Capitulo 71

1.5K 204 23
                                    

—¿Que opinas? —Preguntó Selise.

—Creo que tengo celos de Liliana. —Suspiró Elena.

—¡Eso no, tonta! —Se rió Selise.

Hace rato que habían abandonado la casa de Arthur y ahora mismo se encontraban hablando en privado dentro de la mansión de Liliana.

—Bueno, es inteligente sin duda alguna. Sabe cómo, qué y con quién decir algo. —Mencionó—. No es alguien a quien tomar a la ligera, sus ojos destacan mucho.

—En efecto. —Asintió Selise—. Esa mirada solo la he visto en hombres poderosos o ambiciosos. Me sigue sorprendiendo que sea tan sabio para su edad, hace ver a los mismos príncipes como inútiles.

Selise suspiró deseando tener un hijo así de bueno. Claro, no se atrevió a menospreciar al suyo, Henry.

—Por cierto, ¿Henry no está tardando demasiado? —Preguntó Elena.

—Dijo que tenía asuntos pendientes con sus tropas, pero para este punto ya debería estar casi llegando. —Respondió Selise.

Justo en ese momento llegó Liliana con una expresión sería, ambas la miraron con sorpresa ya que parecía que algo la molestaba.

—Vengan conmigo. —Fue lo único que dijo.

Elena y Selise se miraron entre sí confundidas antes de seguir a Liliana, pese a sus preguntas ella no parecía interesada en decirles que sucedía.

No fue hasta que llegaron a la entrada de Orley dónde se encontraron con Arthur y un montón de gente haciendo un alboroto.

—¿Que sucede aquí? —Preguntó Elena.

—Pues parece que a tu querido hijo le cuesta soltar 10 monedas de oro... —El tono de voz de Liliana contenía una notable cantidad de sarcasmo y desprecio—. Y al parecer también le da miedo entrar solo.

Elena y Selise fruncieron el ceño y miraron hacia la entrada.

El príncipe Henry, molesto porque se le cobraba la entrada como a cualquier otro, estaba disgustado por no tener un recibimiento equivalente a su estatus.

Y al mismo tiempo quería entrar con sus tropas equivalentes a mil hombres. En una ciudad grande no sería un problema pero Orley era diferente. Si bien podían albergarlos, que quisieran era otro asunto.

—Elena. —Dijo Selise con seriedad.

—Enseguida madre. —Respondió.

Elena caminó hacia el puesto de peaje donde estaba su hermano, ni tan rápido ni tan lento pero si con pasos firmes.

Henry al ver a su hermana pensó que lo iba a ayudar para poner a estos idiotas en su lugar pero en realidad fue todo lo contrario.

Pellizcando disimulada pero fuertemente la piel de su antebrazo, Elena se acercó a su oído y habló con un débil pero notable gruñido.

—¿Que estás haciendo, idiota? —Henry abrió los ojos ante el repentino regaño—. Estamos aquí para causar una buena impresión y crear amistad con Sir Arthur, ¡Tu pequeño acto podría arruinarlo todo!

—¡Pero Elena-!

Elena golpeó el mostrador sin quitarle la vista a su hermano, 10 monedas de oro fueron visibles una vez la retiró.

El empleado tranquilamente las tomó y firmó un pase de una semana para una persona como siempre.

—Dile a tus perros que se aguanten allá afuera, agradece que vine yo y no madre. —Dijo Elena antes de darse media vuelta y regresar por dónde vino.

Rey De Reyes - Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora