XVIII

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Capítulo dieciocho
-Hablemos-
Barcelona 09:00

Vale, hace mucho que ustedes y yo no hablamos y me apetece bastante hacerlo. Quizá, contarles mis emociones, recuerdos y demás no estaría mal, sobre todo para mí, una persona que jamás comparte nada con nadie.

¿Qué es mejor que os cuente primero? Bueno, quizá es lo mejor empezar por el principio. Puede que nunca se hayan preguntado, ¿Cuándo conocí a Pedri? Pues para vuestra información, muchísimo antes de lo que se imaginan, a pesar de que él no me conociera a mí.

Nos remontamos al 2019, donde una adolescente yo, hormonal y un poco idiota, se sentó a ver la televisión con su hermano mayor, de diecisiete años, a punto de sus dieciocho.

-Oye, hoy juega las Palmas, ¿Te apetece verlo?- yo, al oírlo, hice una mueca.

-Puta las palmas.- y, por si no lo sabían, la rivalidad entre el Tete y las Palmas es abismal, casi como un Barça - Madrid.

-Venga hombre, no tienes nada mucho mejor que hacer, ¿No?- y, tras pensarlo un poco, me encogí de hombros.

Aday buscó y buscó el canal hasta que le apareció el partido. Automáticamente y sin poder evitarlo, me senté bien en el sillón. Adoro el fútbol, no pueden culparme.

-Según han dicho va a debutar un chico de aquí, no sé cómo se llama ni mucho menos, pero me parecía interesante, además, solo tiene un año más que tú.- abrí los ojos sin poder evitarlo.

-¿Tan joven? Vaya, pues tendrá que ser bueno.- mi hermano asintió a mi lado y volvimos la vista a la tele.

Y cuando lo vi… Algo en mi hizo que mi corazón se acelerara. Quizá un presentimiento, una señal del destino, o simplemente que el porro que me había fumado antes empezaba a hacer más efecto del que debería. No lo sé, lo único que sé es que no pude apartar la mirada de la televisión.

-Está bueno.- eso fue lo único que salió de mis labios aquel día.

-Joder Sara, ¿Acaso no dejas de pensar en esas cosas?-

-Habló el que esconde condones por miedo a que mamá se los pille.- entrecerré los ojos hacia él tras verlo abrir los ojos como platos.

-¿Dónde viste eso?-

-Oh, puede ser que estuviera buscando un folio en las gavetas de tu escritorio y… Ups.- me encogí de hombros pero, un segundo después, me vi obligada a salir corriendo porque un Aday muy furioso me seguía a toda mecha.

Es bonito recordar aquel momento. Quizá, si le hubiese prestado más atención, las cosas habrían salido de otra manera. Pasó por mi vida en un momento de manera fugaz. No volví a acordarme de él, seguí con mi vida, hasta que llegó 2020.

La pandemia me había dejado algo más afectada que de costumbre. Dejé de fumar y comencé a preocuparme más por mi misma, comencé a salir un poco de la gran depresión que tenía, pero había perdido bastante el interés por el fútbol. Ya no sabía de noticias de mi equipo, ya no veía los partidos, ya nada. O bueno, eso hasta un día. 

Estábamos en septiembre, la cuarentena había acabado, gracias a Dios.

-Sara, vamos, no me estés jodiendo.- Aday jaló de mi brazo varias veces para levantarme de la cama.- Hoy juega el Barça y mamá no me deja ir con mis amigos a la cantina si tú no vas.-

-¿Va…?- intenté hablar pero fui interrumpida.

-No he vuelto a hablar con David ni con ninguno de ellos, excepto Pablo, desde que pasó eso. Tranquila, son personas nuevas que conocí en el campamento, se van de vuelta a la península en nada, y queríamos despedirnos ahí.-

-Está bien, pero solo por esta vez.-

Me vestí y salimos de casa caminando hasta llegar a la cantina. Una vez allí, vi a una chica muy guapa, un moreno con muchos lunares y un chico con rasgos asiáticos.

