucionarlo, solo esperamos a que el reposo nos dicte si hemos hecho bien o si necesita otra intervención. Temimos que Maiah presentara también un traumatismo de la médula espinal, pero los estudios siguen realizándose para descartar esa posibilidad. —él logró que mi corazón se apretara en preocupación desde que dijo "tres costillas izquierdas rotas" y con cada palabra que abandona su boca, estoy poniéndome más pálido que antes. —Le tomará muchos meses recuperarse. Tiene heridas superficiales en el rostro y al momento del impacto de su cabeza contra el cristal, se creó una gran hemorragia también, hay inflamación interna y nos hemos visto en el deber de sedarla lo suficiente para intentar que el analgésico haga su efecto. Quizá en el futuro presente una migraña intermitente que será bastante dura de tratar con medicamento. No podemos ir a fondo con el tema de la salud de su cabeza y la estructura craneal porque hemos intervenido lo suficiente y ha perdido mucha sangre, necesita reposo y sobre todo es estricto que no se mueva.

Cierro los ojos y asiento, quiero quitarme el maldito collarín de una vez por todas.

— ¿Puedo pasar a verla? —pregunto y mi voz se escucha ronca y ansiosa.

El médico me mira con tristeza. —No sé si sea capaz de-

—Por favor. Por favor, necesito algo para asegurarme de que ella está con vida.

Brave | niall horanWhere stories live. Discover now