12 RELOJ DE ARENA

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—¡No es oro! —dije sollozando—. ¿Por qué? ¡¿Qué es, qué es?! —Río nerviosamente mientras las lágrimas corren y humedecen mi rostro—. Si no es humano, ¿qué es?

Lloro aún más. Es increíble, acabo de evadir algo que podría ser útil. ¿Qué soy yo? Y lo único en lo que me preocupo es lo que Baco ha dicho. Aprieta mis hombros por última vez y me da un beso débil en la frente.

—Iona, yo no soy tu enemigo, no creas en nada, pero te revelo, ¡ten fe!

Siento que mi cabeza arde. Observo sus ojos con dificultad, su color es tan brillante que contrasta con el marco de sus infinitas pestañas; las arrugas en las comisuras de su mirada parecen surcos de siglos atrás, como si hubiera reído mucho tiempo atrás.

―Pesado, Azraél...

—Lo sé, Iona...

―Estoy tan cansada. Necesito dormir...

—Descansa.

Aparto poco a poco los ojos y veo nubes a mi alrededor.


Cuando mi vista se aclara, frente a mí está el rostro pálido y muy diferente al de Baco. Ahogo un grito al darme cuenta de que mi cuerpo está rígido y, como consecuencia, no siento mis piernas. Me sacude y lo reconozco.

—Iona, reacciona. —Toca mi rostro mientras lo observo—. Tranquila, solo has quedado en mala posición, aún tienes tus pies.

—¿Baco? ¡¿Qué ha pasado?!

—Eso quisiera saber. Parecías poseída, tan absorta en lo tuyo, y luego te desmayaste, justo al final del cuadro, mira.

Apoyo mis codos en el suelo y logro incorporar la cabeza y la espalda.

Caí como una piedra frente al lienzo y casi provoco un derrame de pintura, lo que habría sido un verdadero desastre en todo el lugar. Comienzo a reír.

—Ha salpicado, pero mira, ¡le da color! A algo tan oscuro como eso. —Me sorprendo—. Nunca he pintado así.

El ángel tenía razón acerca de mi cuadro. Volteo mi rostro consternada hacia Baco, que está a centímetros de mí.

—¿No lo pintaste tú, ¿verdad?

—No, no sé dibujar ni un balón con palitos formando un cuerpo.

Lo dice con esa mueca (sonrisa) en la cara que he aprendido que es habitual en él.

—Ah, sí, ¿cómo lo definirías?

Rozó mi mejilla con su pulgar y luego, con una expresión perturbada, cambió su mirada hacia el cuadro.

—Hiciste un buen trabajo, pero ¿por qué la niña, casi mujer, del cuadro se lastima el pecho? Me encanta el escenario que se presenta detrás, es como un infinito gris de arena y más. —Se pausa, arruga el ceño y estrecha los labios, luego me mira de reojo—. Y él, ¿quién es? El del sitio en la colina, junto al árbol...

Su frente se frunce, consternado, pero sus labios quedan entreabiertos.

—El guapo que se aferra a la chica. También me gustaría escucharte decirlo, ¿algo épico, no? Porque reconozco la posición de mi tatuaje. Lo has recreado aquí. —Señala el lienzo y luego me observa—. No te preocupes por las salpicaduras, las manchas rojas le dan carácter, ya que crees que es oscuro.

Le dedico una tímida sonrisa, buscando qué responder, cuando de repente recuerdo mi cabeza adolorida junto al sermón de Azraél. "¡Para advertirte, no estarás a salvo con él!" Resuena en mi mente como un eco en una cueva sin fin."

Magnet in Dark© Parte I "EL ÓNIX" NUEVA VERSIÓN -#PGP2024Where stories live. Discover now