Capítulo 61

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Narra Julia

Antes de iniciar el corto trayecto de vuelta a casa, ya me mostraba más feliz de lo normal, y me lo hicieron saber indirectamente .

–¿Qué tal la escuela, nena?– me preguntó papi sonriente, sin despegar la mirada del volante.

–Muy bien, papi– le respondí colocándome el cinturón de seguridad.

–¿Qué hiciste?– me preguntó ahora daddy, también sonriente, girándose sobre su asiento para poder verme.

En ese momento la sonrisa se borró de mi rostro, pues caí en cuenta de que tal vez no había estado bien lo que hice. Yo nunca les pregunté si podía decirle a mis amigos que ellos eran mis daddies, nunca lo consulté con ellos, solo lo hice.

–¿Te metiste en problemas, monita?– me preguntó papi, y el espejo retrovisor ya no me permitía ver su sonrisa, pero estoy casi segura de que estaba sonriendo.

–No, no– solté negando con mi cabeza, preocupada de meterme en problemas con ellos.

–Entonces, ¿qué pasó, bebé?– me preguntó daddy con una ligera preocupación.

Lo miré y luego vi el reflejo de los ojos de papi, para finalizar jugando con mis manos. Odio estar nerviosa.

–Es que... hice algo que tal vez los enoje– solté aún con preocupación, y el semblante de daddy cambió a uno serio y autoritario.

–¿Qué hiciste, peque?– me volvió a preguntar.

Dudosa de mi decisión, finalmente hablé.

–Es que...– solté –... le... le dije a Dani y a Miranda... que soy su little– concluí, para luego dirigir mi mirada a ellos.

–Aww, nena– soltó papi, calmándome.

–Corazón, eso nunca nos molestaría, en realidad es muy lindo que lo hayas hecho– agregó daddy.

–¿Sí?– les pregunté.

–Claro, nena, pero hazlo solo con gente de confianza, como Daniel y Miranda, porque siempre podrás encontrarte con alguien que quiera juzgar sin conocer– me respondió papi.

Papi tenía razón y estaba segura de que en la escuela había mucha gente así.

–Solo confío en ellos dos de toda mi escuela, así que ya no lo volveré a contar– solté.

–Está bien, princesa– me dijo daddy con una sonrisa risueña, para luego volver a su posición original.

Pasado alrededor de un minuto, y justo antes de entrar a su residencial, les quise preguntar qué habían hecho ellos mientras yo no estaba, y apenas lo dije, me llegó a la cabeza el recuerdo de aquellas cajas, poniéndome nerviosa nuevamente.

–Ya verás, bebita– soltó papi mientras daddy reía.

Creo... que estoy lista. Me causa curiosidad y llama mi atención el intentar esto desde hace ya tiempo, y por fin lo haré. Como tal, sé que estoy nerviosa por el miedo a lo que la sociedad piense de mí, pero esto es algo que quiero y no le hago daño a nadie al intentarlo, ni siquiera a mí misma.

Ahora estoy feliz, sigo nerviosa, no mentiré, pero estoy felizmente nerviosa. Ambos bajaron del auto mientras yo me quitaba el cinturón de seguridad, y apenas pude, papi abrió una de las puertas traseras y me tomó en sus brazos para luego cargarme hasta la entrada de la casa. Al ingresar a esta, Max nos recibió con alegría, y papi me dejó sobre el suelo permitiéndome jugar con él.

Max se recostó sobre el suelo y yo me senté de piernas cruzadas para rascar su panza. Jadeaba, pero parecía estar sonriendo. Pronto escuché que alguien nos tomaba una foto, y me giré para ver a mis daddies. Daddy sostenía sospechosamente su teléfono en nuestra dirección, pero al verme descubrirlo, lo escondió y trató de disimular mientras reía, al igual que papi. Haciéndole saber que no me molestaba, me coloqué detrás de Max, para que se pueda ver que le rascaba la pancita, y sonreí para la siguiente foto.

–Aww, bebé, gracias– soltó enternecido, volviendo a sacar su teléfono.

–Gracias, nena– agregó papi sonriente.

Después de eso, papi se colocó a mi altura y acarició mi mejilla, aún manteniendo su sonrisa.

–¿Lista?– me preguntó, y yo asentí ahora también sonriente.

Me tomó en brazos y me llevaron escaleras arriba, con Max siguiéndonos detrás nuestro. Nos dirigimos a la puerta de mi habitación, pero nada parecía fuera de lo común. Al menos no hasta ver la mesita de noche junto a la cama, pues había un chupete encima. Lo miré con curiosidad mientras papi continuaba caminando, y daddy lo notó.

–¿Lo quieres, bebita?– me preguntó sonriente, y papi se detuvo para dar media vuelta y permitirnos ver a mi daddy con claridad.

–¿Qué quiere?– le preguntó papi sonriente, y yo escondí mi rostro en su cuello.

–Su chupete– le respondió daddy ahora notoriamente más sonriente.

–Aww, nena– soltó papi, acercándome a él, quien a los pocos segundos ya se encontraba hablándome nuevamente.

–Abre la boquita, bebé– me indicó, y aunque no podía verlo por mantenerme en mi escondite, sabía que lo tenía en su mano.

Me tragué mi orgullo y nervios, y saqué mi cabeza del cuello de papi para poder ver a daddy. Quien me sonreía con dulzura mientras le quitaba la tapa a la parte gomosa. Finalmente la abrí un poco, y permití que me lo diera haciendo a ambos sonreír de oreja a oreja. Comencé a succionar ligeramente, recibiendo por parte de ellos besos y mimos que me hicieron sonreír.

–Mi niña– soltó papi sonriente, acariciando mi mejilla.

Volví a recostarme en su pecho, pero ahora sin esconder mi rostro, y pude ver a Max jadeando sentado en el suelo de la habitación. Daddy pasó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja, captando mi atención, y me sonrió con ternura, así que le sonreí de vuelta.

Papi finalmente me dejó sentada al borde de los pies de la cama, y se tomó unos segundos para darme un beso esquimal que le correspondí sonriente. Luego se marchó en dirección al mueble junto a la televisión que colgaba de la pared, distrayéndose con uno de los cajones.

Daddy se sentó con las piernas cruzadas detrás de mí, un poco antes de la altura de las almohadas, y jaló con cuidado mi cintura para terminar recostando mi cabeza en sus piernas.


Narra Sebastián

Esta mañana hicimos un piedra, papel o tijera mi esposo y yo para ver quien le pondrá el primer pañal a la nena. Desgraciadamente él ganó, pero debo admitir que no está nada mal ser el encargado de distraerla por si se llega a estresar. Es tierno verla reírse, y sonreír detrás del chupete, tiene unos ojos grandes que combinados con sus pequitas y su respingada naricita la hacen ver adorable.

JuliaWhere stories live. Discover now