Justin se puso la chaqueta militar, alistó el último botón que quedaba, mientras observaba la hora. Seis y media de la mañana. Perfecto. Tenía el itinerario de hoy pensado desde ayer. Todo en su cabeza, ¿qué podía esperarse de un hombre tan inteligente como él? Terminó con su ropa. Alguien apareció tras él. Ryan.
- ¿Listo? – le preguntó Justin. Ryan le tiró una M-16, su favorita, un misil a su altura. Justin lo cogió con agiles.
- Ten, esta es tuya. – Ryan le quitó la seguridad a la suya.
- ¿El helicóptero? – le preguntó Justin, recargó su M-16 con cartuchos metálicos, los que traía Ryan en la mochila.
- Está afuera, por lo que me han dicho, me comuniqué con la secretaría de Washington hoy. La han enviado apenas hace cinco minutos.
- ¿Y dónde está?
- En la orilla de la isla.
- Joder…- Justin observó la hora una vez más. El pulso le iba a mil. Sabía a la perfección que Kapaa se había infectado de rusos, que habían miles en cada esquina, y cada uno pretendía quitarle a _____________ como dé lugar. Su error. Había dejado verse por ellos. El lugar ya no era seguro. Observó de nuevo la hora, nervioso.
- ¿Y __________? – le preguntó Ryan. De pronto se escucharon sus pasos tras los dos. Ambos se dieron vuelta.
- Perdón, ya estoy aquí… - se acomodó el Jersey, mordiendo sus labios.
- Ryan, ve y saca el blindado del garaje…- Justin le tiró las llaves, Ryan las alcanzó de inmediato, para luego mirarlos a los dos, sonriendo.
- Todo va a salir bien yo sé. – dijo Ryan. Tranquilizando a su colega. Aunque por dentro, por primera vez le provocaba llorar…
_____________ se acercó a él, abrazándolo por el brazo. Justin le abrazó las caderas, mientras le besaba la frente.
- Joder, mira como tienes a mí hombre. – bufó Ryan.
- ¿Tú hombre? - ____________ rió.
- El hombre de Ryan. – bromeó este. Justin blanqueó los ojos, entretenido, había podido lograr olvidarse de todo en pocos segundos. – vale, mejor me voy, pero ya… joder… prométeme que vas a dejar de comportarte así ¿eh? Esos cabrones no pueden con nosotros…
- Por supuesto que no. – Justin sonrió, ___________ hizo lo mismo al verlo reír, su sonrisa era perfecta, era un paraíso, una completa bendición. Ryan salió hasta el garaje, con la mochila llena de armas en la espalda, dejando a ___________ y a Justin solos.
- ¿Estás bien? – susurró ella, de nuevo con sus cariños, con sus caricias. Él se estremeció. ¿Quién diría que era la última vez que sentía sus manos?
- Sí mi amor. – respondió él. Y endureció la mandíbula. ¿Cómo engañarle a ____________? Si lo había llegado a conocer tanto en tan poco tiempo. Cada faceta, cada sentimiento. Se pondría a llorar.
- A mí no me engañes.
- Vale…estoy preocupado…pero se me va a pasar.
- No tienes de qué. ¿Has visto? Todo está
preparado para que los tres salgamos de aquí. – le sonrió. Su sonrisa limpia…perfecta, inocente…de ella, de su ____________. Había logrado cambiarle la vida, había logrado hacerlo ver las cosas de otra manera, mejor…con más aprecio. Le acarició la mejilla, ____________ le besó las manos.
- Te quiero…
- Yo te amo…
- No, yo te amo…te quiero…te deseo…- le besó la boca. Cuidadoso. Dejándose llevar un par de segundos por el acoger aliento de ____________. Para luego separársele. – ____________… - la miró con autoridad.
- ¿Dime?
- Tenemos que irnos. – y se acomodó de nuevo el chaleco militar.
- Lo que tú digas, mi amor. – lo abrazó por el cuello. Justin no hizo más que abrazarla por la cintura, ¿cómo decirle que no? ¿cómo prohibirle algo? Si ella era tan especial…tan perfecta…
- Hoy, nos vamos de Kapaa. – susurró él. La frase final. Su frase final.
