32. Amor

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CAPÍTULO 32: AMOR

POV LUCY

Por la mañana siguiente, despierto y no veo a Coriolanus a mi lado. Cierto, es un día especial. Debió levantarse muy temprano.

No se sienten ruidos en la habitación, por lo que sospecho que está en la cocina desayunando, sin esperar más tiempo me dirijo al baño media adormilada y al entrar me encuentro con él cubierto de la cintura abajo solamente con una toalla negra, arreglándose el cabello frente al espejo.

Nuestras miradas se encuentran, nuestras mejillas se enrojecen y nos quedamos paralizados sin saber que hacer e incapaces de hablar. Es la primera vez que veo a un chico en estas condiciones. Muerdo mis labios, para acallar un grito.

Maldición. Debí preguntar antes de pasar.

Mis ojos bajan de su rostro al resto de su cuerpo inconscientemente y mi corazón late descontrolado.

Él es hermoso, simplemente perfecto.

Trato de encontrar algo coherente para decir, pero no sale nada, porque mi mente divaga en la imagen de él ahora mismo. La piel de su cuerpo es aún más clara que la de su rostro, seguramente por su escasa exposición al sol. Pienso en todas aquellas noches y mañanas donde nuestros besos y caricias tomaron otro color más intenso y como él me dijo que no debíamos dejar que ese fuego nos consumiera completamente. Cubro mi rostro avergonzada, por mis propios pensamientos, culpando a mis hormonas e incluso su malditamente perfecto cuerpo por mi reacción.

−Lucy –al fin dice.

Lo miro por un segundo y noto que él no actúa tan diferente a mí, se debe sentir vulnerable, su experiencia aún más escasa que la mía, que de por sí tampoco es mucha.

−Yo... lo siento.

Salgo corriendo del baño, pero él me alcanza antes de que pueda salir de la habitación, cubriendo su mano en el picaporte, para que no pueda abrir la puerta.

Se sujeta bien una bata, que debió tomar apresurado para alcanzarme y luego toma mi rostro con sus manos.

−Coryo –susurro.

−Siempre pensé que el que más se avergonzaba con estas situaciones, era yo. Ahora veo que tú no eres muy diferente de mí –dice sorprendido.

−¿No piensas dejarme ir? –pregunto sintiéndome humillada.

−No puedo. No, ahora –contesta mirándome con sus hermosos ojos azules y rompe la distancia de nuestros rostros para besarme.

−Mmh...

Sin pensarlo, llevo mis brazos a su cuello y acaricio con mis manos su cabello húmedo. Él me toma de la cintura con fuerza y yo rodeo sus caderas con mis piernas, mientras sigo con la espalda contra la pared. Él baja sus labios hasta mi cuello y yo me dejo querer, sin resistirme, por unos minutos. Terminamos acostados en la cama nuevamente con el sobre mí, teniendo el cuidado de no aplastarme. Siento sus manos meterse entre medio de mi pijama y mi piel, mientras mantiene sus labios en los míos y me acerca más a él. Luego se aleja un poco y me mira a los ojos.

−¿Nunca te advirtieron lo peligroso que es meterte en la habitación de un chico que podría estar desnudo o bañándose.

−Dejaste que me metiera a tu cama ¿eso no es mucho peor?

Paso la punta de un dedo por el puente de su nariz y acaricio su rostro con ternura.

−Te amo, Coryo.

−Yo te amo más, Lucy.

Sonrío y dejo que él caiga sobre su espalda en la cama, me siento sobre su cintura y desajusto su bata para poder ver su pecho separando la tela de la bata y dejándola caer hacia los costados. Coriolanus está sorprendido con las mejillas color carmesí, pero no se mueve. Todavía tiene marcas de las quemaduras del día del bombardeo, que se extiende de su pecho a sus hombros y seguramente su espalda.

Escrito en las estrellas (CoryoxLucy)Where stories live. Discover now