capítulo 12

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Capítulo 12


Mimi Rosé


Acosadora.


Me quedo inmóvil viendo que tiene mi teléfono en sus manos con la pantalla encendida.

¡Vio la fotografía!

Sujeto con fuerza la caja de pizza.

──Mimi... ¿Eres mi acosadora?

──¿Tu qué...?

──Acosadora. ¿Porque tienes de fondo de pantalla una fotografía mía con Lola? Esto fue del día que me secuestraste. ──dice volviendo a ver la imagen.

Dejo la pizza en el mueble antes de dejarla caer al suelo, y me acerco a él para arrebatarle mi teléfono pero eleva su mano haciéndolo imposible.

Jamás lo alcanzaré pero no dejo de insistir.

──Mimi... responde, por favor. ──Susurra, detengo mis brincos y llevo mis manos a mi rostro para cubrirlas con estas llena de vergüenza.

Me arde todo el cuerpo, siento que estoy por caerme al suelo, y recargo mi espalda en la pared antes que eso suceda.

──¡Dios! Que vergüenza... ──ríe levemente. ──. ¡No te rías! ──Chillo ocultando mi rostro.

Sus pasos se aproximan, puedo sentir como su sombra comienza a cubrir, la calidez de uno de sus dedos se pasea por mis manos.

──Quiero verte, por favor. ──Pide. ──. Toc, toc... Hauser llamando a su acosadora.

Hace como si tocara una puerta en mis manos.

──¡Luka! ──Chillo.

Separa mis manos, y me quedo inmóvil al notar lo cerca que está de mi. Tanto que puedo nuevamente notar sus lindas pecas.

¡Diosa de la plantas entiérrame!

Sonríe, y me derrito.

──¿Por qué tomaste esa fotografía?

──¡Te vías lindo con Lola! ──Suelto, y al darme cuenta abro mis ojos en demasía. Vuelvo a tapar mi rostro.

Trágame tierra madre.

¡Trágame ya!

──Ya sé que nombre ponerle a mi planta. Se llamará; Mimi. ──Musita, quito mis manos de mi rostro. ──. Porque la Mimi qué tengo frente a mi es muy linda.


El aire me falta.

──Linda, no. Bellísima... ──sisea. ──. Ahora bien, creo que me llevas ventaja en algo. ──Saca algo de su bolsillo, y noto que es su teléfono. Se aleja un poco. ──. Tus mejillas están muy rojas, y esos lentes te quedan muy bien pero falta algo...

Se aleja dejándome pegada a la pared, va en busca de quien seguro va a dejarme sin un ojo, y llena de sangre.

Mi gata se acomoda en sus brazos.

──Lola, quiero una foto donde salgas tu y tu mami. Bien portada, por favor. ──Susurro viendo a los ojos a mi gata, y me la extiende.

Cargo Lola quién mágicamente y obediente, se queda tranquila entre mis brazos.

No puedo articular palabra.

Estoy pegada a la pared, abrazando a Lola, con los nervios de punto, y con el corazón a millón.

──Mírame, Mimi. ──Pide, y obedezco.


Nos hace varias fotografías, y cuando creo que ya acabó aprovecha que estoy desprevenida viendo a Lola para hacer otra.

Dejo un pequeño beso en Lola aprovechando que se deja abrazar y la suelo antes que me ataque y muera.

──Ahora sí estamos a la par.

Me enseña su teléfono y la fotografía que me hizo mirando a Lola está de fondo de pantalla.

¿En serio?

¿En serio me va a poner de fondo de pantalla?

──Gracias, Mimi.

──¿Por... qué? ──tartamudeo.

──Por darme un poquito de tu paz. Ya me dio hambre... ¿Comemos?

Me da la espalda para ir por la caja de pizza, la toma, y la lleva hacia el comedor se sienta muy calmada y abre la caja para luego acercarse a esta y disfrutar del aroma.

──¿En serio acabas de hacerme una fotografía? ──Inquiero casi sin habla.


