Semana 32

129 9 3
                                    

Dimitri tiró de mi muñeca mientras paseábamos por Central Park

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Dimitri tiró de mi muñeca mientras paseábamos por Central Park. El helado de chocolate resbaló de mis dedos e, inevitablemente, cayó a mis pies. La brillante capa de charol de mi calzado no quedó ensuciada, sin embargo, mi apetito me gruñó por haber perdido la tan codiciada comida.

Dimitri tenía una reunión con Jacob, pero antes de ir a su apartamento del Upper East Side, me pidió que diéramos un tranquilo paseo. La tonalidad caramelo que bañaba el horizonte encajaba con la tranquilidad del agua del estanque. Esa tarde no soplaba viento y los árboles estaban todavía teñidos de color verde manzana. Central Park estaba apacible y solitario, para ser las seis y media de la tarde de un día de verano.

Tan pronto como Dimitri se marchara, la charlatana de mi amiga aparecería por The Mouse —una nueva cafetería—, y pasaríamos juntas el resto de la noche hasta que Dimitri me avisara de que había terminado y fuera a casa de Alexia a buscarme.

Regresé al presente en cuanto sentí que Dimitri extraía de su bolsillo un billete y se preparaba para acercarse al puesto de helados otra vez.

—Ah. No, ahora no quiero otro —repliqué, todavía a unos centímetros de su rostro.

Supuse que había tirado de mí para que los ciclistas no me arrollaran.

—Apuesto a que Alexia cocinará un manjar, y me alimentará como un cerdo que está seleccionado para el matadero. —Aquella comparación me entristeció. Últimamente, lloraba demasiado por cualquier nimiedad, ya fuera una noticia en televisión o un párrafo emotivo entre las páginas de un libro—. Gracias por acompañarme, profesor Ivanov.

—Pasarán años y continuarás llamándome de ese modo. —Me sonrió.

Me alcé sobre mis puntillas para besar sus labios, los cuales sabían a vainilla.

Dimitri envolvió mi cintura con los brazos y me apretó tanto como le fue posible; estábamos en mitad del camino que daba al estanque de los patos. Una risilla escapó de mi control al mismo instante en el que él mordió un poquito mi labio inferior antes de separarse. No lo mencionó, pero supe que había llegado la hora de encontrarse con Jacob.

A pesar del consejo del médico, que le había recomendado que no realizara ningún tipo de esfuerzo, mi pertinaz prometido se había cansado del vendaje e ignoraba las restantes punzadas de dolor.

—Te llamaré nada más terminar –—recordó y me acarició la punta de la nariz.

—Lo sé.

—Procura que Alexia no cocine con picante.

—No comeré nada que no sea natural —insistí y ladeé el rostro a la derecha.

La doctora Keller nos había mandado por correo electrónico una lista de alimentos y ejercicios que podría realizar para no incrementar demasiado de peso y para reducir el riesgo de padecer enfermedades provocadas por la mala alimentación. La había memorizado de las veces en las que la leía al cabo del día. Dimitri, también.

Cuarenta semanas [Los Ivanov 1] [COMPLETA]Where stories live. Discover now