Los guardaespaldas se miraron entre sí y no pudieron ni encontraron buenos argumentos para refutar las palabras de su señorita.

—Venga, hoy es un día hermoso no hay que ponernos amargados por estas cosas. —Sonrió Miri.

También era demasiado buena, no sabían si sentir lastima por el conde.

Por el camino, Miri veía a mucha gente pasear, reír y trabajar, la carretera principal estaba llena de tiendas y puestos de comida. Algunos de estos trabajadores, se le acercaba con bandejas y les ofrecían muestras gratis.

—¿De verdad regalan comida? —Preguntó Miri confundida y asombrada.

—Solo es un pequeño bocadillo, señorita. Pero si de verdad le gusta puede comprar más en la tienda. —Explico la mujer.

Miri sintió curiosidad por estos bocadillos en palitos pero, antes de que pudiera tomar uno, un guarda espaldas lo hizo por ella y lo probó él.

Cualquier cosa podría ser un veneno y estaban entrenados para probar lo que Miri quiera comer antes de que ella misma lo hiciera.

Sus hombres miraron tensos a su compañero quien saboreaba y masticaba el bocadillo. ¿Que pasaría si estuviera envenenado? Pensaron.

Pero durante unos segundos nada pasó, y luego de medio minuto tampoco.

—¿No te sientes raro, hermano? —Pregunto un compañero.

—Hmm... De hecho no, y el bocadillo de hecho está muy bueno. —Dijo el hombre.

La mujer de los bocadillos tenía una sonrisa forzada.

—¿Si vendieramos comida envenenada como podriamos esperar que la gente quisiera venir a nuestra ciudad? —Dijo ella.

—Me disculpo por la actitud de mis hombres. —Suspiró Miri.

Ella tomó uno de los bocadillos y lo probó, sus ojos se abrieron con sorpresa.

—Está muy rico. ¿Que son? —Preguntó Miri.

—Sir Arthur los llama bollitos de carne, mi señora. El fue el que nos dió la receta. —Dijo la mujer.

—Me gustaría comprar más. —Sonrió Miri.

—Claro, acérquese a la tienda, le atenderemos con mucho gusto. —Dijo la mujer con una gran sonrisa.

Arthur le enseñó a su gente a hacer bolsitas de papel para meter alimentos o incluso hacer compras. Hacerlas era el mismo proceso que hacer papel normal solo que más grande y al final se doblaba para parecer una bolsa cuadrada.

También se le añadió varias capas de papel para asegurarse de que no se rompiera o algo así, el resultado era parecido a las bolsas de cartón que normalmente te darían las panaderías.

Miri nunca pensó que podría comer y caminar al mismo tiempo, pensaba que era de mala educación pero la educada mujer le aseguró que estaba bien con este tipo de alimentos ya que no cuentan como una de las tres comidas diarias.

Miri pinchaba los bollitos dentro de la bolsa con un palito y se los llevaba a la boca con deleite, sintió que el precio de entrada valió la pena. Incluso este bocadillo era muy barato para lo rico que estaba.

—¿Hm?

Miri y sus hombres vieron con perplejidad a una de las patrullas de Orley. Quedaron asombrados por sus uniformes y relucientes armaduras, también su forma de caminar y coordinación. También les impactó el hecho de que había mujeres entre ellos.

¿Solo eran una patrulla cualquiera? Se preguntaron al fin y al cabo, parecían caballeros reales. ¿Cómo podría un caballero real simplemente patrullar las calles? ¿Podría una mujer ser un caballero real? ¿cómo es que este lugar podía permitirse tanto?

Rey De Reyes - Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora