capítulo 57

173 50 3
                                    

Capítulo 57
Luka Hauser
El Compás de la Recuperación

La sala es modesta, paredes desnudas que resuenan con una sinceridad cruda y vulnerable. Cruzo lentamente la puerta de Alcohólicos Anónimos, la primera reunión desde mi salida de rehabilitación. Las caras alrededor son un mosaico de historias, una colección de sinfonías personales aún en composición. Algunas melodías son temblorosas, otras un poco más seguras, pero todas buscando la misma armonía: sanación.
Respiro hondo, permitiendo que la paz que he estado cultivando se arraigue aún más profundamente en mi ser. No es la fría calma de aislamiento que alguna vez conocí, sino una tranquilidad compartida, nacida del conocimiento que solo quienes han caminado por este camino me pueden ofrecer.
Me siento en uno de los círculos de sillas dispuestas en la sala, mi cello mentalmente a mi lado como siempre. Esta vez, sin embargo, no recurro a él para esconderme o escapar; es más bien un recordatorio del camino que he elegido, un camino de constancia y presencia.
──Mí nombre es Luka, y soy alcohólico. ──comienzo, mi voz encontrando su lugar en la habitación. ──Esta es mi primera reunión desde que completé mi tratamiento en rehabilitación.
La aceptación flota hacia mí de cada rincón de la sala. No hay juicio aquí, ninguno de los espectadores espera una actuación. Solo hay humanos reunidos por un deseo colectivo de sostenerse, de mejorar.
──Hace algunos meses, habría luchado con la idea de compartir mi historia. ──continúo, sintiendo que cada palabra me libera un poco más. ──. Pero ahora, encuentro una fuerza inesperada en la vulnerabilidad. Estoy en paz con mi sanación, esta sinfonía en progreso que es mi vida. Cada día es una oportunidad para practicar la sobriedad, como un músico dedicado a su arte.

Miro a mi alrededor y encuentro ojos que reflejan mi propia determinación. Algunos asienten con entendimiento, otros me ofrecen sonrisas que hablan de caminos similares recorridos, de puentes quemados y reconstruidos.
──A lo largo de mi terapia, me he permitido sentir: el dolor, la pérdida, el amor, la esperanza. Y ahora, mientras me siento aquí con ustedes, siento una promesa, no solo para conmigo mismo, sino para aquellos que amo y quienes me aman. Me he comprometido a continuar con mi terapia con Arielle, y asistiré a estas reuniones regularmente. Es un pacto que hago en pro de una vida mejor, una vida sobria.
Un leve murmullo de apoyo me envuelve. El grupo me acompaña en este movimiento adagio, uno donde la contemplación y la introspección conducen hacia una mayor claridad y propósito.
──Estoy reparando las cuerdas de mi vida, afinando mi mente y mi alma para que la música que haga hacia adelante esté en armonía con el hombre que quiero ser. Por mí mismo, por Mimi, por aquellos que aún tengo la oportunidad de tocar con mi arte y mi recuperación.
Al finalizar la reunión, siento una solidaridad que va más allá de las palabras. Nos levantamos, compartimos el peso y la ligereza de nuestros viajes, uniendo nuestras voces en el sereno caos de la vida. Y en este nuevo clímax de mi existencia, comprendo que la sanación es precisa como una partitura detallada, pero también libre como la improvisación  y en esa dualidad, encuentro mi ritmo para seguir adelante, día tras día, hacia la sobriedad y la renovación.
Conducir por las calles de Chicago, antes un acto trivial en mi rutina diaria, ahora se ha convertido en una experiencia transformadora desde que salí de rehabilitación. Cada maniobra del volante se siente como una victoria, una celebración de mi libertad recién descubierta. Mientras viajo por la ciudad, la paz que tanto anhelaba finalmente se ha apoderado de mi ser.
Cada semáforo que pasa es un recordatorio de cómo la paciencia y la perseverancia me han llevado hasta este precioso instante. Antes, el ruido de la ciudad me abrumaba, pero ahora lo abrazo como si fuera una sinfonía de posibilidades. Mis manos se aferran al volante con determinación, ansiosas por guiar mi destino hacia lo que verdaderamente me llena de pasión: el escenario.

A medida que los edificios imponentes de Chicago se desdibujan en el horizonte, sé que pronto estaré frente a mi público una vez más. La idea de sentir la suave resonancia de las cuerdas del violonchelo bajo mis dedos, y el cálido aplauso de la audiencia, me llena de una emoción indescriptible. Mi regreso a los escenarios se acerca, y me siento preparado para abrazar cada nota con gratitud renovada y una determinación inquebrantable.
Al abrir la puerta de casa, una fragancia reconfortante de comida recién hecha me recibe, abrazándome como si fuera un símbolo tangible del amor y el apoyo que me rodea. Mimi ha preparado un almuerzo especial, no solo para alimentar mi cuerpo, sino también para nutrir mi alma. La mesa está decorada con delicadeza y espléndidamente adornada, pero lo más precioso son las sonrisas que me aguardan.
Mi corazón late con fuerza al ver a mi lado a mis seres queridos reunidos, cada uno de ellos un recordatorio vivo de todo lo que significa para mí. La madre de Mimi, Inés, me recibe con un abrazo cálido que parece borrar cualquier vestigio de dolor del pasado. Francia, con su risa contagiosa, me saluda con amor genuino, recordándome que la amistad verdadera trasciende cualquier adversidad. Arielle, mi psicóloga y confidente, intercambia miradas de complicidad que hablan de nuestro viaje compartido, y su esposo sostiene en brazos a su preciosa bebé, símbolo del ciclo milagroso de la vida que he aprendido a valorar aún más.
Cada sonrisa, cada gesto de cariño, cada plato servido con esmero, se convierten en pinceladas de esperanza, pintando un panorama de amor y redención. En este momento, en esta mesa, frente a aquellos que han sido faros luminosos en mi viaje de sanación, me siento completo. Me siento seguro, amado y, por primera vez en mucho tiempo, lleno de una gratitud inmensurable.
Mientras compartimos esta comida, sé que el amor que me rodea es más fuerte que cualquier oscuridad que haya podido atravesar. Hoy, en este cálido hogar y en compañía de estos seres increíbles, me permito ser vulnerable, sabiendo que aquí, entre ellos, siempre encontraré la paz y el propósito que anhelo

Amor platónico Where stories live. Discover now