16 CRUSH -Parte#1

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Las tablas crujen bajo mis pies ágiles, el viento agita mi cabello con salvaje libertad. De reojo, veo a Baco, que se queda atrás a cierta distancia. Sus puños apretados y cómo los sacude de frustración son visibles, aunque se nota que se divierte. Mueve su rostro y, al alzarlo, una sonrisa genuina y siniestra aparece.

Él cree que no soy rival, que no soy lo suficientemente rápida. ¡Presuntuoso! Por eso me ha dejado ventaja.

Fijo la mirada en el horizonte y me concentro en el terreno extremadamente inestable que se extiende ante mis pies cuando, de repente, suena un crujido. Me detengo al instante. Me doy cuenta de que Baco está atrapado, medio cuerpo sobre el puente y la otra mitad sumergida en el río.

Lucho con mi indecisión mientras escucho las voces internas, la piedra y mi propia conciencia, que me instan a seguir adelante.

Exploro con la mirada el bosque que me rodea, buscando hacia dónde dirigirme, mientras el chico grita y gruñe con una voz cantarina.

—Iona, ven aquí.

Mis pies se aferran a mis pensamientos y empiezo a adentrarme en el bosque.

―Esto no puede estar pasándome.

Mi pecho duele bajo la presión, y una vez más oigo mi nombre, siendo gritado una y otra vez, emergiendo desde la garganta de Baco con la fuerza de un animal rugiente.

Cada músculo en mi cuerpo tiembla mientras miro a mi alrededor, buscando desesperadamente soluciones y luchando contra el miedo que amenaza con nublar mi mente. Diviso unos arbustos justo frente a mí y, en un instante de claridad, trazo un plan en mi cabeza: ¡no, él está cerca! Grito en mi interior mientras controlando cada movimiento de mis piernas, casi sin darme cuenta, me deslizo por el suelo de tierra y arena hacia un escondite improvisado. Cubierta por el follaje que me brinda la aliada oscuridad, me arrastro en el suelo intentando hacerme aún más pequeña, mientras ajusto mis sentidos al entorno del bosque.

La hiperventilación amenaza con apoderarse de mí, mientras mi pecho duele bajo mis dedos. Intento calmarme acariciándolo suavemente.

Finalmente, aparto mi atención del dolor, bajo la vista y descubro que mis mallas están rotas sobre la rodilla izquierda. Siento un dolor punzante en los huesos y en mi tibia lastimada por el golpe. La emoción me hizo pasar por alto esa rama y ahora tengo una herida.

Desconecto del entorno mientras mis ojos empiezan a arder y el escozor crece en intensidad. Aprovecho la tenue luz que penetra desde los faroles al otro lado de la orilla. A tientas, veo mi reflejo en el espejo del móvil, destellando. Son mis ojos, ámbar e intensos, dorados como el oro fundido.

Espero que Baco no note el brillo en la oscuridad, sería irónico que resplandezcan como focos en la noche, en una noche que hoy anhelo que sea mi cómplice.

Mientras tanto, la piedra en mi posesión incrementa su temperatura. La observo distraída, sin comprender por qué. No tengo tiempo para reflexionar sobre las consecuencias de esto. Demonios en la fiesta, un chico desconocido que me desconcierta, y ahora veo ángeles. Mi piedra y mis ojos actúan como termómetros malditos.

Oigo los sonidos del entorno y calmo mi mente. El viento ulula, y los pasos de Baco zumban en mi dirección. La piedra en mi mano me informa de su proximidad. Fijo la mirada al frente y, sin vacilar, empiezo a moverme. Hay más arbustos delante, formando un sendero estrecho en el suelo. Ajusto mi respiración al ritmo. Avanzo a gatas, manchando mis codos de tierra húmeda y arruinando mi camiseta clara.

En el peor momento, una araña cruza frente a mí al rozar una rama. Me obligo a mantener la calma. "Iona, tranquilízate... Es solo una araña. Grande y peluda, pero no va a hacerte daño".

Magnet in Dark© Parte I "EL ÓNIX" NUEVA VERSIÓN -#PGP2024Where stories live. Discover now