Adela casi se despeinada de la furia pero Arthur hizo que se calmara rápidamente hablando de lo que más le gustaba a ella, los negocios y el futuro.

Arthur prácticamente dijo que Adela pasaría de ser su amiga de negocios, a prácticamente trabajar para ella vendiendo sus productos y que cada vez que él inventé algo nuevo que pueda venderse, ella sería la primera en probarlo.

Adela tenía una brillante sonrisa después de escuchar eso, parecía una niña complacida. A ella no le importaba rebajarse ante él puesto qué, tanto el que sabe que puede confiar en ella, Adela también pensaba lo mismo.

Entre amigos no hay estatus, es completamente nulo y ambos lo saben. Pero Arthur le dijo algo que preocupó a Adela.

—Orley no puede tener las puertas cerradas de por vida, pero si la gente descubre que podemos hacer vidrio... Azúcar... —Mencionó Arthur.

Adela se llevó una mano al mentón.

—Quien sabe que nos harían solo para conseguir ambos. Por no decir lo que se te ocurra hacer en el futuro. —Continuó Adela.

Arthur asintió con la cabeza y se quedaron pensando. De repente, Arthur sonrió.

—Creo que tengo una idea. —Dijo.

Adela lo miró.

—¿Que te parece si construimos un segundo Orley? —Propuso Arthur—. Usaremos el primero para desarrollarnos libremente, y el segundo para que los extranjeros entren y salgan libremente.

Adela pensó.

—No quiero que desconocidos vivan en mi pueblo, podrían ser fácilmente espias así que lo haremos como una ciudad mercado, la gente solo irá a comprar y vender, incluso a alquilar una posada si es necesario pero no vivirán allí. —Explicó.

Adela pensó que no era una mala idea.

—Y será nuestra gente la que trabaje en las tiendas, posadas y bares. No es tan mala idea, con mi ayuda y reputación, estoy segura de que puedo hacer que mucha gente vaya, al principio por curiosidad, luego por deseos de comprar o vender sus cosas.

Arthur asintió con la cabeza y sonrió.

—¿Pero funcionará? —Pregunto Adela.

—No lo sé, lo que importa es que tengamos comercio, pero sin que desconocidos entren y salgan del Orley principal.

Adela pensó detenidamente.

—Aunque honestamente es demasiado trabajo...yo creo que debemos deshacernos de los objetos de vidrio y reemplazarlos. La arcilla no es tan importante como el vidrio. —Sugirió Adela.

Arthur suspiró y asintió con la cabeza.

—Creo que es mejor... aunque también tendré que hacer un censo. —Mencionó.

—¿Un qué? —Preguntó Adela.

—Reuniré a todos los Orlianos y les daré un documento de identidad, sin él no eres Orliano y por lo tanto no puedes quedarte en Orley por mucho tiempo.

—¿Y si alguien roba estos documentos? —Preguntó Adela.

Arthur sonrió.

—Les haremos preguntas que solo los dueños originales del documento sabrán y tanto los documentos como las preguntas estarán registradas y aseguradas por nosotros. —Explicó—. Si no son los dueños originales, los torturaré si es necesario pero me dirán cómo consiguieron los documentos.

Es imposible añadirle una fotografía a las C.I que planea Arthur, pero cada C.I contara con, el nombre del dueño, su edad, ciudad de nacimiento y un código en números que el dueño deberá memorizar aparte de la pregunta clave seleccionada por el mismo dueño.

Todo esto se registrará en libros alfabéticamente desde la A hasta la Z. Y dado que cualquiera puede llamarse Zalazar por ejemplo, Arthur les dará la oportunidad de elegir a todos un apellido.

Y si alguien pregunta, es por cuestiones culturales y ya, si no les gusta vayanse al carajo. Arthur por supuesto le explicó esto a Adela.

—Arthur... Es una idea sorprendente e innovadora, pero plebeyos con apellido... —Adela se sintió incomoda.

Arthur tomó la mano de Adela y está lo miró a los ojos.

—Adela, por favor deja de pensar que los plebeyos son diferentes a los nobles. Somos humanos vengamos de dónde vengamos y en Orley eso está claro. La unidad es lo que cuenta. —Dijo Arthur—. Ya viste de lo que somos capaces dejando de lado la tonta idea de que una mujer no puede hacer el trabajo de un hombre. Que porque eres plebeyo estás destinado a vivir y morir como tal.

Adela pensó.

—Si no soltamos esas estúpidas costumbres, no conseguiremos progresar en absoluto. ¿Y si una mujer hace un invento maravilloso o propone una idea que podría mejorar el reino? ¿Debemos rechazar su idea solo porque es mujer?

Adela frunció ligeramente el ceño, ¿Cuántas mujeres no habrían tenido éxito de no ser por eso? ¿Que tan cambiado estaría el mundo si las hubiesen escuchado?

—¿Cuántos hombres no intentaron interponerse en tu camino solo por ser mujer? imagina si aparte de eso fueras plebeya. —Mencionó arthur.

—Si no aprendemos a aceptar ciertas cosas, nuestros niños crecerán con una idea errónea y no progresaran como es debido. —Aclaró Arthur—. Y créeme que, el futuro está en los niños. Es por eso que debemos mejorar como adultos.

Adela miró a Arthur a los ojos por un momento y asintió con la cabeza.

—Yo... Entiendo. —Dijo Adela—. Es difícil cambiar una idea a la que estás acostumbrada pero... Creo que tienes razón. Así que confiaré en tí.

Arthur le dió una sonrisa.

—En ese caso, tengo que demostrar que soy digno de esa confianza. —Dijo Arthur—. Está bien, me aseguraré de demostrarte lo ciertas que son mis palabras.

Adela asintió y le dió una pequeña sonrisa. Luego miró hacia abajo con el ceño fruncido.

—Ya estuvo bueno. —Dijo y soltó la mano de Arthur con un ligero rubor en su rostro.

Arthur sonrió y se acomodó en su asiento.

—Juntos haremos cosas maravillosas, de eso estoy seguro. Me hace muy feliz que estés de mi lado. —Sonrió Arthur.

Adela se sonrojó pero resopló.

—Hmph, al menos reconoces mi importancia. —Dijo altiva y orgullosamente.

—Claro que sí. Sin duda alguna eres muy importante para mí. —Sonrió Arthur.

Adela abrió los ojos con perplejidad y su rostro se puso como el de un tomate.

Rey De Reyes - Volumen 1Where stories live. Discover now