Luka Hauser, me tiene de fondo de pantalla en su teléfono.

──Si. Tu me hiciste una fotografía mientras dormía cuando me secuestraste. ──Justifica. ──. Ven a comer.

──¡No te secuestre! Te ayude... caíste en la floristería. No sabía que hacer.

──Y fue lo mejor que pudiste hacer, en serio. ──dice. ──. Por favor, ven a comer.

Pide amablemente.

No se cómo comportarme con él, digo tonterías, me pongo nerviosa, me sonrojo y definitivamente sé que se nota que me gusta.

Más que gustarme es mi hombre soñado, aunque sus sombras busquen alejarme de ese concepto perfecto que manejaba de él, y aún así no dejaría de quererlo y de soñarlo como lo hago, Con demonios, con tormentas, y hasta con sombras.

Tomo una rebanada y la llevo a mi boca.

Conozco mejor que nadie lo que le gusta comer... Y puedo ver en su rostro como disfruta de lo que come.

La persona que llegó desesperada a mi casa, no es la misma que tengo en frente, quizás si, le doy un poco de paz y me siento bien por eso.

Me relajo mientras lo tengo enfrente, no es fácil pero lo hago.

──¿Cuándo te enamoraste del cello?


Ya se la respuesta pero quiero que me responda mirándome a los ojos.

Mastica la pizza, y me mira.

──Tenia 8 años. En mi escuela, daban clase de música, iba pasando por los pasillos y escuche a la orquesta del colegio. Me acerqué... ──susurra tomando un trozo de jamón serrano. ──. El violonchelo se llevó toda mi atención. Lo tomé como costumbre el ir... siempre iba a la misma hora, me quedaba viendo y escuchando, intentaba aislar el sonido del cello. Quería solo escucharlo a él. El profesor me descubrió escondido. ──Sonríe y su mirada por primera vez se ilumina. ──. Me preguntó cuál me gustaba y allí empezó. Fluyo una corriente por mi cuerpo cuando lo toque, cuando pase por primera vez el bastón por las cuerdas.

Suspira.

──Empecé a practicar todos los días, todos los días... y ese mismo profesor me regaló mi primer Cello.

Lo sabía, siempre habla de él cada que le preguntan que quien lo impulso.

──Debes tenerle mucho aprecio... te guío hacia tu camino.

──Si, lo aprecio. Aunque no sé si está orgulloso de quién soy.

──Debe estarlo, ¿Lo has vuelto a ver?


Niego.

──Con las giras, viajes y mi agenda. No ha sido fácil, además no soy fan de esta ciudad. ──Confiesa. Lo he notado. ──. En modo de agradecimiento, lo hice director de mi escuela de música. Y ahora, sabe que estoy aquí y quiere que toque para los niños.

Sonrío emocionada. Va a presentarse aquí en Chicago, nunca lo ha hecho.

Yo podría verlo por primera vez en vivo.

¡Yo podría verlo!

Me muero...


──¿Cuándo?

──No he aceptado. ──dice mirándome fijamente.

──¿Por qué?

Ladea su rostro, y estudia mi mirada.

──Yo creo... que deberías pensarlo, imagina lo que hará tu presencia en esos niños, los llenaras de esperanzas. Verán que sus sueños pueden volverse realidad. Amaran verte.

Posa su mirada en la pizza.

──¿Irías a verme? ¿Estarías en primera fila? ──Pregunta, mi corazón se acelera.

──Yo... claro que iría. ──La emoción se denota en mi voz.

──Entonces lo pensaré. Gracias por la pizza, por el café, por un rato con Lola, por mi planta y por la foto. ──se levanta, y debo elevar mi rostro para seguirlo. ──. Y sobre todo por ser Mimi.

Me levanto y la verdad, es que no quiero que se vaya, quiero evitarlo.

──¿Ya te vas?

──Si, es tarde. Y te he ocupado toda la tarde. ¿Por qué no quieres que me vaya?



Amor platónico Where stories live. Discover now