Semana 6

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Los rayos del sol se filtraron a través de la ventana, impactando directamente en mi rostro adormecido

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Los rayos del sol se filtraron a través de la ventana, impactando directamente en mi rostro adormecido. Giré sobre un costado y resoplé, escuchando la alarma sonar sobre la pequeña mesilla situada a mi derecha. Logré apagarla antes de que despertara a toda la residencia y apoyé los codos sobre el colchón.

Era miércoles, concretamente las siete y treinta y cinco de la mañana. Alexia dormía plácidamente en la cama de en frente, pero se removió bruscamente antes de apagar la alarma. Temí por un momento que se despertara, pues ella desconocía la existencia de la cita con el médico. No quería ocultárselo, no obstante, había recibido un mensaje de Dimitri la noche anterior pidiendo explícitamente que nadie descubriera los verdaderos motivos de su desaparición.

Él no se encontraba en ningún viaje. Únicamente quería ocultarse de los fotógrafos mientras el drama de la infidelidad continuara vigente. Eso me posicionaba a mí en mal lugar, puesto que yo era la supuesta amante del señor Ivanov.

¿Cómo iba a mantener esta tapadera?

Mientras arrastraba los pies hacia el cuarto de baño, rememoré la conversación de la noche del domingo. Svetlana permaneció en la habitación durante las próximas horas, e incluso pretendió cenar con nosotras. Se negaba a regresar a casa tras la gran humillación. Fingí que la comprendía y que mi angustia era por culpa de los nervios y no por el embarazo. No quería convertirme en su próxima víctima a pesar de que ya lo era.

Cerré la puerta tras de mí y acaricié mi vientre con la yema de los dedos. Si mis cálculos no iban mal acababa de superar el primer mes, y una semana. Las consecuencias del paso del tiempo comenzaban a ser visibles: debido a mi complexión delgada, una pequeña elevación asomaba por la parte inferior de mi barriga. No pude evitar sonreír ante mi reflejo. En mi interior crecía una nueva vida y ni aún me había hecho a la idea.

Me deshice de la ropa tras ese breve momento de meditación. Tomé una ducha, me vestí e intenté comer algo que no me provocara náuseas más tarde. Una vez decente comprobé la hora. ¿Ya eran casi las nueve? ¿Tan rápido había pasado el tiempo? Aferré las llaves, mi teléfono y me apresuré a abandonar la habitación, cerrando la puerta con suavidad para no despertar a Alexia. Cuando salí de la residencia observé a los primeros alumnos pasar al interior de sus facultades para comenzar las clases. Procuré atravesar los caminos menos concurridos. Divisé a Dimitri con unas gafas de sol y una chaqueta de cuero negra, con el trasero apoyado contra un Mercedes rojo.

Me detuve y suspiré profundamente.

Dimitri estaba jodidamente bueno e irresistible.

Me recompuse con rapidez y proseguí con la marcha hasta llegar a su lado. Eché un vistazo a los alrededores, asegurándome de si estábamos solos, antes de golpear su hombro con suavidad. Nada de besos de cortesía, ni abrazos. No me percaté de que estaba hablando por teléfono hasta que susurró un leve adiós.

—Perdona —mordisqueé mi labio inferior con fuerza—. No quería molestarte.

—No lo has hecho —deslizó el móvil en el interior de su bolsillo, que resultó ser el último modelo de la prestigiosa marca de Apple, antes de centrar su atención en mí—. Tan solo terminaba de arreglar unos asuntos. Ya estoy disponible únicamente para ti.

Cuarenta semanas [Los Ivanov 1] [COMPLETA]Where stories live. Discover now