Después de un rato en el mismo lugar en el estacionamiento, sin moverme ni un centímetro, suelto el volante y dejo caer mi cabeza contra el respaldo del asiento y después llevo mis manos a mi rostro. Me siento desesperada e impotente. No tengo miedo porque Joe apareció, ni tampoco temo al hecho de que debe estar detrás de mí, buscando vengarse. No siento otra cosa más que frustración al no poder dar vuelta a la página de este capítulo de mi vida para ir a uno mejor; uno donde no tenga que huir, ni preguntarme todo el tiempo en quién debo confiar y en quién no. Un momento de mi vida en el que pueda preocuparme por ser yo y que nada más importe.

Tomo mi pequeño y viejo aparato que funciona de teléfono celular sustituto y busco el número entre mis contactos.

Cruzo los dedos porque pueda alcanzar señal para realizar la llamada. El timbre continuo me dice que está ocupado y espero un minuto antes de volver a marcar, esta vez, la suerte está de mi lado y pronto escucho un ruido sordo.

—Mierda, ¿Quién llama a las... um... no sé qué hora es... pero es temprano aún para esto. —Will habla somnoliento y me golpeo mentalmente por no recordar que en Seattle aún es de madrugada. Carraspeo.

—Lo siento, olvido las zonas horarias.

— ¿Maiah? —el tono somnoliento desaparece y pronto suena realmente interesado por mi repentina llamada. En realidad, yo no había tenido noticias de Will desde el momento en que se despidió de mí en el aeropuerto. — ¿Cómo va todo? ¿Pasa algo malo?

Y por supuesto, que yo iba a esperar a que ocurriera algo importante para llamarlo.

Exhalo sonoramente. —No- yo... lo lamento, ni siquiera sé por qué llamé.

—Claro que lo sabes. —acusa. —Sé que Joe está fuera... y de alguna manera, sospecho que ha vuelto a Dublín. ¿Por eso es que me llamas, no?

Sacudo la cabeza, a pesar de que no puede verme.

—Yo- Will, estoy tan frustrada y confundida y por inercia te llamé a ti porque algo me dice que tú sabes más de lo que yo sé y quizá tú puedas ayudarme a llenar los espacios en blanco. —comienzo. —Necesito hablar con alguien que sepa de mi situación. Y mamá no va a decirme la verdad, mucho menos va a hacerlo Niall. Y... el otro día mi madre dijo algo que no hizo más que aflorar dudas. Will, sé que esto que voy a pedirte de alguna manera es la cosa más loca que podría pedirte, pero quiero saber que puedo confiar en ti antes que nada.

Él se ríe nervioso. Puedo imaginarlo tirando de su cabello en estos momentos.

—Maiah, yo no puedo ayudarte. —dice después de un silencio prolongado. Sé que miente.

— ¡Claro que puedes! —exclamo, dejando la desesperación filtrarse en mi voz. —Maldita sea, Will. Eres la única persona que tiene la versión de los hechos que podría contarme. ¿Qué es lo que todos se empeñan en esconderme todo el tiempo? ¿Por qué creen que yo necesito ser protegida de manera tan extrema? ¡No soy una niña!

Bueno, estoy sonando como una niña caprichosa, pero no me importa.

—Tranquila, Maiah- yo no...

—No. —digo antes de que pueda terminar su oración. —Olvídalo, no debí llamar. Gracias William.

Termino la llamada y apago el teléfono, sintiendo el nudo en la garganta surgir. ¿Por qué me siento de esta manera? ¿Por qué es tan complicado obtener respuestas? ¿Qué diablos es lo que quiero saber, para empezar?


(...)


—Hija, que sorpresa. ¿Qué haces por aquí? —una voz cariñosa me sorprende cuando trato de entrar en el despacho de papá. Me tenso y después lo enfrento con una sonrisa tímida en la cara.

Brave | niall horanWhere stories live. Discover now