Sal de sangre, así la llamaban los esclavos mineros. No era roja, pero para llegar hasta ella, algunos debían pasar por encima de los cadáveres de sus compañeros caídos.

¡Definitivamente no valía la pena el riesgo!

...

Sentado frente a una hoguera con un par de pescados siendo asados, Arthur estaba considerando su siguiente paso.

Cerca de él, los niños corrían y reían, jugaban a los dueños con espadas de palo. Las mujeres lavaban sus ropas o las de los demás, algunas simplemente buscaban agua del pozo o limpiaban el área mientras vigilaban a los pequeños.

Un poco a lo lejos, Arthur vio a sus hombres construir una empalizada, no es como si otorgará mucha defensa, pero evitaba que los animales salvajes entraran.

Mientras Arthur veía esto, pensaba en cuál sería su siguiente paso.

No es como si no tuviera ideas, es solo que había tantas opciones por tomar que lo ponían indeciso.

-Mi señor, le traje esto. -Se le acercó una mujer.

En sus manos había una especie de cuenco de piedra con manzanas.

-Dicen que la fruta ayuda el pensamiento, pensé que lo necesitaría. -Continuó ella.

Arthur miró una vez más el cuenco de piedra, una imagen apareció en su mente y sonrió de oreja a oreja.

Arthur miró una vez más el cuenco de piedra, una imagen apareció en su mente y sonrió de oreja a oreja

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-¡Eso es! -Exclamó.

-¿E-Eh? -Se sorprendió la mujer.

Arthur tomó el cuenco de piedra y le sonrió.

-¿Usted a qué se dedica? -Preguntó.

-B-Bueno, de vez en cuando lavo ropa o cocino... -Respondió.

-Venga conmigo, le ofreceré un mejor trabajo.

Hace días, en la tienda de Amelia, había visto alguna que otra cosa extraña, unas piezas de algo marrón algo deformadas, preguntándose que eran, gracias a la ayuda de esta mujer descubrió que era arcilla.

Dado que no existía la máquina donde ponen la arcilla a girar y darle forma, era muy difícil crear buenos envases de arcilla.

En realidad, la arcilla era golpeada hasta tener forma y de ahí la metían a un horno para que se solidifique, con un poco de suerte y la piedad de dios, no sé quebrarían en el proceso.

Hacían falta platos y vasos, también dado que Arthur sabía cómo hacer arcilla bien, podía venderla a Amelia. ¿Que cara pondría ella al ver una taza de arcilla tan bien moldeada y lisa?

-Bien, ¿alguno de ustedes ha hecho productos de arcilla como platos o tazas? -Preguntó Arthur.

Todos negaron con la cabeza, Arthur había reunido a un grupo de personas para dedicarse completamente a eso. Pero no solo estaban ellos, también estaba André el maestro herrero y Jusuf quien se encargaba de la mina.

Rey De Reyes - Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora