¿No puede notar cuán desesperado me encuentro?

—Supongo que si respeta mis instrucciones, podría permitirle la entrada. La chica ya debe haber sido colocada en una habitación de cuidados intensivos, pero, por su futuro parentesco...

— ¿Ha venido alguien más a preguntar sobre ella? —de repente recuerdo a Julia y por ningún motivo quiero que ella se acerque a Maiah.

—No, sólo usted y una de las voluntarias ha pedido informes. Ah, y un par de oficiales de policía, pero eso es todo.

—Me gustaría pedirle un favor...


(...)


La enfermera me ve de arriba abajo críticamente.

Sí, ya sé cómo luce mi rostro. Sí, sé que mi ropa en el momento es un completo asco. Sé que me veo como la mierda, pero tengo el permiso de entrar y que ella me vea críticamente, como si estuviera en su poder decidir si puedo o no cruzar la puerta que está a un metro de distancia pero parece como si esa distancia fuera un kilómetro.

—Edna, yo podría ocuparme de él y asegurarme de que no va a hacer algo que no debe. —Marcie llega a mi encuentro, justo a tiempo. — ¿Por qué no vas a casa? Sé que tu guardia terminó.

La mujer presta atención a la pelirroja, y no sin darme antes una mirada dura, se marcha.

—Gracias. —murmuro.

Encogiéndose de hombros, la pelirroja me sonríe tranquilizadoramente.

—Ella estaba a punto de retirarse a casa, cuando el doctor Morgan le pidió que se asegurara de que no ibas a hacer algo que no debías aquí.

—Oh. Bueno, tenía razón al querer matarme con la mirada.

—Sí, eso y porque luces tan antihigiénico que estoy dudando mucho en darte la entrada, Niall. ¿No quieres que llame a Zayn para que te traiga algo de ropa? —ella ofrece que su novio me traiga algo de sus prendas.

—No tengo problema con permanecer así. —me encojo de hombros y tomo la perilla de la puerta. —Marcie, no tienes que hacerlo. —insisto cuando noto que toma su teléfono fuera del bolsillo de su filipina y marca un número que atiende inmediatamente.

Entro en la habitación cuando escucho: "hola, cariño", provenir de sus labios.

El olor de los antisépticos es lo primero que me recibe, después la oscuridad y el sonido constante del bip del electrocardiograma. Reconozco una máquina que ayuda a Maiah a respirar por el zumbido y soy incapaz de prestar atención a su cuerpo sobre la cama de hospital que debe ser la más incómoda del mundo, pero eso puede ser un hecho que realmente no importa debido a que ella sigue inconsciente.

Marcie llega detrás de mí y alcanza el apagador, pero coloca la luz lo más tenue posible. En un nivel donde me es posible percibir el cuerpo de Maiah, pero donde no es posible que eso moleste a la chica.

El corazón se me apachurra al verla finalmente.

—Recuerda Niall, no puedes tocar nada, no puedes acercarte tanto... debe haber al menos medio metro entre ustedes. Y por favor, no decidas cruzar la línea que las reglas imponen, ¿sí? Volveré cuando Zayn llegue con la ropa.

Su voz es suave y baja, se aleja, y cierra la puerta al salir, dejándome a solas con el cuerpo inerte de Maiah.

Me obligo a sentarme, porque siento mis piernas como gelatina. Tomo mi cabeza entre mis manos y jalo de mi cabello.

Desearía al menos tener la mitad del dolor que físico que ella tiene, para retirarle un peso de encima. Sin embargo, el destino quiso que yo saliera prácticamente intacto del accidente. Y ahora me corresponde mirarla y resistir las ganas de gritar una y otra vez cosas sin sentido.

Una blanca sábana cubre de su cintura hacia abajo. Su cuerpo está cubierto por una bata de hospital rosada y su cabeza está cubierta por vendas. Hay un collarín como el mío rodeando su cuerpo y estoy seguro de que es mucho más incómodo, pues parece ser de plástico. Noto cada una de sus heridas que son superficiales y los hematomas que cubren cada parte libre de su piel. Hay una intravenosa en su brazo y una mascarilla sobre su rostro. Si retirara todo eso, si tan solo mi mente fuera tan poderosa... podría hacerme creer que ella solo está durmiendo.

Un sueño inducido.

Un sueño que le ahorrará el dolor físico.

—Debí haber evitado que esto ocurriera. —hablo para ella, aunque sé que no puede escucharme. —Maldición, Maiah. Debí haberme fijado, aunque sé que de cualquier manera, esa persona nos hubiera seguido para provocar eso, al menos... podría haber evitado que te golpeara, pero no pude hacerlo. —el nudo se forma en mi garganta y las lágrimas de nuevo acuden a mis ojos. —Perdón, perdón, perdón. Debí haberme disculpado antes, por haberte hablado tan duramente, pero no imaginé que esto pasaría. Nunca pensamos que nuestra vida puede acabar en un instante, y es iluso de nuestra parte creer que habrá un mañana para nosotros, cuando no podemos predecir el futuro.

» Yo quiero pensar que puedo predecir el futuro. Nena, vas a recuperarte y luego, esto será un amargo recuerdo. Y nada más. Quiero pensar que el día en que estés lista, vas a decirme el sí que tanto he estado añorando. Soy un hombre soñador, Maiah. Y estoy aguardando por el día en que dejes tu pasado, el día en que llenes los espacios en blanco y finalmente seas libre, me gustaría eso. Que encuentres la salida del laberinto que es tu vida. Y voy a ayudarte a que lo logres, nena, no lo dudes ni un instante. Nunca dudes que te quiero y haría hasta la cosa más tonta por ti.

Me quedo en silencio y retiro la mirada, porque es un espectáculo hermoso y doloroso. Sollozo un poco más de tiempo, hasta que logro calmarme y luego miro permanentemente a un punto fuera de la habitación. Las persianas se encuentran un poco abiertas y puedo percatarme de las gotas de lluvia que golpean el cristal.

El tiempo se ha adecuado con mi estado de ánimo.

Recargo mi espalda en el respaldo del sofá –que extrañamente es bastante cómodo–, cruzo mis brazos sobre mi pecho y muerdo mis labios, pensando en cuánto tiempo va a tomarnos a ambos encontrar la salida.

Y yo que pensaba que decirle la verdad en esa tarde iba a ser suficiente.

Ahora me doy cuenta que hay mucho más que eso.

Brave | niall horanWhere stories live. Discover now