capítulo 10

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Capítulo 10
Mimi Rosé
Lola la peligrosa.


──¡Lola! ──Chillo arrodillándome para buscarla debajo del mueble. ──. Ven acá…

Meto mi mano para intentar sacarla y solo siento el ardor en mi piel cuando me aruña.

──¡Lola! ──Grito sacando mi mano de golpe para ver el aruño y la pequeña gota de sangre que se asoma. ──. Hija de su…

Me contengo y respiro con fuerza.

──Lola, por favor… es hora de tus vitaminas.

Estoy por perder la paciencia, y sé que voy a terminar llena de aruños y enojada.

Me siento en el suelo frío, y dejo a su vista el pomo de vitamina con sabor a naranja que debo hacer que coma.

──Lolita yo te amo, lo juro. ──Susurro. ──. Aunque a veces me provoca ahorcarte pero ya sabes, más puede el amor, ven Lola.

Mi mano arde…

Puedo ver sus patas peludas. tengo que quedarme quieta, si me muevo vuelve a esconderse, Sus bigotes se asoman y sonrío al verla.

Debo admitir que amo que sea una condenada rebelde. Ya entiendo lo que sintió mi madre en mi adolescencia, Lola me está haciendo la vida difícil desde que se desarrolló.

Está en plena adolescencia.

──Lola… vitaminas.

Saca la cabeza y sus bellos ojos azules me observan, está tanteando el terreno antes de salir pero justo cuando creo que saldrá el timbre de casa suena haciendo que ella se vuelva a esconder.

──¡Lola! ──Grito. ──. Eres una gata desgraciada, en serio. Yo que busco cuidarte y tú  buscas desesperarme.

Me levanto del suelo de mala gana y voy directo a la puerta, abro con ver por la pequeña mirilla, gran error.

Quedo fría con quién tengo enfrente y vuelvo a cerrar la puerta.

──No puede ser… ──siseo. Vuelve a sonar el timbre. ──. Está aquí.

Recargo mi frente en la madera blanca.

──Un momento. ──Digo.

──Hace frío, Mimi. ──dice con ese tono de voz que más de una vez me ha hecho temblar.

Tengo el corazón a mil.

Abro la puerta nuevamente y si, Luka Hauser está otra vez aquí.

──Hola, secuestradora.

──¿Vas a decirme así cada que puedas?

──Si. Ya te lo había dicho. ──Sonrío levemente. ──. ¿Puedo pasar?

Asiento haciéndome a un lado, noto que en la distancia se mantiene su manager y otros hombres esperando cerca de una camioneta.

──Ellos no entrarán. ──susurra.

Cierro la puerta y lo noto observando el lugar.

──Tienes muchas plantas.

No te gustaron la primera vez.

──Me gustan. ¿Qué haces aquí? ──Pregunto haciendo que se gire a verme.

──Tarde una hora en conseguir tu casa.

──¿Una hora?

──Si, es que te vi en la avenida, ibas en tu bicicleta pero te perdí el rastro por culpa del tráfico, sabía el barrio pero no recordaba con exactitud la casa, las plantas en frente me lo recordaron. ──susurra señalando el sofá.

──No has respondido que haces aquí. ──siseo con el corazón a mil.

Traga grueso.

──Yo vine por un café de verdad, y quería ver a Lola. Espero que no te moleste.

¿Es en serio?

¿vino a ver a mi gata?

¿Vino a tomarse mi café?

──Si haces que salga de ese sofá te regalo una jarra completa de café… ──musito, se levanta y detalla el sofá.

Lleva un traje negro a la medida, mi mirada va hacia su espalda ancha, sus nalgas… voy a morir.  Luka Hauser está otra vez aquí.

Otra vez aquí.

──¿Está allí?

──Si. ──Carraspeó un poco. ──. Tengo que darle sus vitaminas.

Se arrodilla para pegar su rostro al piso.

──Hola, Lola… ──dice y yo siento que muero.

¡Me voy a morir!

──Lola, ven… ──musita y no tarda ni un segundo en salir mostrando sus patas peludas y sus ojos grandes. ──. Eso es, buena chica.

Se abalanza a sus brazos y Luka ríe divertido al cargarla, pasea su nariz por el pelaje de mi gata para luego girarse a verme.

Me morí.

──¿Y mi jarra de café?

Estoy anclada al suelo viendo la imagen que tengo frente a mi. Mi gata ronronea feliz y a gusto en sus brazos.

