capítulo 7

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Capitulo 7
Luka Hauser
Un café sin licor.


La veo caminar a mi lado evidentemente nerviosa, se nota en sus mejillas rojas y en la manera que mueve sus manos alrededor de su bolso.

──¿Qué tan ebrio estaba anoche? ¿Y que dije?

Inquiero.

──Creo que lo suficiente para no saber qué tan ebrio estabas. Y no fue mucho lo que dijiste. ──dice mirando al frente.

El café al que llegamos solo está a un par de metros de la floristería. Abro la puerta para que entre, lo hace alejándose lo más que puede de mi.

Eso me hace sentir un poco incómodo.
Le señalo una mesa y va directo a ese punto, no espera que le saque la silla, ella misma lo hace y se sienta abrazando su bolso con la mirada en las personas que me reconocen.

Yo he aprendido a vivir con esas miradas, incluso con las interrupciones de momentos privados.

Me siento justo frente a ella.

──¿Qué deseas tomar?

No quito mi miradas de ella.

──Un latte vainilla. ──dice bajando su mirada a sus manos.

El mesonero se acerca, y pido los cafés para ambos. El chico pasa su mirada de mi a ella quedándose prensando, ¿Quién no? Es muy bonita. Su tez, su cabello recogido en una cola alta, sus mejillas rosas y sus grandes y hermosos orbes.

Lo despacho rápido.

──Lamento mucho lo sucedido esta mañana, no estaba de buen humor, y no debí actuar de esa manera contigo cuando lo que hiciste fue ayudarme. Y si dije algo indebido, me disculpo.

──Como te dije; no dijiste nada. Sólo me asustaste cuándo llegaste a la floristería y caíste al suelo, pensé que te habías muerto. ──dice elevando sus pestañas.
Trago grueso ante el intenso color de sus ojos.

──Por desgraciada, no. ──susurro y por el gesto que hace noto que me escucho.
Frunce sus labios, está tensa puedo verlo en su postura rígida.

──Todos te están mirando. ──dice, no me molesto ni siquiera en comprobar que eso sea cierto.

Siento las miradas ya no me incómoda, optó por ignorar el hecho de ser reconocido.

──Es normal. Me pasa mucho cuando me reconocen. Tu me miraste así esta mañana. ──suelto recargando mi espalda en la silla. ──. Sabes quién soy… ¿Vas a admitirlo?

Ladea su rostro.

──Eres Luka Hauser. Famoso cellista croata.

Sonrío al escucharla. Los cafés llegan interrumpiendo la conversación, recibo el mío y estoy por sacar mi riñonera pero su mirada sigue mis movimientos y me detengo cuando rompe a hablar.

──El café se disfruta sin nada agregado. ──susurra.

──¿Qué tenía el café que hiciste esta mañana? ──inquiero quitando mi mano de mi bolsillo pero puedo notar como tiembla.

No he tomado nada desde hace algún rato. Suele sucederme.

──Nada, era solo café con un poco de canela Nada del otro mundo. ──responde relajando su cuerpo. ──. Mi madre me enseñó a hacerlo. Pensé que te haría falta.

Toma con sus delicados dedos la taza para luego soplar ligeramente la espuma, y sorber un poco del café. Sigo cada movimiento que hace y la verdad es que no se porque lo estoy haciendo pero estoy disfrutando de ello.

──Si me hacía falta, tanta que me lo acabe muy rápido.

──Lo note. ──dice desviando su mirada de la mía.

Es muy bella.

──¿Vas a decirme cómo llegué a tu casa?

Sonríe levemente.

──Le pague al taxista para que me ayudará. No podía dejarte en el piso de la floristería. Él me ayudó en todo, yo sola no podía, pesas.

Explica, sé que  para una mujer como ella soy pesado, es pequeña y delgada.

──¿Cuánto? Quiero pagártelo. ──Niega rotundamente.

──No hace falta. Lo hice porque quise. ──Mueve sus dedos en la taza.

──¿Por qué estas nerviosa? No te haré nada…

Bufa y sonríe tímidamente.

──Tu eres Luka Hauser y estás tomando un café conmigo. Con Mimi Rosé quien no ha hecho nada impactante en su vida, salvo armar arreglos de flores para enamorados, y tener una gata que la odia.

Anclo mis codos en la mesa y acuno mi rostro en mis manos.

──Mírame a los ojos, y dime qué ves. ──Susurro, posa sus orbes azules en mi y traga grueso. ──. Vacío. ¿Verdad? En cambio yo veo los tuyos y destellan, están llenos. Has hecho más que yo en la vida, te lo aseguro. Hablando de tu gata… es bellísima.

Sonríe.

──Pero es una desgraciada que me odia a muerte. ──Rio al escucharla.

Nadie me había hecho reír tanto en tan poco tiempo.

──Es la verdad. A ti te amó, se acostó sobre tu pecho y durmió muy plácida, a mi me gruñe y araña cada que puede. ──Noto que empieza a relajarse. ──. Una vez llegué a la floristería llena de arañazos en la cara, los clientes pensaban que me habían atacado o algo. Casi me saca un ojo esa vez… ella va a matarme, a veces creo que se la pasa planeando todo el día como cometer el crimen.

Río con más fuerza.

──No te rías, es en serio. ──Afirma muy seria causando más risa en mi.

Ella se queda estática viéndome, busco calmarme, llevo mis manos a mi abdomen ese que duele de tanto reír.

──Me has hecho reír.

──Que bueno que mis desgracias te causen risa. 

──No era mi intención burlarme.

──¿Conoces el sarcasmo? ──Inquiere con una leve sonrisa.

Bufo al escucharla.

Ella vuelve a su café, y yo sorbo el mío que no me sabe a nada bueno, la verdad es que preferiría volver a tomar el café que ella me hizo esta mañana o agregarle algo más a este.

──No quiero que te lleves una mala impresión de mi. Agradezco mucho lo que hiciste.

──No hay de que. ──Termina su café. ──. Debo irme. Inés es muy vieja, puede caerse, lastimarse o sencillamente no saber que hace en la tienda.

──Esta bien. Lo entiendo…

Saco un par de billetes y los dejo en la mesa. Cuando estamos por levantarnos un pequeño grupo de mujeres se acerca a nosotros y me piden un par de fotografías.

Mimi se hace a un lado, y se mantiene en la distancia observando como me toca sonreír en fotografías que para ser sincero preferiría no hacer.

Entiendo que todo lo que tengo económicamente se lo debo al público, que mi éxito es por ellos y mi talento pero existen momentos en los cuales sencillamente no estás de ánimos, y uno solo quiere ser alguien “Normal” Hoy es un día de esos…

Sólo quería tomar un café tranquilo con quién me secuestro, sólo eso.

Termino las fotografías al notar la impaciencia de Mimi, y me acerco a ella tomando su mano para halarla hacia mi cuerpo y salir de allí, siento mi corazón a mil por hora, algo que solo sucede cuando estoy en el escenario.

Su tacto y su cercanía es lo que está causando esto. 

──Lo siento. ──Susurro pidiendo disculpas por el mal rato.  ──. Estoy acostumbrado a ello pero sé que tú no.

Su mirada está en nuestras manos, no quita la mirada de allí.

Ella quita su mano de la mía y busca mi mirada. No se qué más decirle…

──Yo debo irme.

Se gira para irse, y la detengo tomando su brazo.

──Mimi, espera. ──Eleva su rostro para dar con el mío. ──. En serio, gracias.
Deja caer sus hombros.

──¿Primera vez que tomabas así?

Tenso mi mandíbula estoy casi seguro que sabe la respuesta así que niego. 

──No. No es la primera.

──Ya veo. No soy quien para decirte que hacer, pero no deberías seguir haciéndolo, ¿Sabes? Podría pasarte algo grave.

Sonrío levemente al escucharla.

──No es tan fácil, Mimi. Todo trasciende más allá del querer no hacerlo. ──Susurro. ──. Es complicado pero tú intento de salvarme no paso desapercibido, créeme.

Puedo notar como su mirada se entristece.

──Fue un placer conocerte, Mimi.

Extiendo mi mano hacia ella.

──Fue un placer conocerte, Luka.

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