Sin embargo, después de un rato, tiendo a volverme como una niña que quiere molestar a sus padres sobre el destino final al que están dirigiéndose durante un viaje en carretera.

— ¿Dónde estamos yendo? —dejo escapar, centrando toda mi atención en Niall mientras él conduce.

El rubio suelta una gran bocanada de aire.

—Necesitaba despejarme y ver por dónde debía comenzar a confesar. —habla y yo no entiendo a qué se refiere. —Por lo pronto, estamos dirigiéndonos a mi antigua casa.

— ¿No la habías vendido?

—Neh, es muchísimo papeleo y tendría que hacer un montón de arreglos. —menciona, restándole importancia. —Además, podría ser útil... ya sabes, si un día decides correrme de la casa.

Bromea y pongo los ojos en blanco. Quiero discutirle que no es mi casa y que en cualquier situación de esa índole, sería yo quien saliera de su casa. Pero omito esos pensamientos y fijo mi vista al frente, sobre la calle; comienzo a reconocer el vecindario y me estremezco.

— ¿Era necesario que volviéramos aquí? —murmuro y espero que él no me haya oído, pero sé que lo hace cuando muerde sus labios nerviosamente. — ¿Niall?

Insisto llamando su nombre cuando estaciona frente a la casa y sale del auto sin siquiera esperarme un segundo para seguirlo, por lo que tengo que apresurarme y dar pasos largos y rápidos para llegar a su altura.

—Lo lamento, estoy nervioso. Pensé que dejarías el tema en paz.

—No entiendo tres cuartos de mi vida, Niall. Es normal que no dejara ir todo con facilidad.

Nena... —la palabra suena como una súplica porque decida dar marcha atrás en mi obstinación por descubrir cosas que él está a punto de revelarme.

Niall abre la puerta y entro primero en la gran casa con decoración oscura y moderna, todo sigue en su sitio, hay polvo por doquier y la iluminación natural tenue que las persianas cerradas permiten le da una atmósfera de misterio a la sala de estar.

—Por aquí. —el rubio llama, caminando hacia las escaleras. Estoy a punto de comenzar a subir los escalones, cuando lo veo detenerse en el borde de ellas para levantar un poco del alfombrado con ayuda de una pequeña navaja. Escucho como la tela se rasga y después de un momento, una gran parte del tapete es retirado. Lo suficiente como para permitir abrir un cajón oculto, del cual Niall toma fuera una caja. Casi me río por la situación.

¿Acaso no va a existir una ocasión en la que mi vida no esté llena de notas anónimas, cajas misteriosas y peligro latente?

Quiero llegar a ese punto donde haya felicidad, donde no tenga que preocuparme porque un mafioso esté detrás de mí sin razón aparente, donde encuentre una nota que no me lleve a tratar de averiguar acertijos confusos, donde finalmente pueda saber qué demonios está pasando con cada instante de mi vida.

He llegado a pensar, que yo soy sólo una marioneta y que soy controlada por todos. No soy autónoma, mi vida depende de las opiniones y decisiones de las personas que me rodean. Soy solo una pieza en un juego que no voy a lograr descubrir.

— ¿Maiah, te encuentras bien? —Niall pregunta con verdadera preocupación, acercándose a mí. Estoy sentada en el suelo, recargando mi espalda contra la pared y abrazando a mis rodillas cerca de mi pecho. Me estremezco ante su tacto, ni me había dado cuenta de que adopté esta posición antes.

Sacudo mi cabeza. —No es nada.

Noto como él desea profundizar más en mi inútil excusa, pero solo presiona sus labios y desiste de hacerlo. Es un movimiento inteligente de su parte.

Brave | niall horanWhere stories live. Discover now