──¿Mimi?

Asiento apresurada y me voy a la cocina, saco el café y tomo el agua con mis manos temblorosas.

──¿Este pomo es la vitamina?
Me giro a verlo.

──Si.

Lo abre y lo acerca a la boca de mi gata para que ella empiece a lamer.

¡La voy a matar!

Perra ingrata conmigo todo es peor que un parto.

Pongo el café y le agrego una pequeña cucharada de canela para que empiece a colarse.

Luka se sienta en el comedor con Lola en sus brazos.

──¿Cómo está Inés? ──Pregunta, es lindo que recuerde a mi jefa.

──Bien, tiene tu fotografía de fondo de pantalla en su teléfono, se la mostró a su esposo y le dijo que por ti se divorciarían.

Hauser ríe con fuerza.

Cierra sus ojos al sentir el aroma del café, y puedo notar que tiene ojeras bajo sus ojos, y que su rostro denota tristeza.

──Lola va a llenar tu traje de pelos.

Baja su mirada hacia ese punto.

──No importa. Tenía un gato en Croacia, se parecía mucho a Lola. ──Musita con calma.

Mi gata se termina la vitamina y él la recuesta en sus piernas, ella se acomoda y cierra sus ojos.

Va a volver a dormirse sobre él.

──¿También era un adolescente rebelde?

Ríe y niega.

──No llegó a su adolescencia.

──Lo siento. ──Niega descartando todo. ──. Voy por el café.

Vuelvo a la cocina, y busco una de mis mejores tazas para servirle, lleno una pequeña jarra que conserva el calor y llevo ambas a la mesa para dejarlas frente a él, su mirada sigue cada unos de mis movimientos.

──¿Te aruño? ──Inquiere detallando mi mano.

──Si, es normal. Así dice que me detesta.

──Tienes que limpiarte eso.

──Lo haré en un rato. ──siseo.

Deja a Lola en el suelo y me toma de la mano para llevarme hacia la cocina, me siento intimidada por él cuando tiene esos arrebatos donde me toca sin avisar.  Abre la llave del lavaplatos, revisa el clima del agua y mete mi mano bajo el chorro.

Arde, y hago una pequeña mueca. Sisea muy bajito un “lo siento” que guardaré en mi memoria.

Su pulgar se pasea por la herida, busca limpiar la sangre, y lo que causa en mi es qué todo me arde, mi cuerpo, mi corazón y mi alma. 

Mi gata aparece y se sienta a observar lo que sucede, pasea su mirada de mi hacia Luka muy entretenida con lo que ve.
Cierra la llave, y toma un toalla limpia que tiene cerca, y busca secar mi mano.

──Lola debes portarte bien. ──Sisea hacia mi gata. ──. No debes aruñar a tu mamá.

Río con escucharlo.

──Las hormonas la cargan mal. ──Justifico, nuestras miradas se cruzan y el aire me falta pero necesito hacer esta pregunta. ──. ¿Por qué estas aquí?

No suelta mi mano, se mantiene fijo y yo aún siento que todo lo que ha pasado es un sueño.

No es posible que tu amor platónico se te cruce por casualidad, es imposible que te busque para disculparse y peor que vuelva a tu casa y te mire como él lo hace.

Debí morir en algún punto, y estoy viviendo otra vida.

Intenta hablar pero se detiene, deja escapar el aire de sus pulmones y vuelve a intentarlo.

──La última vez que te vi, te dije; que tú intento de salvación no paso desapercibido. Hoy tampoco lo hizo, Mimi. Iba directo a un bar y te cruzaste en mi camino. Te vi en tu bicicleta… ¿Sabes cuáles son las posibilidades de que eso suceda en esta enorme ciudad? Son casi nulas.  Y no sé si tú crees en las casualidades, yo si lo hago.

Trago grueso.

──Caíste en la floristería, así que si. Si creó en las casualidades.

Sonríe levemente y asiente.

──Quiero café. ──Susurra.

──Vamos por tu café.

Me alejo de su toque y le señalo el comedor, toma a Lola en sus brazos y camina hacia ese punto. Puedo notar como su mano comienza a temblar, cierra el puño y vuelve a abrirlo para tomar la taza.

Debe necesitar con urgencia un licor en su sistema, y frente a mi está batallando para no buscarlo, quiero saciar esa necesidad con mi café y mi gata.

Inhala su aroma y cierra sus ojos.

──La cura perfecta.

Amor platónico Where stories live. Discover now