capítulo 48

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Capítulo 48
Luka Hauser
Rehabilitación.

──¿Luka, estás aquí? ──La voz de la psicóloga se escucha a lo lejos mientras noto como mi mano se mueve al igual que mi pierna izquierda.

La ansiedad y la abstinencia me están destrozando.

──Lo estoy. ──Rasco mi nuca con brusquedad.

En esto últimos días la idea de huir se ha hecho presente en mi mente, las noches se hacen eternas en este lugar pase dos días vomitando, los dolores de estómago son horribles y cada músculo de mi cuerpo reciente el daño que le he causado con el alcohol, el escalofríos que recorre mi cuerpo es lo peor.

Sé que si Mimi estuviese aquí conmigo me abrigaría y cuidaría, ahora me toca enfrentar esto solo.

Suelo caminar por mi pequeña habitación blanca y estéril  de un lado a otro, llevo los diario para todos lados aunque aun no he escrito nada en el, y en las reuniones con el grupo aun no me decido a hablar.

Ya lo había hecho en una oportunidad, no se porque ahora me resulta tan complicado.

Es mi segunda sesión con la psicología, una chica joven a la que insulte la primera vez que me senté frente a ella, y aún así me sonríe y se muestra preocupada por mi.

──Tu cuerpo está aquí pero, ¿dónde está tu mente Luka?

Noto que mis uñas son un desastre y comienzo a quitar la cutícula que más que molestarme, me incomoda.

──Divagando. ──Susurro.

Siento como mueve su silla, y posa sus manos sobre las mías, tiene un anillo que gira en uno de sus dedos y en la otra destella un hermoso anillo de compromiso junto a una alianza de bodas.

──Yo solía arrancarme la cutícula. Más que molestarme, me incomodaba. ──Sisea llamando mi atención. ──. Era como tener algo fuera de lugar que me hacía sentirme imperfecta. ──Musita, elevo mi mirada hacia ella, sus orbes avellana me escrutan pero no de mala manera. ──. No eres el único con ansiedad, el índice es alto, sólo que es un tema del poco se habla.

──Estar aquí me está matando. ──Suelto en confesión.

──Estar aquí te está haciendo sentir vivo, Luka. El proceso de abstinencia te hace sentir derrotado, débil, y vulnerable, son sentimientos con los que no estabas acostumbrado a lidiar. Cada vez que te sentías así, recurrías al licor. ¿Cierto?

Asiento.

Su toque se aleja.

──¿Has dormido?

──Me he desmayado, si. Aunque algunas noches me ha costado dormir.

──¿Qué pasa por tu cabeza en esas noches?

Suspiro con pesadez.

──Muchas cosas; Odio el silencio, me hace sentir sólo. Antes, cuando eso pasaba tenía a mi cello y podía pasar horas tocándolo, pienso en Mimi en lo mucho que la extraño y que estoy seguro que ella traería algunas plantas para decorar esa habitación tan vacía… y…

──¿Y?

──Pienso en mi madre, en lo mal que le haría verme en esta situación. ──Bajo la mirada. ──. Ella nunca me vio tomando, no lo permití.

──No querías hacerle daño.

Niego.

──No quería decepcionarla, no quería que viera en mi a mi padre.

──Luka, no eres tu padre. Hoy estás aquí internado haciendo todo lo que está en tus manos para recuperarte. Diste un paso importante, un paso que marca un antes y un después en tu vida, un nuevo nacimiento lleno de miles de posibilidades. Pero, primero debes perdonar. ──Ladeo mi rostro al escucharla. ──. Perdonar a tu mamá por no alzar la voz para defenderlos, perdonar a tu padre por ser un alcohólico que maltrató a tu madre y a ti, y principalmente perdonarte a ti mismo por buscar la manera de destruirte y dañar a quienes te aman. Del perdón se obtiene la redención… perdonar es de sabios.

Posa su mano en mi pecho.

──Libera el dolor, dale paso al perdón y sé feliz.

Es complicado pero se que debo hacerlo.

──¿Cuándo podré tener mi cello? ──Desvío el tema.

──Eso es algo que debo discutir con el coordinador, cuando lo crea correcto lo haré. Todo depende de ti, Luka. ¿Cómo te sientes?

──Mejor.

──Que bueno. Recuerda que estoy aquí todo el día, puedes tocar lo puerta sin ningún problema…

──Lo sé.

──Por cierto. ¿Y la bolsa de caramelos?

──Me estoy volviendo adicto al dulce. ──Suelto. ──. Me he comido en menos de dos horas una bolsa de caramelos de fresa.

Sonríe.

──Es normal. Tu cerebro necesita lo que le estás negando, endorfinas. Y el dulce las eleva. ¿Tu tensión arterial como va?

──La están controlando.

Me levanto al ver que ha terminado mi hora, paseo mis manos sudorosas por mi pantalón gris.

──Gracias.

──De nada, cuando tengas ataques de ansiedad, recuéstate en el suelo y mira el techo, imagina que estás contando estrellas, créeme ayuda… recuerda, solo tienes que respirar. 

Asiento y salgo de la pequeña oficina, y camino por los pasillos llenos de información y frases motivacionales.

Rasco mi mano derecha la cual lleva el brazalete azul de hospitalización, y bajo las escaleras apresurado escuchando a lo lejos una de las reuniones de un grupo, cantan para luego hablar, me dirijo sin mirar hacia los lados hacia el cafetín.
Me acerco a la caja, la señora que atiende me sonríe.

──¿Caramelos de fresa?

Asiento.

Me extiende la bolsa, y saco un par de dólares del bolsillo de mi pantalón y le pago.

──Hare que traigan más.

──Gracias.

Tomo la bolsa, y salgo del cafetín, mis manos me tienen mal, el movimiento involuntario me incomoda. 

──Hauser… ──musitan, me detengo aferrando mi agarre a la pequeña bolsa de caramelos.

──Hola.

──Tenemos reunión en un par de minutos. ¿Te unirás?

Su rostro demacrado me observa, Augusto es mi vecino un influencer según él que adicto a los analgésicos.

Se ha mostrado amable desde que ingresé.

Observó la bolsa de dulces en mis manos.

──No creo.

──Vamos, amigo… te hará bien, créeme. Ayuda.

Me quedo en silencio, insiste y me encamino hacia el salón camina a mi lado hablándome de lo bien que le fue en la terapia.

Abre la puerta y me invita a pasar.

Noto quién se encuentra en medio del salón, sonríe al verme y siento que el aire se esfuma, que todo queda atrás. Me apresuro soltando la bolsa de caramelos y la abrazo con fuerza, su aroma…

Mi Mimi.

Sus manos se pasean por mi espalda, hunde su rostro en mi cuello.

──Hola, amor platónico.

Amor platónico حيث تعيش القصص. اكتشف الآن