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Flashback..

Habíamos llegado a casa de Zayn en poco tiempo. En el transcurso del camino nadie habló, ninguno de los dos. Él me estaba dando mi espacio, lo cual le agradecí bastante.

El abrió la puerta y me dejó pasar de primero, mientras me miraba fijamente. El pasa después y cierra con seguro.

—¿Y tu madre ?—Le pregunto. La curiosidad me mata. ¿Que va a pensar de mi su madre si ve que ha traído a una chica a estas horas?

—Está fuera—Lo miro sin entender—De viajes —Me aclara mientras que yo asiento levemente—Vamos a mi habitación, ¿si?—Volví a asentir.

Él me empezó a dirigir por la gran casa y no pude evitar fijarme en algunas fotografías a pesar de la oscuridad que había. Después de subir las escaleras y de caminar por el largo pasillo llegamos a su habitación y sin pedir permiso me senté en su cama. Estaba realmente cansada. También estaba mal...

Sentía ese nudo en mi garganta. No me abandonaba.

Era tristeza.

Era dolor.

Eran celos.

Era traición.

Y sin duda, era Scott.

No pude aguantar las lágrimas y lloré. Oculto mi rostro entre mis manos y algunos sollozos se escapan de mi garganta.

—Tranquila —Me susurra dulcemente sentándose a mi lado. Por el rabillo del ojo veo cómo duda para luego abrazarme fuertemente —Quiero verte sonreír ...—Seguí llorando con más fuerzas.—Tienes una sonrisa tan fea...—Me incorporo.

—¡Oye!—Le di un pequeño golpe en su hombro. Éste fingió que le dolía.

—Esta es la leila de la que me..—Empieza a decir, pero se detiene.— Tienes que dormir un poco...—Me quedo algo dubitativa.

—Iré al so..—Empiezo a decir y él me interrumpe.

—No, no, no y no —Sonríe con gesto autoritario— Yo voy al sofá—Me afirma— Y usted señorita.—No puedo evitar sonreír cuando me señala— Se va a quedar en mi habitación—Continúa diciendo— En el armario puedes tomar una camiseta roja con negro y ponértela para que estés más cómoda—Yo asiento —Duerme bien, Leila —Me besa la frente y se marcha, dejándome completamente sola. Dejé escapar un largo suspiro y me recuesto en su cama, olía a él, de verdad que era un aroma agradable. Después de estar un rato acostada sin pensar en absolutamente en nada me paré de la cama y me dirigí al armario con pasos lentos en busca de la camiseta que había dicho. Pensé que iba a durar bastante en encontrarla, pero era la única camisa de ese color, agradecí a todos los cielos.

Me temblaban las manos al igual que las piernas. Suspiré tratando de tranquilarme y con mis dedos temblorosos empecé a quitarme el vestido dejándolo con cuidado en el suelo. Descolgué la camiseta de la percha y con mucho cuidado me la puse. Dejé todas mis cosas en un pequeño espacio en el armario sin que causara mucha molestia. Cuando ya estaba vestida, cerré la puerta del armario y me dirigí a la enorme cama matrimonial. Me acosté en ella cerrando los ojos con fuerza.

Las lágrimas no tardaron en llegar, y me hacía sentir tan tonta.

El dolor empezó nuevamente haciendo que sollozara.

Lloré, lloré y lloré. Sentía que el alma se me quebraba y me ardían los ojos. La vida era tan injusta aveces que me hacía pensar que en verdad no merezco vivirla.

No me había dado cuenta cuánto tiempo había pasado llorando, hasta que me quedé profundamente dormida con un dolor enorme en mi pecho y con ganas de seguir llorando hasta que desapareciera todo este sentimiento que me embriagaba por completo.

Fin de Flasback

Chatt con un desconocido ✔️ (EDITANDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora