A million dreams

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Días del presente pasado.

Aún eran momentos complicados para mi. El trato con Porsche era algo que tenía que cumplir porque después de todo me dio una pequeña, remota oportunidad de poder volver a ver a Pete. Pero... había sido tan poco tiempo. Mi perdón no era como lo hubiera deseado, al primer sonido de alguien que pudiera verme huir, temiendo que fuera Kinn, que me encontrase y me llevaran a la primera familia. Me había arriesgado demasiado, escapé de la casa de seguridad sin decir nada y me vi con Porsche.

¿Por qué no traté de convencer a Pete? ¿Por qué no le insistí de irnos juntos de toda esta mierda?
Era obvio. Pete nunca me iba a elegir a mi, me odiaba, por todo el daño, por todas las heridas. El siempre volvería con Tankhun como lo hizo antes.

Hoy solo me quedaba lamer mi heridas y esperar que la segunda familia se fuera a la mierda, morir intentando por lo menos, salvar a Macao, sacarlo del país ante de que mi padre lo lleve a un internado militarizado o Korn nos desaparezca a todos.

Pero primero, esa foto que Porsche me dio.

La miré un par de veces, si ella era la madre del guardaespaldas de Kinn, ¿Qué hacía su foto en la oficina de Pa?

Entrar a la oficina no fue problema, Pa estaba ocupado con un cliente fuera de la ciudad, tiene ahora que tomar todos nuestros negocios desde que yo estoy "prófugo" ¡por favor! Es más que obvio que si la primera familia me quisiera muerto, ya un francotirador me habría volado la cabeza. No, a Korn le gustaba jugar con su presa. Atormentarnos mentalmente.

Busqué en la oficina, estaba en un marco junto a varias otras fotos de la familia, que parecían estar ahí solo para fingir ante todos "la familia unida" mi madre no se hallaba en esas imágenes, Pa se encargó de sacar todo recuerdo de ella tras su muerte. Ahí estaba esa misteriosa mujer, en una foto sola, más joven y más sonriente.

—¿Quién eres? —pregunté al aire tomando la imagen entre mis manos. Extrañamente el cuadro se sentía pesado, giré el marco para ver que no enojaba del todo, algo estaba tras la fotografía.

Abrí el marco con cuidado, y ciertamente había un par de cartas muy dobladas, fruncí el ceño confundido, cartas viejas que temí abrirlas esperando no se trozaran. Y entonces mi pavor se intensificó:

"perdóname por todo"
"nunca fue mi intención abandonarte"
"siempre te amaré"
"la vida ya no tiene sentido sin ti, todo esto es mi culpa, por obedecer órdenes"

Oraciones de ese tipo, palabras de dolor, arrepentimiento, la frase "debimos haber huido cuando tuvimos tiempo" me dejó helado. Palabras que ni siquiera a mi madre le dedicó en ningún momento de nuestra vida, jamás había visto a mi padre llorar por mi madre ni escribirle cartas, pero aquí estaba una serie de frases dedicadas a una desconocida.

En la foto de Porsche estaba con el tío Korn... No entendía la conexión entre ellos. ¿Habrá tenido mi padre algún tipo de amorío con esa mujer? Quise que la rabia no se apoderase de mi cabeza pero mis manos no dejaron de temblar, porque no podía entender porque el hombre que escribía aquí era tan distinto al hijo de puta que siempre aprovechaba la oportunidad de golpearnos, de humillarnos. ¿Me lloraría así si el día de mañana me terminaban matando? ¿Me haría una carta como esta?

¿Qué le iba a explicar a Porsche con esto? Guardé toda evidencia de que yo estuve ahí, Pa no había dejado más pruebas de eso que obtuve. Salí de la oficina con precaución, casi caminando como un ente que existía por mecánica corporal, con memoria espacial para llegar a algún lugar.

Sentí la brisa fresca y la ligera llovizna tailandesa y me di cuenta que estaba en una de las terracillas, entre las divisiones de los edificios, con viejas bodegas para mantenimiento de la casa. No había nadie más.
¿Era la lluvia la que mojaba mis mejillas? Pronto descubrí que no, que eran lágrimas calientes que hacía que los ojos me ardieran, toque el lado izquierdo de mi rostro recordando la mano de Pete rozando la piel de mi cara, de su rostro llorando cuando le grité que me matase, cuando le aseguré que no era capaz de hacerlo. ¿Por qué siempre lo hacía llorar? Me dolía el pecho como si fuera a morir de un maldito infarto, me llevé la mano al corazón apoyándome en la barandilla de la terraza.

My Second ChanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora