65. Crisis

573 25 25
                                    

CAPÍTULO 65: CRISIS

POV CORIOLANUS

−Sejanus ¿qué haces aquí? –pregunto sin moverme aún, demasiado nervioso por el hecho de alguno de mis compañeros me haya visto en este estado.

−Me preocupé cuando te vi corriendo y vine a verte. Pensé que te había pasado algo malo.

−¿Estás solo? ¿Alguien más me vio?

−Ninguno de nuestros compañeros te vio, si es a lo que refieres. Pasaste demasiado rápido y todos ya están sentados en sus asientos esperando al profesor.

−¿Y tú qué estabas haciendo?

−Esperaba a... alguien. Después te cuento, eso no es importante ahora. ¿Te molestaría salir para que hablemos cara a cara?

−¿Y qué alguien más me vea? No, gracias –me niego.

Incluso en mis peores momentos, mi propio orgullo hace que no quiera mostrar mi debilidad frente a otros. Puedo desarmarme frente a Tigris, Madame o Lucy; puedo desmoronarme estando a solas, pero nunca lo hago en público. Ese es mi límite.

−Estoy bien aquí –le respondo.

−Entiendo. Te daré espacio –dice él y escucho sus pasos alejarse.

Gracias a Dios. Me dejó solo, al fin, con mis propios pensamientos y mis problemas.

Me empiezo a sentir descompuesto nuevamente, débil. Entierro mi rostro entre mis piernas, derramando lágrimas en silencio y con una mueca triste en mi rostro. Todo está tan mal y se pondrá peor. ¿Acaso el Decano Highbottom me dijo alguna mentira? No lo hizo. Yo sé de antemano lo que sé que es capaz de hacer la Doctora Gaul. Yo sé que me ha utilizado y probado mis límites durante todos los Juegos del Hambre, aprovechándose si deseos de asegurarme un futuro mejor; y salvar a Lucy Gray, por quien Gaul sabía que estaba desarrollando sentimientos que iban más allá del de mentor y tributo. Y ella confirmó que era un sentimiento mutuo entre Lucy y yo cuando nos besamos.

Me vi obligado a matar a una persona para salvar mi vida y la de Sejanus. Esa mujer me puso a mí en la misma posición que el resto de los tributos de la arena, sin ninguna protección que no fuera mortal, como un teaser o un arma para solo atontar lo suficiente a alguien con electricidad o dardos tranquilizadores; y que dejará de ser un peligro temporal para nosotros, el suficiente tiempo para que pudiéramos escapar. Instinto de supervivencia... naturaleza humana, ella le llamó a lo que hice, a lo que los tributos hacen. También insinuó que era parte de la naturaleza del hombre, desear la muerte de alguien, como yo lo hice esa noche tras ser atacado por ese grupo de tributos casi profesionales. Lucy y yo somos unos asesinos ahora y no importan los motivos, esa se ha convertido en nuestra realidad. Nuestras manos están sucias con sangre ajena, sangre derramada por nosotros mismos.

Nuestras manos estarán aún más sucias el próximo año cuando participemos en los Juegos del Hambre, ambos desde el otro lado. Lo estarán por varios años. ¿Cuántos tributos veremos morir durante nuestra obligada participación a partir de la Onceava Edición Anual? ¿Veintitrés? ¿Cuarenta y seis? ¿Sesenta y nueve? ¿O más?

Nunca me había planteado seriamente ese asunto, solo pensé en las posibilidades de generar un cambio en el esquema general de los Juegos del Hambre y que dejara de tratarse a los tributos como si no merecieran un trato humano mínimamente digno. Olvidándonos junto con Lucy que estamos tratando con personas y que cada año veremos morir a veintitrés chicos, entre los veinticuatro tributos cosechados. Tal vez, las pesadillas vuelvan a nuestros sueños. Tal vez, la culpa que sentiremos por ser parte del proyecto será más grande de lo que imaginamos ahora mismo. No lo sé. Tampoco sé si nos queda siquiera algo de inocencia a Lucy o a mí... luego de todo lo que tuvimos que pasar, no solo en los juegos, sino durante los Días Oscuro hace una década atrás. Solo sé que no somos malas personas. Y eso último es lo que debemos proteger de nosotros mismos y del otro.

Escrito en las estrellas (CoryoxLucy)Where stories live. Discover now