capítulo 55

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Capítulo 55
Luka Hauser
Allegro Vivace

Hoy, las puertas de la clínica se cierran tras de mí, un eco sordo que resuena con el peso de los últimos meses. Mis manos descansan sobre la funda de mi cello, el fiel compañero que ha guardado silencio durante el tiempo que pasé trabajando en mi rehabilitación. Dentro de este santuario temporal, aprendí a escuchar la música de la vida sin la cacofonía de mis propios demonios.
──Recuerda, Luka, la vida afuera sigue su propio ritmo. ──me recuerda amablemente Arielle, mi psicóloga, con una sonrisa dulce y ojos repletos de confianza. ──. Pero tienes las herramientas para componer la melodía a tu gusto. Y recuerda que no tienes que tocar solo. Estoy aquí, siempre que necesites desahogarte o buscar consejo.
Asiento, sintiendo la gratitud hacer un nudo en mi garganta.
──Gracias. ──murmuro, y las palabras parecen demasiado pequeñas para lo que quiero expresar. ──. De verdad que tocas vidas, Arielle.
Sonríe.
──No tienes que agradecer, Luka. Este es un nuevo comienzo, una página en blanco. Escribe algo hermoso. ──me anima con un guiño antes de darme una última palmada de ánimo en la espalda.
Respiro profundo, tomo mi cello y las cartas de los fanáticos, cada una un recordatorio palpable de que la música significa tanto para otros como lo es para mí, y me dirijo a la salida. El sol se filtra a través de los árboles y la brisa juega con las hojas como si estuvieran bailando una pieza compuesta para este momento.
La veo a lo lejos, Mimi. Su figura se despeja en la luz, como si fuera una aparición. El vestido blanco que lleva se ondula suavemente alrededor de sus piernas y su cabello castaño cae en cascadas salvajes sobre sus hombros, ella es la visión de todo lo que he anhelado.

Mis pasos se aceleran, las cartas susurran entre sí por el movimiento brusco. Pero no me importa si alguna se escapa de mis manos, porque todo palidece en comparación con la necesidad de tenerla a ella en mis brazos.
Mimi me ve y su expresión se transforma. Hay un destello en sus ojos que podría rivalizar con el de las estrellas y su sonrisa podría eclipsar al sol. Todo lo demás se desvanece; las dudas, los miedos, las interminables sesiones de terapia. Solo importamos nosotros en este instante.
Corro hacia ella, olvidando la dignidad que se espera de un cellista de renombre internacional. En este momento, soy simplemente Luka, un hombre que anhela a su compañera de alma. Dejo a un lado mi cello con cuidado y, finalmente, la alcanzo, envolviendo mis brazos alrededor de su cuerpo como si pudiera abrazar todos nuestros sueños y esperanzas juntos en ese gesto.
Nos aferramos el uno al otro con una fuerza nacida del amor y la lucha compartida, de la promesa silenciosa de que nunca más permitiríamos que la oscuridad nos separara. Mi corazón late con fuerza en mi pecho, una melodía apasionada que sólo Mimi podría inspirar.
Aunque todavía hay trabajo por hacer y canciones que tocar, en este abrazo, en la calidez de su cuerpo contra el mío, sé que cada nota que viene será parte de nuestro concierto privado, el más íntimo y verdadero que jamás hayamos tocado.
Y así, tomados de la mano, comenzamos a caminar hacia la camioneta, hacia nuestro futuro. Sé que con Mimi a mi lado, cada día será una oportunidad para crear la música de nuestra nueva vida juntos. Con cada abrazo, cada sonrisa, cada momento de comprensión, superamos las partituras de nuestro pasado para escribir una sinfonía de amor y esperanza. La vida está a punto de comenzar de nuevo, y esta vez, la melodía es infinitamente más dulce.
El motor de la camioneta se deleita con un ronroneo gentil, casi un susurro comparado con el batir emocionado de mi corazón. Sentado en el asiento de atras, con las manos todavía temblorosas de la emoción del reencuentro, siento la calidez presente de Mimi a mi lado. John conduce, mientras ella sujeta mi mano con la certeza de alguien que ha encontrado su camino, y yo, perdido en la mar de su fuerza y belleza, no puedo evitar sentir una oleada de paz.

Antes de poder adaptarme a la corriente tranquila de nuestra partida, Mimi se gira hacia mí, con una chispa de misterio adornando sus labios. Lentamente, extrae de su bolso una cajita negra. Su contorno es familiar, un eco de un propósito que dejé posado en el umbral de la incertidumbre meses atrás.
Con manos que apenas reconocen la hesitación, toma mi mano y deposita la caja en ella.
──Antes de entrar a rehabilitación, dejaste esto en la camioneta. ──dice con una voz que teje esperanzas y futuros al aire. ──Creo que ha llegado el momento de hacerlo real, Luka. Es hora de comenzar a vivir de verdad.
Mi aliento se queda atrapado en mi garganta por un segundo. Abro la caja lentamente y allí descansa el anillo, un círculo perfecto de promesas y posibilidades. La pieza final que mi vida ha estado esperando pacientemente, haciendo eco de cada nota de renovación que he tocado durante mi recuperación.
Llevo la vista a la nota que reposa bajo la almohadilla del anillo. Las letras, escritas por mi propia mano antes de que mi vida se detuviera temporalmente, parecen hablar directamente a mi yo actual, recordándome el hombre que quería ser.

Espérame para hacerte una propuesta como te la mereces…
Con amor, tu futuro esposo.
LH

leo en voz alta, las palabras resonando en el espacio sagrado entre nosotros.
El peso de lo que este acto significa llena la camioneta; no es solo el peso de un anillo, sino el peso de un compromiso renovado para con nosotros, para con la vida misma. Miro a Mimi, cuyo rostro irradia amor y paciencia, y encuentro en sus ojos la misma determinación que siento en mi corazón.

Sin necesidad de palabras, deslizo del asiento y me arrodillo ante ella, aquí mismo en el refugio de nuestra camioneta, en un camino que está tan lleno de nuestra historia como de nuestro futuro.
──Mimi. ──digo, y mi voz sale llena de toda la emoción que un alma redimida puede sentir, ──. ¿me harías el honor de convertirte en mi compañera de vida, no solo en la música sino en cada momento que nos regale esta nueva existencia que me has ayudado a encontrar?
Las lágrimas que había visto en sus ojos antes ahora se desbordan con liberación y alegría. Ella asiente rápidamente, sus palabras se pierden en un sollozo de felicidad.
──Sí, Luka, sí.
El anillo brilla cuando lo deslizo en su dedo, un símbolo de lo eterno, tan interminable como las melodías que aún tenemos pendientes crear juntos. En este acto de promesa, no hay dudas ni temores, solo la certeza de que cada día será una composición que crearemos en armonía, con amor centrado en su núcleo.
Nos abrazamos mientras el mundo afuera continúa girando, ajeno al compromiso silencioso que acabamos de sellar. Pero para nosotros, en este abrazo, se encuentra el universo entero.
Mientras la camioneta se pone en marcha una vez más y el paisaje se desliza a nuestro lado, siento que, de hecho, hemos comenzado a vivir de verdad. Con cada giro del camino, con cada nota que nos espera, Mimi y yo ahora avanzamos no sólo como amantes, sino como prometidos que bailan al borde del inicio de su sinfonía de vida

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