n u e v e

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En el interior de la camioneta de Niall, escuchando los seguros a prueba de niños activarse, no puedo dejar de remontarme a la ocasión en que nos encontramos después de muchos meses en los que me mantuve huyendo de él. No es una sensación agradable, a decir verdad. Miro a mi regazo a mis uñas largas y luego lo escucho suspirar.

— ¿Vas a decirme que no fuiste a beber algo por la noche? —el rubio corta el silencio. Estaciona su auto dentro del garaje y muerdo el interior de mi mejilla, atreviéndome a mirar a sus orbes azules por debajo de mis gafas de sol.

— ¿Vas a decirme que no es evidente que lo hice? —es mi única respuesta.

Cuando lo vi hace media hora atrás después de casi una semana sin verlo, sentí que mi vida volvía a tener sentido... desgraciadamente, ese sentimiento se fue por el desagüe cuando, después de besarme apasionadamente, presionándome contra la puerta de su auto, me espetó que entrara en el vehículo porque debíamos volver a casa.

Y ahí comenzó ese silencio espeso, como la neblina de las noches más húmedas, como los gases tóxicos liberados por sustancias mortales.

Es bueno saber que un movimiento en falso, puede derrumbar todo. Y ambos estamos conscientes de ello, así que permanecimos en silencio, inteligentemente hasta hace un minuto.

—Por dios, Maiah. Acabo de llegar, no quiero discutir. —él dice a mis espaldas y suelto un bufido.

—Yo no estoy discutiendo, fuiste tú quien me mandó dentro del auto y luego no dijo nada en el camino. Niall, no puedo entenderte. Parecías feliz al verme y tu buen humor se esfumó así como sin nada. —digo, dejando caer mi mochila sobre el sofá de piel y luego dando la vuelta para enfrentarlo. — ¿Por qué somos tan volátiles?

Una sonrisa sin humor surca sus facciones y no responde a mi pregunta, sólo da un par de grandes zancadas gracias a sus largas piernas y se detiene a menos de medio metro de distancia. Puedo sentir la tensión irradiando de él y simplemente no puedo comprender a qué se debe. También, huelo su aroma; jabón de baño, su colonia favorita y algo de alcohol. Seguramente debió tomar algo antes de pasar a recogerme a la universidad.

Una de sus manos llega a mi rostro y traza a partir de mi pómulo izquierdo hacia abajo en mi mandíbula, después roza mis labios y sin querer; dejo escapar un suspiro. Maldita sea, Niall es mi debilidad y lo que me mantiene de pie. Es todo para mí y es tan confuso que después de todo, no pueda terminar de entender lo que sus cambios de humor significan. Aunque, no puedo culparlo, porque él conmigo no la tiene fácil.

—Te extrañé. —exhala y es ahí donde puedo sostener mi punto de que ambos somos volátiles.

Acerca mi rostro al suyo, colocando su gran mano detrás de mi cabeza para forzarme en un beso hambriento. Me dejo llevar, porque yo misma sé cuánto lo he necesitado. Mis manos viajan por detrás de su cuello y tomo su cabello entre mis manos, tirando de él, robándole un sonido gutural en señal de agrado por mis caricias. Sus labios se presionan con fuerza sobre los míos, su lengua lucha con la mía y pronto siento que me hace falta el aliento.

—Dime Maiah, se siente bien ¿uh? —masculla solo separándose de mí un centímetro. Espera a mi respuesta y lo único que hago es besarlo de vuelta, reprimiendo un sonido de sorpresa cuando sus manos viajan debajo de mi blusa, acariciando la piel con sus frías manos. Se siente bien ante el repentino aumento de temperatura en mi cuerpo.

Doy un paso hacia atrás, impulsada por Niall y caigo sobre el sofá. El rubio se encarga de retirar todo aquello que pueda estorbarme en el sofá de tres plazas –incluyendo la mochila que antes dejé ahí– y se sube sobre mí, retirando mi blusa azul marino a otro lado. Después lo único que sé es que estoy recostada sobre el sofá con Niall sobre mí. Ambos estamos sin la prenda que nos cubría la parte superior de nuestros cuerpos. Me encargo de acariciar los fuertes brazos trabajados del hombre que no deja de besar mi cuello sensualmente mientras acaricia mis caderas, lo atraigo a mí cuando siento que comienza a succionar la piel que está por encima de mis clavículas. Enredo mis piernas en sus caderas, sintiendo el calor formándose entre mis piernas y tomo su rostro entre mis manos para besarlo profundamente una vez más.

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