Semana 31

167 10 11
                                    

Descansé las manos en el volante y lo torcí a la derecha

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Descansé las manos en el volante y lo torcí a la derecha. Miré al vehículo ubicado a un metro del mío y recurrí al espejo retrovisor para cerciorarme de que no me chocaría con el coche aparcado detrás de mí. A pesar de mis insistencias por aparcar en los estacionamientos de enfrente —amplios y desprovistos de otros vehículos—, el profesor que me acompañaba insistía en que empezara por lo más complicado; sin pensar o, mejor dicho, sin temer que su adorado coche terminase arañado o con una hendidura. Mordisqueé mi labio inferior en un intento de concentrarme más de lo que ya estaba, el vehículo no iba a aparcarse solo en ese momento, y tampoco lo haría durante mi examen —que sería en cuestión de tres días y medio—. Dimitri observaba cada uno de mis movimientos y anotaba en una pequeña libreta palabras que no me permitía leer. Supo que aumentaría mi pánico a equivocarme, lo que derivaba en mi esfuerzo por sorprenderlo. Obtener mi carnet de conducir me proporcionaría independencia de taxis o chóferes privados.

Lo cierto era que Dimitri no estaba convencido de si ponerme delante de un volante, embarazada de siete meses y con la única experiencia que Patrick me instruyó hacía un año más o menos, era una buena idea. Tuvimos que hacer algunas prácticas en la carretera que circundaba su casa, demostrándole que me manejaba bastante bien y que no precisaría de clases particulares con un tutor. Incluso le dejé boquiabierto por mis habilidades. El único inconveniente se presentaba a la hora de aparcar.

No sabía hacerlo.

—Gira un poco más a la izquierda y retrocede. ¿Estás viendo el coche que hay delante de ti? Chocarás con él si sigues así. —Deslizó una mano por mi muslo y lo pellizcó. Luego, descansó allí los dedos—. Lo estás haciendo muy bien. Tú puedes. —Me animó.

—Lo único que estás consiguiendo es distraerme —siseé entre dientes.

Retiró la mano al instante y se cruzó de brazos, adoptando la pose de un niño que no recibía los caprichos que exigía. Puse los ojos en blanco y, reprimiendo una sonrisa, lo tomé de la muñeca y atraje nuevamente su mano hacia mi muslo, satisfecha.

—He dicho que me distraes, cierto —recordé mientras pisaba el freno con suavidad—, eso no significa que quiera que la quites. —Lo miré de soslayo y aparqué.

Exclamé un grito de felicidad al mismo tiempo que elevaba los brazos tanto como el techo me lo permitía. Habíamos adaptado el asiento para que mi vientre no se aplastara con el volante, así que disponía de más espacio para moverme. Dimitri se asomó por la ventanilla para comprobar si realmente el coche no había rozado ninguno de los otros, y también para confirmarme si nos habíamos subido al bordillo. Tras echar ese vistazo, regresó a su asiento con la espalda enderezada y me sonrió con orgullo.

—Has aprobado con matrícula de honor, señorita Miller —apremió.

—¡Gracias! Oh. Pronto podré conducir con una licencia oficial.

—No cantes victoria tan rápido: regresa a la carretera y volvamos a casa.

—¿Qué? ¡He estado más de treinta minutos para aparcar el maldito coche! —bufé.

Cuarenta semanas [Los Ivanov 1] [COMPLETA]Where stories live. Discover now