capítulo 34

229 69 20
                                    

Capítulo 34
Mimi Rosé.
Un recuerdo.


──Mimi podrías ayudarme con estas cajas. ──Pide Inés.

Cierro mi laptop y me acerco hasta donde se encuentra para mover las cajas con rosas marchitadas, Inés las usa para hacer popurrí. 

La campana suena, y Inés va hacia el mostrador mientras yo dejo las cajas en el suelo para que no le cueste nada tomarlas.

──Buenos días. ¿Está Mimi? ──La voz de Ignacio eriza mi piel.

Me giro lentamente para verlo en el mostrador anclando sus codos a la repisa mientras observa con desdén a la mujer que lo atiende. Ajusto la montura de mis lentes, y salgo de la trastienda para hacerle frente.

Su mirada me recorre.

──Mimi este señor te busca. ¿Lo conoces?

──Si. Yo lo atiendo, Inés.

Inés me observa, y asiente muy poco convencida.

──¿Qué haces aquí? ──Suelto de golpe.
Todo en él me molesta, y me incomoda.

Chasquea su lengua.

──¿Dónde esta Luka? Desde esta mañana estoy tratando de dar con él y es imposible. Ni la seguridad me atiende el teléfono.

──Si no sabes dónde está, es porque evidentemente no quiere que lo sepas. ──Musito. ──. Yo no tengo que ver en ello.

──Pero si sabes dónde está. ──Espeta. ──. Falta pocos días, necesito verlo. Soy su manager.

──Su manager. Más no su dueño. ──suelto. ──. Cuando él quiera hablar contigo, lo hará.

Tensa su mandíbula, y entrecierra sus ojos hacia mi.

──Por lo pronto, yo no puedo decirte dónde está. No me corresponde.

Golpea ligeramente el mostrador, no puedo negar que su actitud me asusta o pone nerviosa pero no lo demuestro. 
Lo detesto eso sí lo dejo claro y lo dejo ver, él ha hundido a Luka a su antojo.

──Si Lukas pierde su carrera será por tu culpa, Mimi.

Sentencia hacia mi.

──Yo lo estoy salvando. ¿Tu que mierda estás haciendo? Sólo buscas hundirlo para manejarlo a tu antojo. ──Suelto perdiendo la paciencia y la calma.

──Estamos sacando las garras. Se está perdiendo tu dulzura… ──sisea divertido. ──. Y sé que vas a perder más. Mucho más. Hasta luego.

Se marcha con una actitud llena de soberbia, la puerta se cierra y dejo escapar el aire de mis pulmones.

──¿Quién era ese idiota? ──Inés inquiere detrás de mi.

──Un idiota. Tu lo has dicho.

Me dirijo hacia mi bolso, en busca de mi teléfono, Luka está en la reunión de AA.
Ha sido consecuente, y lo ha ayudado mucho. No ha probado licor.

Tecleo un mensaje a su número, sé que no va a contestar pero cuando salga lo verá.

Llamo a Francia, y contesta al instante.

──¡Mimi! ──Exclama emocionada. ──. ¿para qué soy buena?

──Ignacio vino a buscar a Luka aquí en la floristería. ──Suelto.

Se escuchan ruidos de fondo.

──Si, lo que pasa es que Luka dio la orden de no decir dónde estaba. Tiene ensayo en dos horas, debe ser para eso que lo esta buscando. Falta poco para que salga.  ──Musita. ──. Yo estoy recibiendo el cello. Ya llegó.

Sonrío al escuchar la noticia, sé que ha Luka eso le emocionada demasiado.

──Luka va estar feliz.

──Si. Lo estará. ──Afirma. ──. Cuando salga, le diré que llame a Ignacio. No vemos ahora.

──ok. Hasta más tarde.

Inés me observa desde la distancia en silencio, no dice nada pero sé que está llena de curiosidad, y eso hará que llame a mi madre.

Me siento en mi laptop y empiezo a revisar los pedidos, y eso pasó parte de la mañana, sabiendo que Luka está trabajando en su sanación y que está buscando o redescubriendo su fe.

Al cabo de un par de minutos mi teléfono suena.

Es Luka.

──Hola, amor.

──Hola, novio.  ¿Cómo te fue? ──inquiero llena de curiosidad.

Salgo de la floristería para poder hablar con privacidad. Me enfoco en el andar de las personas.

──Bien, me fue bien. Es un día más, me tarde en contestarte porque fui a la iglesia pero ya me tienes aquí. ¿Qué haces?

Sonrío al escucharlo. Está haciendo su mayor esfuerzo.

──Estoy viendo a la gente pasar, ¿Ya vas al ensayo?

──Si. Ya hablé con Ignacio. Lamento que haya ido a la floristería. No se porque lo hizo.

──No te preocupes. Pero creo que debes decirle lo que estás haciendo para que la información se mantenga a raya.

──Lo pensare. Nos vemos en la noche. Debo entrar a la escuela, y ahí prensa en la puerta.

Trago grueso.

──Se está corriendo la voz…

──Si lo sé. Eso no es lo preocupa.

──¿Y que lo hace?

──Que sepan de ti, Mimi. No quiero que te agobien, yo sé lidiar con ellos pero tú no. ──Larga un fuerte suspiro. ──. Te adoro, nos vemos en la noche, debo bajarme.

──Está bien. Yo te adoro más.
Tranco la llamada elevando mi rostro al cielo nublado de Chicago.


****


Pase el día trabajando, y sé que Luka sigue en la escuela ensayando por Francia.

He estado Mérida en internet y ya la noticia de que Luka está en la ciudad está rondando, incluso las fotografías que le hicieron esta tarde al llegar el ensayo.

Me preocupa que lo de sus visitas a AA se haga público, y que eso le afecte.

No dejo de pensar en lo mucho que ha avanzado, y lo rápido que puede recaer por simple hecho de que no se puede mantener en secreto su proceso de sanación.

Le sirvo la cena a Lola quién espera moviendo su cola de un lado a otro con impaciencia su cena. Cuando no come es una pequeña gruñona.

Se apresura a comer, y yo lleno mi jarrita para regar mis plantas cuando escucho que la puerta principal es abierta.

Le di a Luka una llave…

Entra con el bolso de su cello a cuestas, se quita los zapatos al pasar la puerta y me sonríe en la distancia.

──Buenas noches…

──buenas noches. ──Dejo la jarrita en el comedor y corro a su encuentro, lo extrañe con locura.

Extrañe todo de él.

Me abraza a su cuerpo, y me sujeta d ella cintura para elevarme despegando mis pies del suelo solo con una mano.

──Juro que adoro esto. ──Sisea juntando sus labios con los míos.

──Yo más. Te extrañe.

──Yo también.

Vuelve a dejarme en el suelo, y recorre mi rostro con sus dedos, tiene algunos cayos incluso pequeñas cortadas por las cuerdas.

──¿Hielo?

──Por favor…

Regreso a la cocina en busca de la pequeña bolsa con hielo que ya tengo preparada para él, se sienta en el comedor y extiende esta en la madera coloco muy despacio el hielo sobre su mano y lo veo cerrar sus ojos.

──¿Cuántas horas tocaste?

──Casi cuatro. Pero ya esté fue el último ensayo. ──Sisea.

──¿Tienes hambre? Mamá preparo una pollo y estaba por calentarlo.

Posa sus orbes oscuros sobre los míos haciendo que el corazón me brinque. Luka Hauser me ha robado hasta el palpitar de mi corazón…

──Si, la verdad es que si. ──El pasa la bolsa de hielo hacia su otra mano. ──. Llegó alguien muy especial… y quiero que lo veas.

Sé a qué se refiere, se levanta y camina hacia donde dejo su bolso, lo posa sobre el comedor con emoción e ilusión.

Lo abre y saca su cello.

Un violonchelo que se que él significa tanto.

Está algo abollado, y se le nota pequeña marcas pero el modo en que lo acaricia me hace ver que cada marca para él es significativa.

──Mi primer cello. ──Susurra, extendiéndolo para que lo vea.

Su emoción me invade, siento que me lleno de vida y sensaciones felices al tenerlo en mis manos.

Puedo notar que tiene su nombre tallado en la parte trasera del mástil.

──Voy a tocar con el Caruso. Para ti, el día del concierto.  ──las lágrimas se acumulan en mis ojos. ──. Gracias a ti están pasando cosas muy positivas en mi vida. Te debo esto… y más. Te amo, Mimi. En serio lo hago…

El aire.

El aire es pesado.

Él me ama.

Amor platónico Where stories live. Discover now