Semana 19

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—¡Feliz cumpleaños! —Alexia gritó tan pronto como descolgué

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—¡Feliz cumpleaños! —Alexia gritó tan pronto como descolgué.

Giré en la cama, manteniendo los ojos entrecerrados, y suspiré. Acaricié mi vientre y escuché con atención como Lexi comenzaba a cantar, de nuevo, la estúpida canción de cumpleaños feliz. Froté mi rostro con la mano libre, intentando despejarme.

Este día iba a ser muy largo; demasiado, diría yo.

En los últimos días intenté contactar con Nate, incluso llené su móvil con mensajes y llamadas. Me sorprendió saber que lo tenía desconectado durante más de dos semanas, pues esa era la última conexión que aparecía cada vez que intentaba hablarle. Si tan solo supiera dónde encontrarle...

Después de la inspiradora charla con Patrick, decidí regresar a la realidad, es decir, a mi vida. Alexia y Nate permanecerían en ella; celebraría tantas fiestas como me fuera posible, viajaría a todos esos lugares en los que siempre había soñado estar. Sí, estaba embarazada, no enferma. Podía continuar viviendo sin que esto significase un cambio a gran escala, aunque así era. Mientras el bebé estuviera en mi vientre, todo seguiría su curso normal.

—¡Todos te deseamos un...! —Alexia continuaba gritando.

Pulsé en el manos libres y apoyé el móvil junto a mí antes de sentarme. Su voz acabó con la paz de mi dormitorio y retumbó en las cuatro paredes. No pude evitar fijarme en el calendario, que marcaba doce de julio, domingo. Felicidades para mí.

—¡...Cumpleaños feliz! —finalizó con voz ahogada—. Estoy segura de que te he despertado de la mejor forma posible. ¿Estoy en lo correcto?

—No —dije con una sonrisa irónica a pesar de que no pudiera verme—. ¿A qué hora pasarás por mi casa? Dios, hay tantas cosas que hacer y preparar. Necesito tu ayuda, Alexia.

—Ya estoy en camino, ¿acaso no escuchar el motor del coche?

—¡No conduzcas mientras hablas! —llevé el móvil por la habitación, conmigo.

—Me lleva mi padre, tonta —comenzó a reír—. Nos vemos en breves.

Colgó y por fin pude hundirme en mis penas, pues tan pronto como ella estuviera aquí tendría que poner una gran sonrisa en mi rostro y fingir que todo iba tan bien como siempre. Avisé a mi hermano de que Alexia llegaría en cualquier momento y me encerré en el cuarto de baño. Tomé una larga ducha y una vez vestida, y arreglada, bajé las escaleras.

Mi padre me rodeó con un brazo y plantó un beso en mi mejilla con tanta fuerza que, con toda seguridad, quedaría la marca luego. Como era de esperarse, mi madre comenzó con las típicas historias de que su niña ya era toda una mujer antes de sollozar.

Dios, mi familia era un completo y absoluto drama.

—¡No, no, no, Patrick! —chillé, intentado que su mano no estropeara la trenza.

Cuarenta semanas [Los Ivanov 1] [COMPLETA]Where stories live. Discover now