-Chicos, esta es mi hermana Sara. Sara, estos son Josh.- me señaló al chico asiático y yo le sonreí de manera amigable.- Bruno.- este me guiñó un ojo y yo me extrañé, ¿Acaso estaba coqueteando conmigo?- y Aurora.-

-¡Hola! Menos mal, una chica, ya estaba cansada de estar con estos tres patanes sola.- dramatizó la chica.

-Puedo entenderte, créeme, la sola presencia masculina de mi hermano ya es suficiente.- ella comenzó a reírse, haciendo que yo también lo hiciera.

-Yo también tengo un hermano, es más pequeño que yo, pero es un pesado.- iba a seguir hablando pero mi hermano vino a rodear los hombros de ambas.

-Rora, dile a mi hermana a qué se dedica tu hermano.-

-Bueno… está en la Masía, en Barcelona. Nosotros somos de Sevilla.-

-Hostia, que guay. ¿Entonces tu hermano también llegará a jugar en el primer equipo no?- ella asintió.

-Con el potencial que tiene, seguro.-

Entramos a la cantina y había muchísima gente allí para ver el partido, no entendí la emoción de la gente, ¿Qué coño no me había contado mi hermano?

Vaya pregunta más idiota Sara del pasado. Eso fue exactamente lo que me dije cuando lo vi allí, preparándose para debutar por primera vez en el FCBarcelona.

Era casi irónico que el chico que me había hecho sentir un cosquilleo en el estómago un año atrás, ahora estuviera allí, en mi equipo.

-¿Lo recuerdas?- La pregunta de mi hermano fue con un tono pillo, no se le pasó desapercibido la mirada que tenía mientras observaba el televisor.

-Sí, Pedri.- hago una leve mueca nostálgica.

Después del partido, decidimos ir a pasear por el pueblo. Yo me llevé mi scooter y comencé a hacer boberías con él. Aurora iba a mi lado, mientras que los otros tres idiotas iban más atrás.

-Oye, por cierto, me he quedado con la curiosidad. ¿Cuál es el nombre de tu hermano?- ella me miró con sus ojos, los cuales eran preciosos a causa de la heterocromia.

-Gavi, Pablo Gavi.-

Y sí mis niños, ahí había conocido a los chicos de mi vida. Ahora no me imagino sin ellos en ningún momento ni lugar. No he vuelto a ver a Aurora desde entonces, pero supongo que no me recordará.

Desde ese día volvió mi interés por el fútbol, tanto que, a inicios de 2021 me hice el tatuaje del escudo. Un bonito recuerdo que ya os contaré otro día.

Para finalizar nuestra charla de hoy, quiero contaros que he llegado a una conclusión. Voy a denunciar a Andrea por todo lo que me ha hecho.

Me ha costado muchísimo llegar a esta conclusión. Lo hablé con mi psicóloga en Tenerife desde la primera consulta. Cuando me negué, al principio, a ella le extrañó muchísimo que no quisiera, así que comenzamos a trabajar también ese ámbito al mismo tiempo que mi autoestima. Gracias a eso llegamos a la conclusión de que mi único sentimiento era…

Miedo.

Miedo de lo que podía hacerme, miedo de arruinar su vida, miedo del qué dirán, y, sobre todo, miedo a perder mi sueño.

Esto es algo que le pasa a muchísimas mujeres hoy en día, y me parece que no se le da la visibilidad que se merece.

Gracias al cielo que ahora ha aparecido un nuevo inversor, solamente tendría que esperar hasta que los trámites y el papeleo estén en orden para presentar la demanda.

Lo único que me queda es esperar, porque la venganza es un plato que se sirve muy frío.

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Buenas nochess.🫶

Aurora te amo.

Voten porfis.

Los cheruuu.
Se despide,
-G.

This love ❑ Pedri González. ✓Where stories live. Discover now