Capítulo 4

7K 290 17
                                    


Narra Julia

Pasamos el resto de la tarde jugando videojuegos y paseando a sus perros alrededor de la residencial en la que vive.

–Peque– dijo Dani llamando mi atención, pero su llamado no nos detuvo de seguir caminando, y menos con un pit bull y un pastor belga jalándonos desde los extremos de sus respectivas correas.

–Mande– respondí sonriente, no me molesta que me ponga apodos, Dani es como un hermano para mí.

–¿Te puedo hacer una pregunta?– preguntó haciéndome saber que se trataba al parecer de un tema serio – Esta no, otra.

Supongo que no es un tema serio.

–Claro– dije después de reír ligeramente.

–Okay, mira...– comenzó a hablar y se detuvo, mirando unos momentos hacia el cielo, como tratando de formular la oración –la otra vez estaba viendo en youtube un video de una chica que cuenta su experiencia como una baby...

–Okay...– dije invitándolo a continuar.

Daniel conocía esta parte de mí. Sabe que me gusta que me traten como a una niña pequeña, que uso biberón de vez en cuando y de mi peluche Koda, un osito que me compró mi tía la primera vez que fuimos a Build A Bear juntas.

–Pero hay algo que yo no sabía– mencionó con el ceño fruncido, mirándome con curiosidad –. Ella tenía un "daddy"– agregó haciendo comillas para marcar la última palabra.

–Oh sí, muchos lo tienen... y algunos una mommy– le expliqué.

–Sí, supuse que variaría dependiendo del género que te atraiga.

–Pues... ese tipo de relaciones no son necesariamente románticas.

–¿De verdad?– preguntó confundido pero manteniendo la curiosidad.

–Sip– respondí girando la mirada de vuelta al perro cuya correa sostenía.

Seguimos caminando con normalidad, y a los pocos metros volvió a hablar.

–¿Te gustaría tener una mommy o un daddy?– preguntó, y por primera vez, no supe cómo responderle.

–Supongo, pero creo que me inclinaría más a un daddy.

–Mhm– respondió asintiendo.

De nuevo caminamos unos segundos más, recorriendo apenas unos tres metros para que finalmente vuelva a abrir la boca.

–¿Y cogerían?

–¡Dani!– reproché, pero mi amigo solo se limitó a reír.

Sé que hay gente que ve este tipo de relaciones así, pero yo en lo personal creo que en una situación así tendría una barrera que me negaría a pasar. Yo no besaría, tocaría y mucho menos cogería con mi daddy si tuviese uno. Eso ténganlo por seguro.

–Okay, okay, ya– dijo logrando parar de reír.

Para cuando finalmente volvimos a su casa, estábamos sumamente cansados. Hacía calor y el simple hecho de ver las correas hizo que los perros se emocionaran y apenas salieron de casa de mi amigo corrieron. A Daniel se le resbaló la correa que sostenía, y a mí me arrastró su pit bull sin dificultad alguna, pero los logramos calmar después de un par de minutos.

Para ese entonces ya eran poco menos de las 7pm, y fue a esa hora que mi tía dijo que me recogería. Por el momento, mientras la espera continuaba, nos dirigimos a la cocina y comimos algunas de las galletas que preparamos juntos hace un par de días. Eran de chispas de chocolate, y bastaba con ponerlas dentro del microondas unos segundos para que se sintieran como recién hechas.

Mientras masticaba un trozo de la primera galleta, le envié un mensaje a mi tía, solo para preguntarle si sí me recogería la las siete o si sería más tarde, ella me respondió casi al instante.

Tía💕: Hay algo de tráfico, princesa.

Tía💕: Llegaré siete y cuarto a más tardar.

Yo: Okay, tía. Te amo❤️

Tía💕: Yo más, mi niña hermosa🥰

Tía💕: Dile a Dani que le mando un abrazo.

Yo: okay :)

–¿Con quién ligas ahora?– preguntó el mencionado mientras se llevaba una galleta a la boca –¿Es María?– agregó haciéndome soltar una carcajada.

–Ni ebria.

María era un chica de la escuela un año mayor que yo, es rubia, alta y toca el saxofón muy bonito. Lástima que es lo único positivo de ella.

María lleva tiempo intentando ligar conmigo, se me acerca más de lo que me gustaría, y me dice cosas que preferiría no me diga. Daniel siempre me ayuda a alejarme de ella cada vez que ella se "siente en confianza" conmigo, pues ambos sabemos que no podemos hacer nada contra su comportamiento. No solo es la hija del dueño y director de la escuela, si no que es hija única. La consentida de su papá. Perfectamente podría arruinarnos la vida escolar/académica si así lo desea. Pero, hay un lado bueno en todo esto, uno que tanto Dani como yo sabemos aprovechar, y es que ella hará de todo con tal de tener mi atención. Eso lo usamos a nuestro favor cada que hace falta.

–Hablo con mi tía, tonto– respondí –. Mi tía te manda un abrazo.

–No me digas tonto... tonta– dijo con una posición amenazante y continuó –. Dile que la quiero mucho.

–Okay– respondí risueña y le envié el mensaje a mi tía –. Tonto–agregué sonriente, victoriosa.

Él no tardó en cargarme cual costal, y dejarme caer sobre el sillón de la sala, abalanzándose sobre mí, iniciando una pelea que, obviamente por decisión propia, decidí perder. Dani se dejó caer agotado al lado de mí, sobre los cojines del sofá. Yo aproveché el momento de ventaja para correr escaleras arriba.

–Mierda– lo escuché decir desde el primer piso.

Al entrar a su habitación me dirigí lo más rápido que pude a su baúl de pistolas de Nerf, tomé mi favorita, la cargué de municiones y volví a las escaleras. Al bajar al primer piso y buscarlo con la mirada en el sillón, no lo encontré, y no pude retener una risa nerviosa. Sabía perfectamente que en cualquier momento llegaría por detrás mío para asustarme y quitarme mi arma. Pero no lo permitiría.

Y menos si podía escuchar sus pasos acercándose por detrás mío.

–¡BOO!– lo escuché exclamar al momento que tomó mis hombros por detrás. No me sorprendí, le salió mal su jugada, y recibió una lluvia de dardos de Nerf.

–¡Ya!– rogó, pero yo continué hasta quedarme sin municiones.

Riendo a carcajadas terminamos cayendo al piso sentados uno frente al otro, él agotado y yo ocupándome de limpiar mis lágrimas por haber reído tanto. A los pocos segundos tocaron la puerta, y no dudamos un segundo quién era.

–Hola, Emma– la saludó Dani primero.

–¡Tía!– exclamé para luego correr a abrazarla.

–Hola, chicos– respondió ella con calidez, aceptando mi abrazo.

Nos despedimos de mi amigo, le agradecimos y subimos al auto de mi tía para encaminarnos de vuelta a casa.

–¿Qué tal estuvo la película?– preguntó ella una vez salimos de la residencial y entramos a la calle.

–Me gustó, ¿qué tal tu comida?

–Muy divertida, me gustó mucho ver a mis amigas.

–Qué bueno, tía– respondí después de un bostezo.

–¿Estás cansadita, pequeña?– me preguntó ella mientras reclinaba mi asiento para lograr conciliar el sueño.

–Sí.

–Intenta dormir, te avisaré cuando lleguemos.

Logré dormir un poco, incluso tuve un sueño, y fue con aquel desconocido del Starbucks. El lindo, Sebastián era su nombre, ¿no? Me gusta ese nombre. Pero estoy feliz de no haber entablado una conversación larga con él, después de todo, sigue siendo un desconocido, y mi tía siempre me repite que no hable con desconocidos.

JuliaWhere stories live. Discover now