2.Una noche especial.

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Eran muchas sensaciones ese beso, un beso totalmente nuevo a los anteriores donde nos limitábamos con mucha dificultad, pero ahora, los límites ya no importaban tanto, éramos solo ella y yo en la habitación. Sus manos viajaron por debajo de mi camisa, rozando con sus dedos mi piel desnuda bajo la ropa y provocando una corriente de sensaciones por mi cuerpo. De verdad lo estaba disfrutando, pero quería que ella también.

― ¿Estás segura, Brenda? – le pregunte una vez más, sé lo importante que es esto para muchas mujeres y no quería que ella actuara precipitadamente en una decisión como esta. No importa que tan difícil fuera detenerme ahora, solo quiero que ella este segura.

―Ya te había dicho que sí, Liam. – me respondió ligeramente molesta.

―Pero mírame a los ojos, Brenda, necesito saber que esto que haremos ahora, es lo que tú también quieres hacer. – levante su mirada con mi mano en su barbilla para mirar en sus ojos verde esmeralda y ver la verdad. ―Esto es lo que quiero, Liam, te quiero a ti de todas las formas posibles. Quiero darte esto a ti, únicamente a ti. Sé que estaremos juntos por mucho tiempo. – me lo dijo viéndome a los ojos, le creí ciegamente, como siempre lo hago. La seguí besando y poco a poco mi cuerpo despertaba a su cercanía, a su calor, a sus caricias, a sus labios, comenzaba a sentirme como si estuviera embriagado, pero una forma increíble, su aroma, su piel, mis manos ya actuaban casi por sí mismas. Pero antes de continuar, mi lucidez supero al deseo y me aparte de ella un poco.

―Voy por la protección. – le dije al oído y fui hasta la sala a buscar los preservativos en mi mochila.

― ¿Dónde están? Los deje aquí mismo. – busque en todos los bolsillos de la mochila, pero nada, salí de la cabaña a buscar en la guantera del auto, pero tampoco estaban allí. No podía ser yo más inteligente, «Vienes hasta aquí con tu novia y olvidas traer los preservativos que compraste desde la semana anterior, soy todo un genio» Me reclamaba mentalmente y como si el mi cerebro conspirara contra mí, recordé dónde lo había dejado, en el cajón de mi mesa de noche. Ni modo, ahora debo ir a decírselo a Brenda.

―Bren, tenemos un problema. – le dije muy apenado.

― ¿Los olvidaste? – parecía un poco irritada.

―No exactamente, los tengo, pero no aquí. Los deje en mi casa. – me rascaba la nuca ansioso.

―Hacen mucho allá, ¿verdad? – pregunta con cierto tono de sarcasmo, eso me molesto.

―Disculpa, no fue a propósito. – me senté a su lado en la cama.

― ¿Y ahora? – me miro de reojo y dejo ver una sonrisita picara.

―No nos vamos a quedar así, tú y yo nos hicimos una promesa. – se me abalanzo dándome besos en el cuello.

― ¿Brenda? ¿No hablaras en serio? ¿Estás segura de hacerlo así? – trataba de separarme un poco, pero ella no me dejaba, me hacía cosquillas en el cuello.

―Verás que no pasara nada, en cuanto llegue a casa de Roxy me tomare una de sus pastillas y asunto resuelto, y luego, sacaras “aquello” del cajón y podremos darles uso. ¿Te parece? – seguía besándome, acariciando mi pecho y abdomen. Lo admito, tratar de razonar con ella así, no era nada sencillo.

―Brenda, yo creo que…que

―Ya no hables, solo bésame, ¿de acuerdo? – me empujo más en la cama y se sentó en mi cintura  para después dejarme sin palabras cuando se quitó la blusa que traía puesta.

Hasta aquí llegó mi auto control. Nos íbamos desvistiendo al ritmo de nuestros latidos, pronto solo estábamos en ropa íntima y con la respiración a mil. Verla así de hermosa y pensar que era para mí, me hacía sonreír como un tonto, sus mejillas sonrojadas y los labios húmedos y enrojecidos, una imagen que podía volver loco a cualquiera.

― ¿Estás nerviosa? – le pregunte en un susurro al oído. La tenía justo bajo mi cuerpo, entregada a nuestro momento.

―Para nada, ya no puedo resistirme más a ti. – sus palabras me sorprendieron en realidad, no esperaba tal confianza, pero bueno, Brenda es una chica distinta a otras. Me tomó con fuerza del cuello y me atrajo más ella para tomar mis labios entre los suyos de una manera feroz. Nos deshicimos de las prendas que faltaban entre nosotros, quedando únicamente piel a piel y disfrutando cada mínima sensación de nuestra primera vez.

Sus labios me envolvieron en una nube de placer y llegado nuestro momento, el éxtasis se apoderó de nosotros por completo. Una experiencia única y especial al lado de la mujer que amo.

Después de nuestro momento especial, nos dormimos estando abrazados. Pero no pude dormir mucho en realidad, cierta chica rubia se despertó a la mitad de la noche con una interesante propuesta: ― ¿Y si tenemos nuestra “segunda primera vez”? – sonreía coqueta, yo aún estaba un poco soñoliento, pero podía escuchar muy bien.

― ¿”Segunda primera vez”? No suena nada mal. – la abrace fuerte apretándola a mi pecho desnudo. Ella rio.

― ¡Fantástico! – me besaba el cuello con ternura. Seguiríamos disfrutando de nuestro pequeño paraíso en la cabaña al menos durante lo que quedaba de la noche.

La Princesita de Papá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora