Capitulo 6

4.1K 290 5
                                    

                  

Capítulo 6

Sintiendo mi respiración un poco acelerada me despertaba. Mirando hacia la izquierda me encontraba con el gran ventanal que daba paso directo a la luz solar. Estirándome a un en la cama sentía como mi cuerpo estiraba cada uno de sus músculos, provocando en mí una deliciosa sensación.

El ruido en la hacienda era apenas audible, mirando mi móvil me daba cuenta que era ya casi las once de la mañana.

Tomando un par de objetos personales de mi maleta y un poco de ropa cómoda me metía al baño. Encendiendo la música en mi móvil me desvestía.

El agua de la ducha era caliente, dejando llenar un poco la tina me recostaba, el chorro de agua agolpaba justo en una parte de mi anatomía que comenzaba a palpitar. Mis dedos descendían lentamente hasta mi clítoris, abriéndome paso entre mis pliegues jugueteaba con mis dedos, las sensaciones se encendían en mi interior. Mi pelvis se elevaba a ritmo que mis piernas se doblaban, un par de gemidos escapaban de mi boca, rezaba por qué estos no se escucharán a las afueras de la habitación.

Inclusive la música dejaba de escucharse en mi cabeza, todo se concentraba en el maravilloso placer que me brindaban mis dedos moviéndose en mi intimidad. Sin siquiera penetrarme con mis dedos lograba robar a mi cuerpo un orgasmo agotador, dejándome tirada en aquella bañera, gritando del placer.

***

-buenos días-sonrío ante las mellizas. Estas me miran y con duda me saludan.- ¿tengo algo raro?-preguntó mirándome en el espejo del pasillo.

-amaneciste efusiva-sonríe Vanessa.

-al igual que siempre.-ambas asienten.-bueno vamos a desayunar.

Agradecía internamente por ese rico y delicioso orgasmo mañanero, no siempre uno amanece de buenas, aveces solo hace falta un pequeño empujón.

-te has levantado algo tarde-miro a mi mejor amiga y esta habla nuevamente.-nos hemos despertado temprano, mi madre salió temprano hacia el aeropuerto y hemos decidido despedirnos de ella, te ha dejado saludos.

-con suerte y alcanzas a desayunar con Eliot-Vanessa sonríe ante sus palabras.

Sin más camino hacia el largo comedor. Eliot está sentado en una de las cabeceras de la mesa oculto tras un periódico. Me sonrojo ante el hecho. Tratando de hacer el mínimo ruido halo de una silla sentándome al otro extremo de la mesa, Eliot baja su periódico y me mira penetrante.

-buenos días-saluda frío. Su sola voz logra hacerme temblar.

Le miro y no puedo emitir palabra alguna.

-por educación se contesta al saludo.-sigo sin decir nada.

Dejando el periódico de lado y bebiendo de su taza humeante de café me dice.

-puedes sentarte aquí-señala un par de sillas a sus costados.-ya te he dicho antes que no muerdo.-sonríe de medio lado.

Por mi mente pasaban las imágenes de la noche anterior, y moría por qué esta vez me dijera que sí mordía y ambos termináramos sobre esa larga mesa necesitando más del otro, jadeantes piel con piel.

-prefiero desayunar aquí, gracias.-sin más me servía un poco de fruta frente a mí y uno que otro trozo de tocino.

Sentí su mirada un par de segundos más, como buscando algún cambio de actitud pero no se la daría, no tan fácil.

***

Descansaba mi cuerpo bajo el sol ardiente del verano, tomar un poco de sol en estas fechas no iba mal. El suave sonido del viento mover el agua de la piscina me relajaba.

Girándome boca abajo dejaba que mi espalda también tomará color.

Casi quedándome dormida un sonido llamaba mi atención, el rechinado de una tumbona.

Sin hacerle caso me dejaba aún llevar por la relajación que brindaba el clima. Pero entonces podía sentir una mirada clavada en mi cuerpo apenas cubierto por un bikini de dos piezas.

Girándome nuevamente y haciendo hacia arriba mis lentes miraba de quién se trataba. Eliot.

Su tumbona estaba a escasos cincuenta centímetros de la mía, el espacio que apenas quedaba era obstruido por una mesita.

-así que la niñita se llama Támara.-encogiéndome de hombros le ignoraba tomando nuevamente el sol.-no deberías exponer tu piel de esa forma al sol.

-no es usted mi padre para decirme lo que debo o no debo hacer.

-alguien debe marcarte límites.-hace un par de ademanes con sus manos en señales de nalgadas.

-mi padre me los marco en su momento.-confieso.

-no eres más que una niñita caprichosa.-habla con firmeza.

-y usted un viejo pedófilo.

-ni que me gustaran las niñitas como tú.-admite.

Lía toma las riendas del asunto y sin pensármelo ya me encuentro acercándome con libido hacia él y sentándome a horcajadas sobre su hombría y lista para hablarle al oído.

-tu amiguito no piensa lo mismo.-me movía sobre su intimidad logrando sentir cómo se endurecía con mis movimientos.

-deberías irte a jugar con tus muñecas.-sonreía con malicia.

Tirando del lóbulo de su oreja entre mis dientes me movía sobre él, pequeños gruñidos escapaban de su boca. Sabía que ese pequeño ademán le volvía loco, después de todo la noche anterior lo repito reiteradamente.

-esta niña sabe muy bien lo que hombres como tú quieren.

-¿y qué es lo que queremos?-sus manos entraban en juego, abriendo paso entre la parte inferior de mi bikini.

-cuerpos jóvenes que se las pongan duras durante  el tiempo que a ustedes les alcance para así reprimir su soledad.

Moviendo con frenesí su pulgar en mi clítoris me miraba atentamente.

-algunos buscamos más que eso.

-un lindo y joven trofeo al que ustedes llaman mujeres para presumir ante los demás.-sin decir más me levantaba de él, notando aquel bulto que había logrado ente sus piernas y también ver cómo mis fluidos habían manchado su traje de baño.

-la vida te ha golpeado Támara.

-no es precisamente la vida, si no los hombres. Pero gracias a ellos es que hoy puedo ser quien soy.

-¿y quién eres entonces?

-Támara Duarte. Una mujer que no se deja fácilmente ante los hombres, que sabe qué pasó dar desde antes de salir de casa. Que busca entre los hombres un objeto de satisfacción sexual.

-te quiero en mi cama Támara.

-las cosas no son tan fáciles, después de todo soy para ti una niña.-sonrío colocándome al lado de su tumbona.

Tomando entre mis dedos su pulgar y chupándole con erotismo los rastros de mis fluidos.

-me gusta tener el agua bien caliente antes de meterme a bañar.

Apretando su intimidad entre mis manos me alejaba de él, perdiéndome entre el largo camino que daba a la Hacienda.

***Graciaspor leer.

Embriagame (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora