Capitulo 40

1.5K 232 16
                                    

—¿Por qué tengo que pagar para entrar? ¿Y por qué no puedo quedarme cuánto yo quiera? —Preguntó molesto un hombre.

—Este impuesto es para ayudar al pueblo de Orley a seguir creciendo, pensamos ser un pueblo comercial así que servirá para expandir y fomentar los negocios. —Explicó el supervisor de la entrada—. En cuanto a porqué solo puede quedarse por dos semanas, es por orden de nuestro señor.

—¿Tu señor? —Preguntó el hombre.

El supervisor asintió con la cabeza.

—Mi señor, el Barón Arthur junto con la baronesa Adela Greenhart, afirman que Orley es muy pequeño para albergar a gente del exterior, y como creen que todo el mundo querrá venir a comprar y vender dentro de muy poco, no podemos permitirnos albergar a más gente por ahora. —Explicó.

—¡Tonterías! —Gruñó el hombre—. ¿Cómo pueden esperar que su ciudad crezca si nadie puede mudarse aquí? —Preguntó indignado.

—Si tiene alguna queja podemos comunicarsela a la señorita Adela Greenhart. —Respondió el supervisor fríamente.

El noble sintió frío en la espalda. ¿Quejarse con Adela? ¿Una de las mujeres más ricas del reino? ¡Ni que se hubiera vuelto loco!

—Señor, si no piensa pagar la entrada me temo que no podemos permitirle pasar. —Suspiró el supervisor mientras negaba con la cabeza.

El hombre decidió irse, había pensado que podría tener oportunidades en Orley ya que estaba en crecimiento pero pensar que las cosas serían así. Estaba indignado, pero no podía quejarse mientras Adela respaldará el lugar.

—¿Disculpe, de cuánto es el impuesto? —Preguntó una joven.

—Buenos días bella señorita. Para ingresar solo debe pagar una pequeña cantidad de 10 monedas de oro por persona. —Explicó el supervisor con una sonrisa.

La joven sacó 60 monedas de oro y se la entregó al supervisor.

—¿Lady Miri, de verdad va a permitir que le cobren por entrar a este pequeño pueblo? —Preguntó asombrado un guarda espaldas.

Así es, la joven aquí presente era ni más ni menos que Lady Miri quien había sido enviada por su padre con una pequeña escolta solo para relacionarse con Arthur.

—Como escuchaste anteriormente, este impuesto es necesario para el progreso de la ciudad. —Respondió Miri—. No creo que Sir Arthur sea capaz de hacer una jugada tan sucia para aprovecharse de la gente.

—Puedo asegurarles, caballeros, que entre más conozcan Orley más se darán cuenta de que esas suposiciones no son más que preocupaciones sin sentido. Lo juro por mi honor y la atenta mirada de los dioses. —Afirmó el supervisor.

—¿Ven? Incluso lo hicieron jurar. —Dijo Miri—. ¿Que sigue ahora, amable señor?

Después de rellenar un pequeño formulario, el supervisor le entregó a Miri 6 pases de dos semanas y se les permitió entrar.

Se les permitía a los guarda espaldas portar solo un arma así que cualquier armamento oculto sería confiscado y guardado hasta que el dueño decidiera dejar Orley.

Pero como estos guardaespaldas solo traían consigo sus espadas no se tardaron demasiado al ser revisados.

—Que indignante... —Gruñó un guarda espaldas.

—Deben reconocer que, si este lugar tiene tales procesos de seguridad, significa que es bastante seguro. —Afirmó Liliana—. ¿Cuántas armas o herramientas no traería consigo un asesino? Mi padre me contó que es muy sorprendente la cantidad de cosas que llevan encima y aún así pasan desapercibidos.

Rey De Reyes - Volumen 1Where stories live. Discover now