capítulo 26

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Capítulo 26
Luka Hauser
Realidad.

Sujeto el pequeño cello que tiene Mimi es su mesa de noche mientras ella duerme plácida en su cama.

Lola está a sus pies.

Francia me envió toda la información, a mi teléfono. Tengo exactamente 23 horas sin probar algo de licor, y mi mente se siente confusa, mi sed se acrecienta y temo dañar todo.

Quisiera despertar
a Mimi, y decirle lo que siento pero esto debo hacerlo solo.

No puedo depender de ella.

Dejo el cello en la mesa, con una pequeña nota. Paseo mi mano por su espalda se mueve pero no se despierta, Lola también está dormida.

Salgo de la habitación, cierro la puerta con cuidado.


Es casi media noche, la última reunión comenzará en un par de minutos, mi chófer y la seguridad ya deben estar esperándome fuera.

Cierro la casa, y así es.

La camioneta está lista, subo sin permitirme darle tiempo a mi mente de dudar.

Francia está en la camioneta.

──¿Cuadraste todo?

──Si. El círculo es muy cerrado. La última reunión es a la media noche, estás a tiempo. Las reglas son básicas, ninguna información personal se divulga, así te reconozcan nadie dirá nada.

──¿Dónde?

──Es en una iglesia. Ya estamos cerca.
Observo la hora, la ansiedad empieza a tomar partido, me impacientó por llegar creyendo que con una sola reunión mi adicción desaparecerá.

──Ignacio, quería saber que estaba haciendo para ti. Insistió, y me llamo varias veces.

──¿Le dijiste?

Niega.

──No. Tu eres mi jefe, no él. ¿Algo más que necesites?

──Te avisaré. Mientras esto queda entre los que estamos en esta camioneta.
Francia asiente. Siempre me ha sido fiel, es buena en lo que hace, está pendiente de todo aquello que necesito.

──El apartamento en New York está listo para cuando decidas ir, ya se lleno la despensa y todo está en orden.

No diga nada, aparcamos frente a una iglesia, que se encuentra medio alumbrada por un pequeño faro.

Es imponente, su fachada de piedra es bellísima, tiene imágenes talladas.

Me quedo mirando la estructura.

──Según lo que leí, entrar es el paso más difícil. Inténtalo, si no te gusta aquí estaremos.

Debí venir con Mimi.

No digo nada, bajo de la camioneta decidido a entrar, la puerta principal está cerrada, así que me dirijo a una pequeña que permanece abierta, el pasillo está ligeramente iluminado.

Una cartela con información sobre AA permanece en la pared.

En ella se ve la misión y visión.

Siento que cada paso que doy se hace pesado, y que se me dificulta el andar, el entrar a esa reunión hará que deje atrás algo que entumece mis recuerdos, mis memorias.

No sé cómo voy a sobrellevar el estar sobrio.

Como voy a hacer para no lidiar con esos recuerdos que me atormentan, con la ansiedad que me abruma a veces y con la carga de trabajo que a veces agobia.

Puedo escuchar los ecos de voces en la distancia.

Un salón abierto con techos altos se encuentra al final, un pequeño grupo de personas están sentados en forma de circulo en medio del salón.

El coordinador abre la reunión con el Preámbulo de A.A. y unas palabras.

Todos cierran los ojos, y se toman de las manos.

──Dios puede hacer por mí sólo lo que puede hacer por medio de mí. La humildad es el resultado de saber que Dios es el que lo hace, no yo. A la luz de este conocimiento ¿cómo puedo sentirme orgulloso por mis logros? Yo soy un instrumento y cualquier trabajo que parezca estar haciendo es hecho por Dios a través de mí. Diariamente le pido a Dios que me libre de mis defectos, para que pueda con más libertad ocuparme de mis asuntos de A.A. de amor y serenidad. Amén.

──¡Amén! ──Vociferan todos al mismo tiempo.

Me quedo anclado al suelo, dar el paso no es fácil.

──¿Hay una persona nueva que desee identificarse? No es obligatorio pero nos gustaría escuchar su historia… ──dice, y puedo sentir como las miradas están puestas en mi. ──. El primer paso siempre es el más difícil y ya lo hiciste.

Un hombre se levanta y coloca una silla vacía en el círculo.

No puedo moverme, renunciar a algo que calma mi cuerpo y que es adictivo es complicado. Trasciende a más, es algo para lo cual aún no me siento preparado para dejar, o aún no decido abandonar del todo.

Doy media vuelta, alejándome del salón.

──Para entrar allí solo hace falta una cosa. ──La voz de un hombre me detiene. ──. Querer dejar de tomar, y por el movimiento de tu mano, veo que ya lo empezaste a dejar.

Meto mis manos en el bolsillo de mi pantalón.

──No tienes que sentarte hoy con nosotros, puedes hacerlo cualquier día que estés listo, aquí estaremos. Esperándote.

Me giro a verlo, es un hombre mayor, tiene su cabello lleno de canas, y un rostro cansado y agotado.

──Tengo más de diez años sobrio pero tuve casi toda una vida alcoholizado perdiéndome muchas cosas de la vida, entre esas el amor… perdí a mi esposa, ebrio. Historias como la mía te alejan de tomar una botella en tus manos. Mañana estaremos a la misma hora.

Se gira y me da la espalda volviendo al salón. 

──Un día a la vez…

Escucho el eco de voces.

Hoy no estoy listo.



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