Capítulo 66

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Narra Julia

A unos metros de llegar a la puerta del patio, papi nos vió y sonrió de oreja a oreja. Corrió a abrirnos y daddy le agradeció atravesándola.

–Hola, bebita– me saludó papi con emoción al verme.

Aparté mi boca del biberón, tragué y finalmente le respondí el saludo sonriente.

–¿Quieres cargarla?– le preguntó daddy con una sonrisa, haciéndolo asentir.

Pronto me encontré ahora en sus brazos, pero antes de recibir el biberón, se sentó en una silla y me colocó en sus piernas viendo en su dirección. Me recargó en su pecho y giró mi cabeza hacia un lado, para finalmente acercarme la botella. Abracé su cuello y permití que me lo diera en la boca.

Creo que esta posición me gusta más. Aunque debo decir que me habría dado sueño de no ser porque el jugo estaba frío, pues papi no tardó en colocar su mano en mi pañal y darme ligeros golpecitos que lejos de doler, me calmaron bastante.

Daddy jugó un rato con Max, hasta que este sorprendentemente se cansó. Daddy no se quedó atrás, claro, también estaba cansado, pero al menos no estaba tirado en el pasto jadeando.

–Haré la cena– soltó, y al instante dejé de succionar, pero papi no pareció haberlo notado –. ¿Qué quieren comer?– agregó sonriente.

Papi me miró, pero desde mi lugar no pude ver con qué sentimiento en su rostro.

–¿Tienes hambre, nena?– me preguntó, a pesar de seguramente ya saber la respuesta que le daría.

–No– solté decidida, rogando que lo aceptasen.

Ambos me miraron unos instantes y luego intercambiaron miradas.

–Ya comió dos veces, ese era el trato– soltó daddy, haciendo suspirar a papi.

–Okay...– respondió finalmente.


Narra Mateo

–¿Qué te parece si tú y yo cenamos hotcakes?– me preguntó mi marido con un guiño que la nena no pareció haber notado.

–¡Uf! Leíste mi mente– solté en respuesta, ahora sonriente.

Sebas se marchó con una sonrisa, y Julia se removió un poco en su lugar, así que decidí ponerme de pie con ella en brazos. Seguí a mi esposo hasta la cocina, cerrando la puerta del patio una vez entró Max a la casa. Traté de ofrecerle el biberón nuevamente a la pequeña, pero ya no parecía querer aceptarlo.

–¿Ya no quieres, monita?– le pregunté.

–No, papi– soltó ella, y finalmente me senté en mi asignada silla del comedor.

–Está bien, ¿nos acompañarás mientras cenamos, hermosa?– pregunté con ilusión, pues de otra forma nuestro plan por hacer que cene no funcionaría.

Reflexionó unos instantes, y le permití bajar de mis piernas. Finalmente asintió con una sonrisa y se dirigió a la sala de estar por su muñeca, para luego volver y sentarse en su lugar. Me puse de pie y le entregué en sus manitas su biberón.

–Por si te da sed– solté sonriente para luego dirigirme a donde se encontraba Sebastián.

–¿Tan rápido estás a punto de acabar?– le pregunté sorprendido al ver varias piezas de hotcakes sobre un plato, ya listas para comer.

–Es que usé la mezcla que dejamos ayer, ¿la recuerdas?

–Ah, claro– solté –. Bueno, llevaré platos y cubiertos– agregué tomando los antes mencionados y dirigiéndome a la mesa con ellos.

Al llegar a esta, debo confesar que dejé un plato y un tenedor (pues no me gustaba la idea de darle cuchillos), frente a la nena, quien me miró con confusión.

–No comeré, papi– comentó.

–No te preocupes, bebita... está bien, solo es por si acaso, ¿okay?– respondí sonriente para luego volver a la cocina.

Miré desde la cocina a la pequeña, quien admiraba su plato vacío pensativa, dándome ilusión. Por fin Sebas terminó y llevamos el plato con la pila de hotcakes a la mesa, donde lo dejé sobre el mantel, en un punto medio entre los tres.


Narra Julia

Puta madre, no.

Al verlos me puse nerviosa, pero sabía que debía resistir, ya había comido bastante hoy. Daddy dejó sobre la mesa mantequilla, frutas, mermelada y miel en sus respectivos contenedores.

Esto será más difícil de lo que creí.

–Pásame la miel, amor– le pidió papi, y él no dudó en tomarla y aproximársela, ganándose un "gracias" de su parte.

Daddy se llevó el tenedor a la boca con su primer trozo, el suyo tenía mantequilla y mermelada. Podía oler la fresa desde mi lugar.

–¡Mhm!– exclamó –No es por presumir, pero soy un excelente chef.

Papi rió ligeramente y comió su primer bocado. El suyo solo tenía miel, pero parecía disfrutarlo por igual.

–Confirmo– soltó.

Sentía la saliva en mi boca, y no podía desviar la mirada de la pila de hotcakes frente a mí. Traté de distraerme con mi muñeca, pero los comentarios de mis daddies no ayudaban mucho.

–Te quedaron excelentes, cariño– dijo papi.

–Gracias, amor. Mañana podríamos desayunar los que sobren– comentó daddy.

–Si es que sobran– bromeó papi en respuesta, haciendo reír a daddy.

Cerré mis ojos unos instantes, e instintivamente di un pequeño movimiento alertándolos, haciéndoles creer que me serviría. Afortunadamente me detuve y no lo hice.

–¿Segura de que no quieres, nena?– me preguntó daddy y asentí.

Intercambiaron miradas y luego habló papi.

–Porque... no es necesario que termines uno, puede ser la mitad– soltó papi llamando mi atención.

–O incluso un cuarto... solo por el antojo– agregó daddy.

Los miré a ambos, y luego miré la comida frente a mí.

¿En qué estoy pensando? No. No puedo. Aparté la mirada para evitar tentaciones, pero pronto la devolví. Inhalé profundo, exhalé, y tomé mi mala decisión.

Tomé mi tenedor y piqué uno para luego dirigirlo a mi plato, haciéndolos sonreír notoriamente. Lo partí a la mitad, y luego una de las mitades la volví a partir. No coloqué nada encima, solo necesitaba saciar el antojo. Tomé el trozo con mi tenedor y di mi primera mordida, reteniendo las ganas de llorar. Pero en este caso, no sabía si eran lágrimas de tristeza o de felicidad.

–¿Verdad que están deliciosos?– me preguntó papi, y no tardé en asentir para luego dar mi segunda mordida. Finalmente di mi tercera mordida, y aquel cuarto de hotcake ya se había terminado.

Mierda, ¿esto es a lo que llaman "atracón"? Ni siquiera lo disfruté lo suficiente, comí más que nada por estrés.

Lo peor vino cuando dirigí la mirada al resto del hotcake en mi plato.

JuliaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